20 años de ciencia en la UNNOBA

Fuente: El Universitario - UNNOBA
Educación

20 años de ciencia en la UNNOBA

 

 

La importancia que tiene la investigación en las universidades se relaciona, en principio, con la generación de nuevos conocimientos, los cuales, en el tiempo y sumados a otros saberes producidos en el campo científico, pueden colaborar en la resolución de problemas de la sociedad. Pero también, la investigación influye en la calidad académica de quienes enseñan y, por tanto, en la calidad de la enseñanza que reciben quienes estudian. Esto es por una simple causa: docentes que investigan, no solamente están actualizados en los últimos avances, sino que también poseen mayores conocimientos de cómo se genera o produce el saber científico y, por tanto, pueden transmitir ese proceso a sus estudiantes. Están, además, en lo que se denomina la “frontera del conocimiento”, es decir, el límite entre todo lo que ya se sabe y lo que se está por descubrir. Por este motivo enriquecen en todo sentido la enseñanza impartida.

Silvina Sansarricq fue la primera secretaria de Investigación de la UNNOBA (2004-2007 y, posteriormente, durante 2016). Durante el período 2007-2015 se desempeñó como prosecretaria del área. Foto: UNSAdA-Comunicación.

A veinte años de la creación de la UNNOBA, puede advertirse un desarrollo sustantivo en el campo científico, a partir de más de 200 docentes que se dedican a la investigación en la región en sus nueve laboratorios, cuatro institutos y tres centros en las ciudades de Junín y Pergamino, además de los diversos grupos dedicados a temas específicos. A esto se agrega el logro de contar con unidades de dependencia compartida con el Conicet (CITNOBA) y la asociación con la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC). Pero, ¿cómo se logró este crecimiento en tan solo dos décadas? ¿Cuáles eran los desafíos que en los inicios se tenían y cuáles se presentan hoy, de cara al futuro?

Silvina Sansarricq fue la primera secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia que tuvo la UNNOBA (2004-2007), durante la etapa de organización, a cargo del ingeniero Luis Lima. “El desafío en aquellos inicios era comenzar a organizar las actividades específicas del área de investigación. En ese momento, desde la Secretaría planeamos dos grandes estrategias. La primera fue la identificación de líneas de investigación consolidadas en la región, para participar en grupos ya existentes y de probada excelencia. La segunda, la creación de nuevas líneas que generen conocimientos pertinentes para el desarrollo de la región y para el bienestar de su gente”, evoca Sansarricq, quien  se desempeña actualmente como vicerrectora de la Universidad Nacional de San Antonio de Areco (UNSAdA).

La capacidad instalada del INTA (Pergamino) le sirvió a la UNNOBA para dar sus primeros pasos en materia de investigación, a partir de su vinculación estratégica.

Sansarricq resalta que la presencia en la región de instituciones públicas, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Doctor Julio Maiztegui” (INEVH), además de las entidades vinculadas con la agroindustria (como Rizobacter), implicaron contar de antemano con un importante acervo científico y tecnológico en la región. “Ya había una masa crítica en el territorio. Sin dudas, eso constituyó una fortaleza”, subraya. El otro desafío que se planteó la Secretaría fue el de establecer líneas nuevas y grupos propios de la UNNOBA, a partir de la radicación de investigadores e investigadoras que estuvieran trabajando en otras Universidades y de la formación de graduadas y graduados.

Fue durante la gestión de Rolando Rivera (2007-2010), en la cual Sansarricq continuó como prosecretaria del área, que se logró radicar a investigadores que trabajaban, en ese momento, en distintas instituciones del país y estaban residiendo en otras ciudades. El doctor Rivera ejemplifica: “Se logró radicar a Virginia Pasquinelli (actual directora de la Escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales) y a Carolina Cristina (actual secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia) quien solicitó apoyo para armar el laboratorio que luego se convirtió en el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA). En esa época, también se establecieron Mariano Merino y Gabriela Fernández (quienes investigan, en la actualidad, desde el Centro de Bioinvestigaciones), entre otras personas que se incorporaron y residen hoy en la zona de influencia. En definitiva, se buscaron distintos perfiles dedicados a la investigación científica, que tuvieran intenciones de trabajar y vivir en la región. Estos espacios científicos comenzaron siendo muy incipientes y hoy nos cuesta imaginar esos inicios, por la envergadura que actualmente poseen”.

