La mañana del sábado 27 de agosto amaneció con incertidumbre para la militancia popular. Habían vallado la casa de Cristina Kirchner y la infantería con carros hidrantes aparecía francamente amenazadora.
Claro contraste con la noche anterior de fiesta, paz y expresiones de cariño hacia la vice presidenta.
Sorpresivamente el Presidente del PJ porteño, anunció que se suspendían los actos en todas las plazas de apoyo a Cristina y convocó a la militancia concentrarse cerca de la casa de la ex mandataria. Los organizadores del acto en Parque Chacabuco, bajo el título «corte a la Corte», se reunieron para evaluar la situación.
Foto: Uriel Mettler
Sin bien es cierto que se reaccionó de esta manera porque era evidente que querían mantener aislada a Cristina, alejada de su pueblo y por eso la convocatoria masiva. Pero, sin embargo, en una reunión previa con con Rachid y Ramos Padilla se consideró que era una trampa de Larreta donde se gestaría una represión contra la militancia que siempre se manifestó en paz y con cariño a la ex mandataria.
En la reunión, las voces más «setentistas» cuyas experiencias durante la resistencia en el plan «Luche y Vuelve» están todavía a flor de piel, calificaron la actitud del gobierno porteño como: “es la preparación de un viejo ardid de la derecha para reprimir y justificar la violencia y no debemos caer en esa artimaña».
En esos momentos ya había alrededor de mil quinientas personas en Parque Chacabuco, y se decidió mantener la convocatoria. Actitud acertada culminando la jornada con más de ocho mil personas.
Foto: Héctor Pellizzi
Al finalizar el acto, en una suerte de asamblea popular se decidió concurrir hasta la casa de Cristina Kirchner, prevenidos de no aceptar provocaciones y estar alerta a los posibles infiltrados, que son los que comienzan las agresiones para dar lugar a la represión.
Foto: Héctor Pellizzi
Los discursos de Juan Ramos Padilla y Jorge Rachid fueron fervorosos y didácticos. Una verdadera clase de política y de historia. Un razonamiento en compañía del sentir de las masas. Una singular empatía con ese pueblo que se congregó en Parque Chacabuco, con el solo fin de defender la democracia y condenar la corrupción del Partido Judicial.
Foto: Héctor Pellizzi
Se vio al pueblo definitivamente en la calle uniendo aquello que los dirigentes pregonaban en sus discursos: «la unidad del Frente de Todos», pero le agregaron un plus: la defensa incondicional a Cristina Fernández de Kirchner.
Foto: Héctor Pellizzi
El pueblo vivó, entre otras cosas, al clamor de «Cristina Presidenta». Sus años de gobierno, el salario mínimo a 600 dólares, la entrega de miles y miles de computadoras para los estudiantes, la creación de Universidades, la leyes para las minorías, los remedios gratuitos para lo jubilados, los cohetes al espacio y la fabricación de reactores nucleares. Vivó y rememoró una época que fue silenciada y destruida por el macrismo. En fin, ahí estaba esa multitud llena de esperanza aprontándose para la lucha y la resistencia…
Foto: Héctor Pellizzi
Texto: Héctor Pellizzi