EL avance del liberalismo salvaje empuja a las mujeres al cadalso

Fuente: Semanario de Junín

hace 3 meses

EL avance del liberalismo salvaje empuja a las mujeres al cadalso

El informe del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación revela que en 2024 hay 18 mujeres desaparecidas, 53 intentos de asesinatos y se registraron 274 femicidios, más el reciente de Catalina Gutiérrez en Córdoba, un aumento del 15% respecto al año anterior. Es decir 35 asesinatos de mujeres por mes, algo así como un femicidio cada 20 horas. Espeluznante.

De acuerdo al informe de la Federación Argentina LGBT en 2023 hubo 133 crímenes de odio de los cuales 118 fueron contra mujeres trans, le siguen los varones gays cis, los varones trans, las personas no binarias y las lesbianas.

Así como las bolsas mortuarias, la horca y la guillotina decantaron en el magnicidio frustrado de Cristina Kirchner, el discurso violento, desagradable, abominable, machista y homofóbico del actual gobierno que se complementa con la xenofobia y el repudio y la amenaza de la moto sierra contra otras ideologías, construye el corredor de la muerte que desemboca en el cadalso.

Cuando el actual presiente se refiere a que: “somos estéticamente superiores” nos remite a la Europa de 1939 y a la hegemonía aria, de allí todos los adjetivos que se enumeran son básicamente irreprochables.

La ciudad de Junín de Buenos Aires, que se vio sorprendida con la prisión en plena práctica de futbol del arquero titular del Club Sarmiento acusado de violencia de género, no escapa a las generales de la práctica de un anarco capitalismo impuesto con crueldad y en forma deshumana a una sociedad que cayó en su propia trampa.

La publicación “Semanario” de la ciudad de Junín recuerda la mayor pueblada por el asesinato de Karen, empleada de un kiosco en ocasión de robo y se pregunta: “En un distrito donde ha habido fuertes manifestaciones por las calles en rechazo a la violencia contra las mujeres, en esta oportunidad no se han oído mensajes de repudio por parte de las distintas organizaciones que componen la vida política y social. Cuando, por el contrario, las críticas hacia el ex presidente Alberto Fernández por otro hecho tan deleznable no faltaban en ninguna tertulia.

No se escucharon reclamos a la reincorporación del jugador al plantel, luego que fuera liberado tras su captura dos días antes, por tratarse de un delito excarcelable y no porque no hubiera elementos para proseguir con la causa, la cual efectivamente sigue adelante.

No lo hizo el municipio que tiene un departamento contra la violencia de género o una secretaría de deportes, ni tampoco los concejales que cuentan con comisiones del mismo tenor. Tampoco los partidos políticos, sindicatos y otras agrupaciones feministas o no, que en otras oportunidades han hecho escuchar su voz.

Ese silencio ha sido seguramente demoledor para las numerosas mujeres que padecen la violencia por parte de los hombres en forma cotidiana y ven como algunos de sus vecinos aplauden al violento.

Es más, hasta el propio club en un comunicado dado a conocer tras la liberación de Lucas Acosta, señala que el hecho ocurrió “por una denuncia formulada por una ex-pareja en un aparente contexto de violencia de género”. Cuando a la luz de lo señalado por el fiscal de la causa poco tiene de “aparente” que el imputado haya amenazado de muerte a su ex pareja y publicara en las redes un video íntimo sin su consentimiento”.

La nota del semanario finaliza diciendo: “…deben ser las instituciones las que colaboren en erradicar este tipo de patologías y no terminar siendo cómplices mirando para otro lado, porque eso también es una forma de violencia”

Esto no lleva a pensar que en las ciudades y pueblos con ascendencia conservadoras de los últimos 50 años, el discurso cavernario ha calado muy hondo en las entrañas de un pueblo que supo de luchas, de resistencias, de leyes humanistas desde los primeros albores de la libertad, guerreando contra el abominable león español convertido, luego, por los patriotas de la independencia en un gatito derrotado militarmente.

Las políticas anarquistas de un mal llamado liberalismo, que ejerce este gobierno, son productos y consecuencias de años de promover el individualismo sobre la comunidad organizada, el consumismo sobre el cooperativismo, la producción primaria sobre el desarrollo económico, el aislamiento sobre la inclusión y la integración y notoriamente la ciencia y la tecnología en función del monopolio de la hegemonía de los poderes concentrados económicos por sobre lo más preciado que tiene el ser humano: el trabajo digno, la vivienda digna, la salud y la educación para todos.