Rolando Rivera fue secretario de Investigación desde 2007 hasta 2010.

La radicación de investigadores en la región y el programa de capacitación de recursos humanos fueron acciones que se dieron en el marco de la definición de las líneas prioritarias de investigación para la UNNOBA. Rivera valora, especialmente, que la Universidad pudo, primero, establecer y, luego, mantener una política científica a lo largo de sus dos décadas de vida: “En aquel momento, pudimos definir qué tipo de ciencia queríamos para la UNNOBA”. “Creo que en todo este tiempo se ha continuado con la estrategia que ha marcado Tamarit desde el inicio de su gestión, que es darle importancia a la ciencia, a la tecnología y a la innovación. Me parece destacable que la UNNOBA ha mantenido un mismo rumbo”, subraya Rivera, investigador principal del Conicet.

De su gestión como secretario, Rivera valora la constitución de la Unidad Integrada INTA-UNNOBA. “Hoy es una realidad cotidiana que el INTA y la UNNOBA trabajen en conjunto, pero esto llevó mucho tiempo. Un porcentaje importante de mi gestión lo constituyeron conversaciones para establecer esta unidad integrada. Tuvimos que llegar a puntos de entendimiento comunes”, plantea el científico. En ese sentido, Sansarricq considera que la creación de la Unidad Integrada con el INTA, en 2009, fue “un hito” significativo del desarrollo de la investigación en la Universidad. “Junto con la constitución del Centro de Investigación y Transferencia del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (CITNOBA), unidad de doble dependencia con el Conicet, fue posible el desarrollo de proyectos de vinculación tecnológica (público-privada), financiados a través de distintos instrumentos”, agrega Sansarricq, quien continuó siendo prosecretaria de Investigación hasta 2015, durante toda la gestión de Jerónimo Ainchil.

Firma de convenio para la constitución de la Unidad Integrada INTA-UNNOBA (2009).

Precisamente, para Ainchil, secretario de Investigación de la UNNOBA desde 2010 a 2015, uno de los acontecimientos más importantes de su gestión fue cuando se logró constituir el CITNOBA, en 2014. “Fue un arduo trabajo. Pero este logro fue posible, gracias a la labor previa realizada durante las gestiones anteriores (de Rivera y Sansarricq)”, aclara el exsecretario de Investigación y actual rector de la UNSAdA.

“Los CIT (Centros de Investigación y Transferencia) implican una suerte de ‘paraguas’ de distintas disciplinas de conocimiento, de las cuales se espera que, en un número de años razonable, puedan constituirse en unidades ejecutoras en sí —comenta Ainchil—. De hecho, ya se presentó en el Conicet la propuesta de constituir una unidad ejecutora, a partir de la experiencia del CIBA”.

Jerónimo Ainchil fue secretario de Investigación desde 2010 hasta 2015. Foto: UNSAdA-Comunicación.

Pero antes de lograr crear esa unidad de doble dependencia con el Conicet (CITNOBA), la gestión de Ainchil mostró otros logros: “En el período en que fui secretario de Investigación, se pudieron crear los primeros cuatro institutos y centros de la Universidad: el Instituto de Diseño e Investigación (IDI, 2011), el Instituto de Investigación y Transferencia de Tecnología (ITT, 2011), el Instituto de Políticas y Gobierno (IPG, 2012) y el Centro de Bioinvestigaciones (CeBio, 2011). Esto fue posible porque primero habíamos ordenado toda la reglamentación de cuáles eran los núcleos de actividades científicas y tecnológicas para la UNNOBA. Habíamos definido qué requisitos debían tener los grupos, laboratorios, centros e institutos”.

El Instituto de Investigación y Transferencia de Tecnología (ITT), creado en 2011, fue uno de los primeros espacios de la UNNOBA dedicados a la investigación científica.

Este ordenamiento y la creación de estos espacios de investigación posibilitó su asociación con la Comisión de la Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC). “Esto, a su vez, nos brindó algunas ventajas a la hora de conseguir subsidios para investigación o incorporar a becarios”, señala Ainchil.

