insomnio
Temo a los fantasmas que alguna vez vinieron a mi cama, a extenuar la una y la otra de la que fui, a revolcarse conmigo, a pisar con calzado de clavos en la cruz de mi pecho, ahuyentando la utopía de mi sueño.
No han podido con mi sombra.
En tanta oscuridad, merodea tu rostro, señuelo que reconozco en el espejo traidor hecho daga, que desgarra y alarga la noche.
Llegará el amanecer, ya no estarás.
En la vigilia, cubro mi cuerpo con la manta.
Susana Espinosa
DUDA
A veces me preguntó:
¿Qué hará la grey humana,
si algún día descubre con angustia
que ya no tiene que alcanzar más nada?
Leopoldo Marechal
Bs.As. 1900 – 1970