1- El frente Europeo, la guerra de Ucrania,
2-El frente Oriental, la ocupación de Gaza,
3-El Frente del Atlántico Sur, con el experimento Milei.
EEUU está haciendo un esfuerzo desesperado por impedir una derrota estratégica con la pérdida de su papel hegemónico y el triunfo del mundo multipolar. El escenario geopolítico está siendo ocupado por China, Rusia y los BRICS.
EEUU fracasó en su intento de imponer, en su beneficio, el modelo de globalización alcanzado por la civilización actual. Complicados por el declive del dólar y la crisis del modelo neoliberal, intentan una contraofensiva con una política extremadamente dura que va desde el uso de terceros países para la guerra, la “otanización” de la antigua Unión Europea, la derechización extrema de la cultura política occidental, la utilización de fantoches filo fascistas, como Zelenski, Bolsonaro o Javier Milei hasta el apoyo más descarado que encubierto del genocidio sionista sobre el pueblo palestino.
La Unión Europea es como un gran corral donde se amontonan las antiguas potencias coloniales que sueñan con sus viejos laureles de hegemonía, aunque se conforman en su papel de socios minoritarios de un capitalismo en decadencia. La OTAN es un pequeño corralito en el que EEUU intenta introducirlos forzados como compinches en sus aventuras militaristas para mantenerse como gran hegemón.
Pero el núcleo duro de esta defensa de la hegemonía imperialista es sólo un trípode: EEUU, Israel y Gran Bretaña. El Frente Europeo, víctima voluntaria de su ceguera seguidista, sufre la peor derrota militar con Rusia, el peor escenario económico con el fortalecimiento económico ruso, el detenimiento de la locomotora industrial alemana, el triunfo electoral de Putin. Sin embargo los norteamericanos obtuvieron algunos importantes logros al subordinar a SUECIA Y FINLANDIA a la OTAN (es decir a la guerra contra la demonizada Rusia) y sobretodo ralentizar la marcha china en pos de la Franja y la Ruta de la Seda en su tramo europeo.
El Frente Oriental está complicado porque la brutalidad de Netanyahu no solo los ha aislado en cuanto organismo internacional existe, empezando por la inoperante ONU, sino que ha provocado una ola de protestas antiisraelíes en todo el globo, algunas de magnitud inédita. Lo peor es que el esfuerzo de Netanyahu de confundir sionismo con judaísmo amenaza con desarrollar una nueva ola de antisemitismo que el humanismo judío, hoy en decadencia, había superado.
Ahora, apostando a escalar el conflicto a una guerra generalizada que involucre de manera abierta a EEUU, atacó este 1 de Abril el consulado iraní en Damasco matando dirigentes militares persas en una abierta provocación. Aunque demorada, llegó la respuesta iraní acompañada de una declaración firme pero que no deja las puertas cerradas a una negociación. Para Netanyahu, pero sobre todo para Biden es la oportunidad de tómalo o déjalo: o se entra en una negociación razonable que desescale el conflicto o se marcha hacia una vasta conflagración. Putin ya ha dicho que si Israel ataca a Irán, Rusia irá a la batalla.
Y en el tercer Frente el gobierno argentino cumple su papel de destruir todos los avances latinoamericanistas que le impedían a los EEUU reconstruir el patio trasero norteamericano a la vez de consolidar la base de la OTAN en Malvinas. Por si todo esto fuera poco Milei acaba de ceder a EEUU una base aeronaval en Ushuaia. Mientras se dedica a entorpecer las buenas relaciones entre nuestras naciones desparramando insultos a troche y moche. Hemos visto a un Milei sobreactuando y zarpado, negarse al ingreso a los BRICS, frustrando las expectativas de potenciar el eje económico y político con Brasil, embistiendo contra un México gobernado por AMLO y una Colombia con un presidente como Petro.
Para completar los desatinos está involucrando a la Argentina en las guerras de otros países, dónde nadie lo ha llamado, abandonando nuestra tradicional política de neutralidad. Lo que Milei logró, con la intervención de la generala Richardson, su verdadero “jefe”, ayudado por la delirante política exterior de Mondino, es liquidar la perspectiva de un polo geopolítico latinoamericano, obturar la colaboración con China y postergar la construcción de la Patria Grande.
La perspectiva dibuja una Argentina fracturada con riesgo de balcanización, una entrega de nuestra soberanía sobre nuestros recursos naturales, un cierre a la perspectiva del país industrializado y modernizado con el auto eléctrico argentino-brasileño potenciado con el litio argentino-boliviano, abandonados los proyectos de reconstruir nuestra red ferroviaria con un nuevo diseño bioceánico y no porteño-céntrico, con la inclusión del tren Bala. Proyectos que contaban con el aval financiero de China y que el presidente y su Ministro Caputo se apresuraron en hacerlos naufragar a la par que convalidaban los ajustes exigidos por el FMI.
Habría que considerar que la situación del pueblo argentino aún podría ser más dura y difícil. EEUU vive una interna complicada porque sus opciones son tajantes e inéditas: ceder en su ambición hegemónica y negociar un papel modesto y realista en el mundo multipolar ó escalar el conflicto geopolítico atravesando la barrera de la sensatez que lo conduciría a una guerra mundial. (imagine cualquiera de las posibilidades intermedias anteriores a la tragedia nuclear y elija usted).
Argentina a través del deforme Chuky ya le ha prometido a Zelenski colaboración militar para continuar la guerra con Rusia. Se abraza con la banda de Netanyahu y viaja a EEUU para convertirse en un semidios iluminado de la Lubavitch. Nos podemos, sin comerla ni beberla, vernos envueltos en una guerra internacional y para colmo del lado de los malos. Es como si en 1944, ya a finales de la segunda Guerra Mundial, hubiésemos abandonado la neutralidad y nos hubiéramos aliados a la Alemania nazi. Un horror injusto e inoportuno. A menos que los argentinos quisiéramos apostar en esta timba del horror.
Lido Egisto Iacomin
Periodista. Analista político. Editor de Cuadernos de Bitácora- Revista digital de Geopolítica y política Internacional.