El Centro de Bioinvestigaciones (CeBio) fue creado en 2011, junto al Instituto de Investigación y Transferencia de Tecnología (ITT) y el Instituto de Diseño e Investigación (IDI).

La gestión del actual rector de UNSAdA fue un período floreciente para la investigación en la universidad y un momento de oportunidades para quienes decidieran dedicarse a la tarea científica, a partir de distintas convocatorias: “Formalizamos un programa de recursos humanos, armamos un programa de becas de posgrado para quienes habían terminado sus carreras en la UNNOBA. Además, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) presentó un programa de becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas, dirigido a estudiantes de los últimos años. La CIC, por su parte, comenzó a realizar Jornadas Científicas donde los Jóvenes Investigadores que se iniciaban podían presentar sus avances. Era toda una movida”.

El Instituto de Investigación y Diseño (IDI) funciona desde 2011 en Pergamino.

Otro de los objetivos de su gestión apuntó a enriquecer el vínculo con el sector privado: “Hicimos un programa de proyectos de innovación tecnológica y transferencia, donde buscábamos que la investigación sea aplicada y hubiera una empresa que fuera la adoptante del producto del proyecto”. Entre estas iniciativas pueden mencionarse: el Sistema Soporte de Decisión para la Cuenca Alta del Río Salado, Microencapsulación de bioproductos y agentes agroquímicos de aplicación a semillas (con Rizobacter), entre otros. “En todos estos casos había un grupo de la Universidad y una empresa, contando con financiamientos importantes para su ejecución”, explica Ainchil.

El Laboratorio de Ensayos de Estructuras y Materiales (LEMEJ), creado en 2014,  demuestra la voluntad de la Universidad de relacionarse con el entorno, brindando soluciones a problemas concretos. Funciona en el predio del Edificio Presidente Raúl Alfonsín, Junín. Foto: Lautaro Chiesa.

Además, se creó un Centro de Desarrollo Tecnológico (CENTEC), que tenía por objetivo brindar servicios de biotecnología de reproducción bovina en las provincias de Buenos Aires y Corrientes. “La verdad que en esos años tuvimos todas esas oportunidades, nos organizamos internamente, nos vinculamos con los organismos de ciencia y tecnología y nos presentamos a muchos financiamientos importantes”, resume el doctor Ainchil al referirse a su gestión, que culminó en 2015.

El Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas se inauguró en 2015 en Junín. 

La actualidad y el futuro de la investigación de la UNNOBA

Aunque Carolina Cristina es secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia desde 2017, se siente parte de los inicios de la investigación de la UNNOBA ya que —como recordaba Rivera— se inició con un proyecto de investigación que luego, con el correr del tiempo, se convirtió en un espacio científico de relevancia para la región, el Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA, en 2015), el que, en la actualidad integran unas 25 personas y que estudia  tumores, infecciones, enfermedad de Alzheimer, entre otros temas significativos para la salud humana. Por su recorrido como científica de la UNNOBA y del Conicet, su mirada abarca las dos décadas de vida de la Universidad.

Carolina Cristina es la actual secretaria de Investigación, Desarrollo y Transferencia de la Universidad. Foto: Matías Lucero.

“En materia de investigación el crecimiento de la UNNOBA ha sido exponencial”, señala la doctora Cristina y luego matiza: “Esto es, básicamente, porque partimos de muy poco. De cero a lo que hoy tenemos, es lógico que ese crecimiento pueda verse con una pendiente positiva grande. Sin embargo, yo creo que ese proceso que, en general, en otras Universidades es lento, en nuestra institución se dio bastante rápido”.

Como Rivera, Cristina valora que las políticas científicas de la UNNOBA mantuvieron la misma orientación desde los inicios y que la planificación fue fundamental a la hora de lograr un crecimiento que tuviera pertinencia para la sociedad: “Todos estos logros fueron posibles por la ‘hoja de ruta’ que se marcó en los primeros tiempos, tanto en el Proyecto Institucional de 2004, como en el Plan Estratégico 2013-2019. Desde los inicios, se apuntó a la consolidación de recursos humanos y centros de investigación, así como a la generación y fortalecimiento de la vinculación y la transferencia tecnológica hacia el medio”.

