Laura Oliva: «Te celebro…»

Te celebro, aún con la puntada en el corazón, extrañándote, pero mirando con ojos de futuro; lo aprendí de vos y de mi mamá.
Te escucho, no con los oídos sino como si fueses una entidad que me atraviesa, casi un rayo; lo sé, no sé cómo y porqué pero lo sé y entonces tus palabras me perforan y me dicen algo con tu voz y tu mirada a cada decisión que tomo; sin clichés, sin drama, sin nadie más que vos y yo.
Te lloro con desgarro pero sigo, no con una fortaleza indolente o impostada, sino porque ahora la veo yo, aunque antes la viste vos y no te creí.
Te amo, como amaba tu olor, tus abrazos, tus mimos, tus besos, tus pellizcos, tus roces, tus susurros y tomarnos un vino con charla.
No tengo que decírtelo, eso también lo ves vos; tus hijos te horran en su transcurrir diario; no desde las alturas ceremoniosas del bronce sino desde sus noblezas simples y llanas.
Y me pregunto, con la trampa de saberte y entonces saber tu respuesta:
¿Qué otra cosa me hubieses dicho que no sea «Lau, confiá en vos y sé feliz»?
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