Esta obra del canal de Magdalena es fundamental para la Provincia de Buenos Aires y para toda la Argentina», le dijo este viernes que pasó Alberto Fernández, Presidente de la Nación, al gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Verdadera agradable sorpresa, implica un cambio –y una respuesta– que desde esta columna se reclamaba al igual que desde diversos sectores obreros y sindicales, y algunos pocos, muy pocos, de la política.
La licitación y puesta en operaciones del Canal Magdalena, que bordea la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, es decisiva para el verdadero comercio exterior argentino.
Y el canal es decisivo porque actualmente –hay que machacarlo para quienes lo ignoran– la pura y cruel verdad es que la República Argentina no tiene salida propia y soberana al mar, ni al Océano Atlántico ni al mundo.
El comercio exterior es el de las grandes corporaciones, que no pesan lo que llevan y traen; que no pagan impuestos ni aceptan retenciones; que no se someten a leyes argentinas; que manejan casi todos los bancos y mercados, y que encima son los que más protestan y pretenden victimizarse frente a un Estado ya bastante desnutrido, hiperburocratizado, de frágiles controles y con parte de su funcionariado demasiado sensible a presiones y coimas.
En ese contexto el anuncio presidencial –y la eventual decisión, si en efecto se toma– son esperanzadores, tanto como que el primer paso deberá ser el anuncio oficial y la consecuente derogación del Decreto 949/2020 que ha venido siendo el manto protector de todas las trapisondas y mentiras con que se engañó al pueblo argentino haciéndole creer mentiras y forzándolo a admitir mansamente el despojo.
El Canal Magdalena permitirá la conexión marítima y fluvial entre todos los puertos argentinos, llevando así la soberanía nacional a todo lo que sale o entra en los más de 5.000 grandes barcos que hoy entran o salen de puertos extranjeros sobre nuestro río Paraná, y que en realidad no amarran ni zarpan de puertos argentinos aunque estén en las riberas del Paraná. Ese comercio, en realidad, llega a, o parte de, puertos uruguayos concesionados por entre 60 y 80 años a capitales belgas y británicos.
EL decisivo encuentro de Alberto Fernández con Kicillof sólo requiere, ahora y para perfeccionarse, que se llame a licitación pública para construir el gran Canal que la Argentina necesita y merece. La puesta en marcha del Magdalena permitirá establecer la continuidad fluvio-marítima a través de nuestras propias aguas territoriales, estableciendo Soberanía en la salida al Atlántico Sur, a la vez que, al acompañar la dirección de las corrientes y el transporte de los sedimentos, requerirá menos mantenimiento y brindará inmensos beneficios y miles de empleos a la Provincia de Buenos Aires y al país todo.
Y por si fuera poco, por esta vía el Paraná, con el Plata y el Magdalena, serán la punta de lanza de la fundamental reactivación de la Industria Naval Argentina.