El CeBio, ubicado en Pergamino, se dedica a la investigación de la biodiversidad de insectos y su genómica, así como a la biodiversidad y genética de mamíferos. Estas investigaciones involucran, entre otros aspectos, el estudio de insectos y roedores que transmiten enfermedades tanto a humanos como al ganado. También estudia plagas que causan enfermedades en los cultivos.

De acuerdo a su perspectiva, los logros han sido resultado tanto del esfuerzo de la gestión como de los equipos de investigación. “En un principio, nos basamos en los esfuerzos personales de los investigadores que se quisieron radicar, y en las instituciones de ciencia y técnica ya presentes en Junín y Pergamino (INTA, Instituto Maiztegui), y en la provincia (CIC). Una cosa nos iba dando pie a la otra: más investigadores teníamos, mayor capacidad teníamos de contar con becas y de presentarnos a convocatorias para subsidios. El CITNOBA promovió la llegada de investigadores y becarios de los que por su parte se nutrió. Hoy, parte del CITNOBA va a ser una unidad ejecutora del Conicet”, reflexiona la doctora Cristina y resalta sobre esto último: “Este logro es importantísimo para la Universidad y para la federalización de la ciencia”.

Uno de los aspectos a los que la UNNOBA dirigió sus esfuerzos desde los comienzos fue la vinculación con el medio: “A medida que íbamos produciendo conocimientos, se iba buscando el modo de transferirlos. A su vez, también íbamos teniendo la demanda del entorno hacia las capacidades de la UNNOBA para resolver problemas”. En ese sentido, Cristina asegura: “Hoy la Universidad tiene una capacidad de vinculación tecnológica que antes no tenía y que muestra su consolidación. Estamos bien relacionados con el territorio”.

El LEMEJ, perteneciente al Instituto de Desarrollo Sostenible, está dedicado a la investigación, asesoramiento y prestación de servicios a terceros en materiales, estructuras, construcciones y productos industriales. Foto: Lautaro Chiesa.

Su evaluación de la actualidad de la UNNOBA es altamente positiva: “Contamos con una buena masa crítica de investigadores, becarios, técnicos. Tenemos financiamiento interno para proyectos de investigación de manera continua. Y contamos con la capacidad de aplicar a financiamiento externo por los grupos de investigación, algo que se tuvo que desarrollar en el tiempo y que ya tenemos afianzado. A su vez, también tenemos la capacidad de transferir los productos de investigación al entorno”.

En cuanto a los desafíos a futuro, Cristina considera que los grupos de investigación consolidados “deben ampliar sus capacidades”, mientras que los incipientes deben lograr “establecerse y desarrollarse”. “¿Cómo se mide eso? Por la producción científica o publicaciones científicas de calidad, lo cual impacta en el ambiente científico y posiciona a la UNNOBA en el país y en el mundo. Además, por la capacidad de transferencia tecnológica que tenemos al territorio”, puntualiza.

El CIBA, centro ubicado en Junín, se dedica al estudio de enfermedades infecciosas, tumores y Alzheimer. Foto: Lautaro Chiesa.

Para lograr ese crecimiento, según la secretaria de Investigación actual, la Universidad debe seguir brindando apoyo a la ciencia, con recursos financieros, y promoviendo las estrategias de cooperación interinstitucionales. “El desafío también es fortalecer los centros —añade Cristina— en cuanto a la infraestructura y el mantenimiento de equipamiento. Además, tenemos que fortalecer la vinculación tecnológica. Es decir, toda esta interacción ya generada con empresas privadas y organismos públicos, hay que potenciarla”.

Foto: Lautaro Chiesa

Sin embargo, aclara: “La Universidad tiene que seguir acompañando, pero cada investigador e investigadora tiene que poner mucho de sí para que sigamos creciendo, porque eso no va a suceder por sí solo”. En este punto, Cristina coincide con el rector Tamarit, quien planteó en un discurso reciente: “Hicimos una inversión fuera de escala en materia de investigación. De eso recogemos una experiencia virtuosa, porque hoy tenemos equipos de investigación, con becarios, doctorandos, posdoctorandos. El crecimiento depende ahora, en gran medida, de los integrantes de los equipos. Por eso, tenemos que redoblar el esfuerzo”.

Fotos de portada: Lautaro Chiesa

Diseño: Laura Caturla

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