Disponible el libro: Postales. Una geopoética
El segundo libro del poeta salvadoreño, naturalizado argentino, César Saravia.
Primer premio del Concurso Nacional de Cuento y Poesía
Adolfo Bioy Casares, 2023.
Compuesto por 26 poemas, Postales. Una Gepoética, se propone una poesía territorialmente fijada. Prestando elementos de la narrativa y el ensayo, la propuesta poética es búsqueda por explorar la transición de una realidad territorial y cultural a otra. Es desde la mirada del yo poético en donde una nueva realidad socioterritorial se construye. Así, el espacio se pretende significante y significado.
César Saravia, San Salvador,
El Salvador, 1989. Es poeta y comunicador.
Nacionalizado argentino desde 2024. En 2018 publicó su primer libro, Era Feriado y Estábamos Despiertos, editorial Colibrí.
Es organizador de ciclos como Cross en La Boca, Libera la Palabra, y las mesas de reflexión entre literatura y política, POSTA. Es integrante del Centro PEN en Argentina.
El lanzamiento oficial de los libros se llevó a cabo el 6 de diciembre en el Municipio de Las Flores,
Sobre el autor:
cesar_saravia89
[email protected]
Junín
La primera vez que leí frente a 100 personas
corrí 4 cuadras desde la estación de Junín
con J de Juli
con J de Juan Solá
que también leía esa noche
y yo hacía las veces de telonero
como esas bandas nuevas
que aprovechan el momento
su momento
lejos de Buenos Aires
mucho más lejos de El Salvador
de aquel bar en la ciudad de Antiguo
donde leí por primera vez
frente a 8 personas
esa tarde mis amigos
prefirieron ir a jugar fútbol
mi madre era la que más aplaudía
yo me enamoré de alguien
un amor no correspondido
de esos amores
donde solo quedan poemas
escritos en el silencio del rechazo
en la intimidad de los papeles
como ese poema erótico
que leí una noche
donde apenas podía leer la letra
condicionado por los efectos de un vodka
que llamábamos vodka
por pura confianza en la etiqueta
esa noche en que alguien aplaudió
pidió el poema con entusiasmo
y yo pensaba
¿De verdad le habrá gustado?
fue de esos amores que no fueron
esta vez por lento
aunque la lentitud
también la aprendí en el desapego
porque el amor
nunca sabe terminarse a tiempo
siempre es muy pronto
siempre es muy tarde
como mi llegada al ciclo en Junín
en que hice el típico chiste sobre mi acento
para romper el hielo
chiste para marcar la diferencia
para robar con la diferencia
para potenciar ese silencio
en que uno cree el cuento
que la poesía salva
que la poesía ilumina
la única poesía que ilumina es la que arde
decía aquel rapero
que cantaba a la anarquía
y ahora pide más milicos en la cuadra
¡porque ojo!
cuidado con ser tan radical
y terminar dando la vuelta
como las que da el micro a Junín
pampa húmeda
en esa ciudad que tiene más cárceles
de las que se merece
a la que unos meses después
fui con ella
la que hablaba de emociones
la que me enseñó a hablar de emociones
y dejó en todo el barrio
la nostalgia de un pueblo pesquero
cuando una noche
salió por la puerta
dejó su llave colgada en la pared
en esos días en que aprendí
que no era la poesía
ni los desamores
ni los amigos ausentes
ni el vodka barato
ni las distancias largas
ni el rap anarquista
porque no
el infierno no son los otros
el infierno lo lleva uno adentro
uno se salva
en los aplausos genuinos
en las amigas que quedan
en los 15 minutos de contemplación
que le roba al día
en despertar cada mañana
apostando a que la vida
siga valiendo la pena.