El Astillero Río Santiago es la empresa naval más grande de América Latina. Nació durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón en 1953 para dotar al país con una marina mercante y llegó a tener más de 8.000 trabajadores. A mediados de la década del 50, a pocos años de su nacimiento, era considerado el astillero más moderno y mejor equipado del continente. Una década después, a fines de los sesenta, tuvo un segundo período de esplendor, cuando salió de la órbita de la Marina y pasó a ser una Sociedad del Estado.

Resistió a la dictadura y a las privatizaciones de los 90, pero esa década fue un punto de inflexión en su funcionamiento. En vez de privatizarlo, el entonces presidente Carlos Menem decidió pasarlo a la órbita de la provincia. Actualmente depende del Ministerio de Producción de la provincia.

Hoy trabajan allí 3.200 personas y, aunque sin generar expectativas, se trabaja en dos objetivos: convertirlo otra vez en Sociedad del Estado a fin de poder manejar su propio presupuesto así como también firmar contratos con organismos y particulares. Y poder salir de la zona franca, a fin de realizar algunos pedidos que ese marco legal no les permite.

«A futuro, uno de los temas que vendrán serán las construcciones de turbinas para las hidroeléctricas y molinos para energía eólica. El tema de la fabricación de dragas para proveer a quien gane la licitación del canal troncal del Paraná también. Son oportunidades que tenemos que aprovechar. En la medida que haya una línea de financiamiento, decisión política y a la vez la posibilidad de mostrar que se puede cumplir con los tiempos, todo eso se facilita», explicó su presidente, Pedro Wasiejko.