Hay muertos que siguen entre nosotros. Fantasmas de carne y hueso, con piel fina y lisa, con ojos feroces. Con uno de esos fantasmas se tomó Mariani, el detective lumpen creado por Martín Malharro. Fantasmas que escaparon de una época oscura, como las noches en el delta. Sin estrellas, sin luna.
Con Carne Seca se agranda la saga sobre el Británico, el bar al que el autor era asiduo. Sigue este homenaje en tinta a ese lugar de notables y a sus lecturas. Libros que hubiese celebrado su admirado Manuel Vazquez Montalbán, otro creador de detectives (el.suyo uno más sibarita).
Mariani se embarca en un caso más grande que él, pero como buen sabueso no sabe cuándo abandonar. El misterio es grande, se amplia a medida que avanza y la curiosidad es demasiada. También el sentido de justicia, aunque lo niegue.
Un pedido que parecía simple, encontrar a un viejo taciturno, se convierte en un rompecabezas oscuro. Porque esa persona está muerta, enterrada en el cementerio de la Chacarita. O en realidad no, porque es un fantasma del pasado (cuál no lo es), envuelto en la niebla oscura de la represión ilegal de los 70.
Lo podemos ver a Malharro en Mariani. Sentado mirando el parque Lezama, tomando un café negro, como las novelas que tanto amaba.
Edito @edmilbotellas