Felipe Vallese,  un hombre de armas tomar

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Felipe Vallese,  un hombre de armas tomar

 

El 14 de abril de 1940, justamente el día de las Américas, nacía en el barrio de Caballito Felipe Vallese.

Fue el segundo de los hijos de Rosa Grasso y Luis Vallese.  Don Luis era un humilde inmigrante italiano nacido un 23 de agosto de 1902, que al cumplir 60 años sufrió la más amarga y trágica de las vivencias, ese día secuestraban a su hijo Felipe y nunca más lo volvería a ver. Era dueño de una verdulería y estaba afiliado al MPE (Movimiento Peronistas de los Extranjeros)

Felipe Vallese, comenzó hacer sus primeras armas en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), los estudiantes organizados desde hacía años sentían en la piel la agitación que se vivía. Rondaba el 16 junio de 1955 y ese día, justamente, estaba jugando al fútbol con los chicos en Plaza Irlanda en el barrio de Caballito, cuando  subieron a unos camiones que pasaban rumbo a Plaza de Mayo para defender a Perón.

Al llegar,  vio que en medio del humo del bombardeo había gente muerta, observó a una mujer herida que gritaba sin parar, sintió el calor de los incendios, el sofoco de la humareda, lo ensordeció el aullar de las sirenas, y se horrorizó al ver los mutilados desparramados en la calle…

El Ejército, de un lado defendía a Perón y del otro, los marinos desde los aviones arrojaban bombas, ametrallaban y asesinaban a las personas que se desperdigaban como en un hormiguero pateado en busca de refugio. A un trolebús que llevaba niños a la escuela varios explosivos le habían dado de lleno y los ojos de Vallese vieron el horror de la sangre y sintió el olor a carne quemada. Fue muy duro para él que solamente tenía 15 años…»

El 6 de marzo de 1959, antes de cumplir 19 años, Felipe Vallese entró a trabajar en la fábrica metalúrgica TEA S.R.L.,  participó desde los albores de su adolescencia en la resistencia peronista, primero como estudiante y después como trabajador, tenía un carácter fuerte, dominante, generoso, propio de los líderes que sumado a su inteligencia y coraje lo hacía sobresalir.

Incansable en su trabajo y en su militancia tenía también la responsabilidad de cuidar a su pequeño hijo Eduardo Felipe, que con apenas tres meses lo llevó con él a la casa de calle Morelos 628, donde haciendo gala de su ya ganada independencia se había ido a vivir, aunque no muy lejos de la casa paterna.

Por organizar una huelga fue llevado preso a la cárcel de Caseros, y vuelve a ser arrestado en enero 1959, por respaldar la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, en el barrio de Mataderos. Lo envían a un buque-cárcel de la marina junto con dirigentes más veteranos, como Sebastián Borro y Armando Cabo.

En 1960, con Gustavo Rearte, El Kadri y Rulli participó de la primera acción de resistencia armada urbana, que concretaron bajo la sigla “Ejército Peronista de Liberación Nacional” (EPLN). Hay un párrafo de Juan Carlos Dante Gullo que data del 11 de junio de 2010, y que corrobora el accionar de Felipe Vallese:

“El compromiso pasaba por la práctica revolucionaria, pasaba por estar en los barrios, en las fábricas, en la organización. Y había como una especie de toma de distancia con respecto a lo que era ir ocupando lugares. En eso yo creo que comenzamos a llevar una propuesta interesante, que significaba estudiar seriamente lo que era el nivel de manejo de la cosa pública ¿no?»

Cuando Eduardo Luis Duhalde en 1999 le pidió a Jorge Rulli que rememorara la lucha de Vallese, este le confesó que: “Hubo muchos hombres como Felipe que era un tipo de cuadro que deben tener todas las revoluciones, que no son líderes porque no tienen a lo mejor el carisma o no tienen esa vocación de ser, de que los rodee la multitud, pero esos artesanos sin los cuales sería imposible imaginar un proceso revolucionario, que viven para éste, que tienen una formación moral muy sólida, que tienen principios, que se mueven con una enorme convicción. Felipe Vallese era un poco eso, no un militante de base, sino un cuadro de la juventud peronista, que no se adonde podría haber llegado si no hubiera sido asesinado tan joven.

Felipe era un tipo de pocas palabras pero era un tipo de conducta, de esos con lo que siempre se puede contar, por eso participó en el Operativo de Ezeiza y después cuando ya nosotros estábamos en la cárcel y se dieron los primeros debates ideológicos de la JP , Felipe pasa a trabajar con Beatriz Fortunato y con Pocho Rearte».

Pedro Leopoldo Barraza, periodista y militante que investigó y publicó entre el 12 de febrero y el 23 de julio de 1963 el secuestro de Felipe Vallese en los periódicos alternativos “18 de Marzo” y “Compañeros” que dirigía Mario Valotta, lo describe como “…de tez blanca, cabello castaño oscuro, de cuerpo morrudo, 1,78 de estatura y unos bigotes que le daban mayor edad de la que tenía. Un joven obrero que lee toda clase de libros sin tabúes ni prejuicios ideológicos…”

A partir del 10 de julio de 1962, la policía comenzó a merodear la casa donde vivía Felipe , haciéndole inteligencia a Gustavo Rearte, que muchas veces dormía en la casa de Vallese, para ver si lo “pescaban”, pero Rearte nunca cayó en la “ratonera”.  El 23 de agosto de ese año dieron el golpe: secuestraron a Felipe cuando iba camino a la fábrica que estaba a diez cuadras. Lo atraparon en la calle Canalejas a la altura del N° 1776, con tres móviles. Se aferró a un árbol, pero eran ocho los secuestradores, uno de los policías le pegó varios culatazos en la nuca, produciéndole una profunda herida. Se lo llevaron, y no conformes con eso fueron a la casa donde vivía y se llevaron al resto de las personas que allí estaban.

La Juventud Peronista se activó valientemente y al grito de “Vallese, Vallese, la Patria se estremece” se conformaron Agrupaciones, Ateneos y Comandos con su nombre. Sus compañeros se movilizaron por sí mismos, buscando la justicia negada. La complicidad de las autoridades del Estado conspiró en dificultar, ocultar y deformar el hecho. Fue el preludio de la gran tragedia que vivirían mayoritariamente los trabajadores en los años posteriores.

Texto: Héctor Pellizzi

 

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