Arshak Karhanyan, el policía armenio desaparecido en territorio de Larreta

Arshak Karhanyan, el policía desaparecido en democracia

Tenía 28 años, vivía en un departamento alquilado en Caballito, estudiaba ingeniería informática y era miembro de la Policía de la Ciudad. Fue visto por última vez el 24 de febrero de 2019 en un comercio donde compró una pala de punta, mientras estaba de franco. “Como una casa sin paredes, así me siento”, dice su madre en el libro “Desaparecer en democracia”, donde Adriana Mayer recuperó su historia.

“Como una casa sin paredes, así me siento. Quiero hablar con Horacio Rodríguez Larreta, nos tiene que escuchar, nadie se nos acercó ni para ver cómo estamos. Pasaron 4 años, no sé dónde está ni qué pasó. Mi hijo desapareció en medio de Caballito a las dos de la tarde, no en un lugar alejado y oscuro, no puede ser que nadie haya visto nada”. La voz de la  madre del policía desaparecido en plena ciudad de Buenos Aires, se quiebra en llanto. “Arshak me acompañaba, me aconsejaba, siempre estaba atento, era un hijo presente”, dice Vardush Karhanyan, a quien llaman Rosita desde que vinieron de Armenia en 1997,

Nunca le gustó que trabajara en la policía, le parece algo muy distinto a ser maestro o ingeniero, pero sobre todo cree que hay que tener un carácter diferente del que tenía Arshak. “Hay que ser vivo, como dicen acá”, se ríe. “En televisión dijeron que se fue por sus propios medios, ojalá fuera así porque entonces alguna vez me va a llamar. Pero pasaron los años, no creo que se haya ido. Me parte el alma ver su moto nueva, me duele todo, no puede haber dejado todas sus cosas, no sé por qué pasó esto, no entiendo nada. Todos los días pienso que no puede ser, la Justicia es muy lenta, hace años que dicen que van a cambiar la carátula, pero no creo nada.

La legisladora del Frente de Todos Victoria Montenegro denunció la directa responsabilidad del gobierno porteño en esta desaparición. La investigación está a cargo del juez en lo Criminal y Correccional 27 Alberto Baños, que demoró meses en autorizar a la familia a ser querellante y no tuvo ningún resultado sobre el paradero del policía.

 

Los últimos pasos

Caminó hasta avenida Rivadavia y Paysandú, entró a un local Easy y compró una pala. Pagó en efectivo y se la colocó en su mochila. A partir de este momento, no hay más rastros de Arshak. “La fiscalía pidió preservar todas las cámaras que estaban a cinco cuadras del local Easy y de la casa del policía desaparecido, pero cuando pidieron las del día y hora de la desaparición la Policía de la Ciudad mandó a la fiscalía las de dos días después.

Los registros de las cámaras de seguridad más importantes no existen. El primer rastrillaje de la policía que era el más importante duró pocos minutos y lo hicieron con poco personal. El peritaje sobre el celular personal de Arshak, un Iphone, fue realizado por Cibercrimen de la Policía de la Ciudad que devolvió el teléfono con un cartel que decía ‘desactivado’ y así no se pudo saber con quién habló en los días en los que desapareció.

El fiscal Santiago Vismara, a través de peritajes de otras fuerzas de seguridad, descubrió que el procedimiento fue mal hecho y que hubo una posible manipulación para hacer desaparecer el contenido original del teléfono”. Gendarmería acató la orden de la Justicia y llevó a cabo allanamientos. Nunca obtuvo resultados. Por todas estas irregularidades la causa sería trasladada al fuero federal para que se investigara a varios efectivos de la Policía de la Ciudad y en particular Leonel Herba, la última persona que vio con vida a Arshak Karhanyan.

Herba tiene que dar explicaciones por contradicciones entre lo que él declaró y lo que declaró su pareja, Jazmín Soto, y por audios de conversaciones telefónicas que se están investigando como indicios de conductas de presunto encubrimiento.

Todo lleva a suponer que la connivencia de la policía de la Ciudad con el narcotráfico determinó la desaparición del policía armenio.

Larreta es responsable pero no se hará cargo, porque no lo hizo con la muerte de cinco chicos por sobredosis en en Costa Salguero, un boliche clausurado que la Ciudad habilitó y no cumplía con las mínimas condiciones de seguridad establecida por el código urbano.

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