Escribe Carlos Aira

Bernabé Ferreyra: El jugador que inventó el fútbol espectáculo

BERNABÉ
Por Carlos Aira

Bernabé. Su nombre condiciona apellido. Bisagra de nuestro fútbol; como lo será Diego Maradona décadas después. Multitudes que llenan un estadio tan sólo por verlo. Estruendo, grito y contundencia. El jugador que inventó el fútbol espectáculo. Fundamental en la historia de River Plate. ¿Fue tan grande Bernabé?

Mucho más que eso: sigue siendo un desafío dimensionar lo que generó en 1932. Ídolo popular de la estatura de justo Suárez o Irineo Leguísamo; tan sólo superado por Carlos Gardel. «El homicida más bueno del mundo», dijo sobre él su amigo Pituco Troilo. Renato Cesarini los sintetizó: «jugar con Bernabé era entrar a la cancha ganando uno a cero». Tan grande como hoy olvidado, Bernabé es un mito que se convirtió en leyenda.

Rufino – Junín – Tigre

Rufino. punto tripartito en la punta de la bota santafesina. Campo y ferrocarril. Allí nació Bernabé, el viernes 12 de febrero de 1909. sexto y último hijo de una familia que abrazó el fútbol con pasión. De pibe vistió la camiseta de Jorge Newbery junto a sus hermanos Joaquín y Paulino. Tiempos en los cuales forjó un remate que hará historia: «mis hermanos se habían empeñado en que fuera el shoteador más fuerte del pueblo».

Era un acuerdo secreto que había entre ellos, «aún cuando el maestro ejecutor fuera Paulino, a quien siempre admiré por su extraordinarias condiciones».
La vida llevó a Bernabé hacia Junín. Con 16 años se empleó en el ferrocarril y fichó para B-A.P, club de la empresa Buenos Aires al Pacífico. Su paso por el fútbol juninense fue fulminante. El equipo se consagró campeón en 1927 venciendo en la final a Sarmiento. En 1928, Bernabé se cansó de meter goles: 13 en tres partidos consecutivos.
Su fama lo llevó por primera vez a Buenos Aires cuando participó del combinado de payucas que enfrentó a Motherwell ingles en cancha de Racing.
A fines de 1928 Bernabé se debió trasladarse a Capital Federal para tratarse de una dolencia hepática. Se hospedó en casa de Alberto Monje, un juninense de estrechos vínculos con el fútbol porteño.
Monje persuadió al goleador de probar suerte en la gran ciudad y consiguió una prueba en Talleres. Al ser un club ferroviario, brindaba a Bernabé la posibilidad de jugar y no perder antigüedad laboral. Pero en Escalada le bajaron el pulgar. En esos días incierto, Monje encontró en Tigre otra prueba para el goleador. En Rincón de Milberg querían garantías.
El goleador traía buenos antecedentes en Junín, pero su ensayo en Escalada había dejado duda. Se armó un amistoso para probar al chacarero. cuatro goles a El Porvenir sellaron su ingreso al fútbol porteño. El debut de Ferreyra en Tigre fue espectacular. El 25 de agosto de 1929, junto al delta del río Luján, Tigre venció tres a uno a Banfield. Bernabé marcó dos goles, uno de ellos, desde 30 metros.
Ferreyra no tardó en destacarse. Cargó la frustración de quedar afuera del mundial de 1930, pero fue figura en la gira de Huracán por Brasil y Vélez por toda América. En abril de 1931 luego de cinco meses fuera de casa, el goleador alegó cansancio y se instaló en Rufino. Intimado por la dirigencia de Tigre, reapareció en la 14 fecha del campeonato de 1931. Esa tarde, Bernabé le marcó cuatro goles a Quilmes. Pero hubo una bisagra en su vida deportiva.
Domingo 27 de septiembre de 1931. tigre recibió a San Lorenzo en La Boca. Los Santos vencían dos a cero y Ferreyra parecía negado. Todos sus remates salían desviados. Pero todo cambió entre los 30 y 36 minutos del segundo tiempo. El diminuto Jaime lema debió buscar tres veces el tiento dentro de su arco. Tigre dio vuelta el partido con tres golazos de Balazo. Bernabé garabateo su hazaña a un amigo juninense, carta que el gráfico descubrió y publicó 82 años después de haberse escrito:
«La gente se volvió loca cuando marque el gol del empate, pero cuando marqué el tercer gol fue tal la inyección que se me cayeron lágrimas de alegría. Me quisieron levantar en andas, pero yo no quería porque a lo mejor algunos de San Lorenzo me tiraban de rabia. Pérez, en mi vida vuelvo agarrar un taponazo como el que agarré en el segundo gol. Estoy seguro de qué nadie vio la pelota. Fue una patada  feroz  como no agarré nunca en mi vida».
Pasado los años, miles de inchas aseguraron presenciar aquella tarde gloriosa. Cuando esto sucedía, el goleador sacaba una libreta y hacía una raya: «en esta libreta anoto todos los que me vieron esta tarde. Habrán estado unos 5000 personas en la cancha de Boca. Y con lo que llevo anotado que dicen que estuvieron, ya tengo para llenar tres estadios de River…»
River 1932

La campaña de Bernabé en 1931 fue asombrosa: 19 goles en 13 partido. El gráfico lo bautizó el cañonero: centro Forward de Tigre, terror de los arqueros por su shot de potencia extraordinaria. Su contratación obsesionó a Antonio Liberti. La mayor traba era su precio. Tigre tasó a su goleador en 35.000 pesos, una friolera.

La Comisión Directiva riverplatense se reunió para analizar su compra. Hubo dudas pero los socios se agolpáron en la sede clamando la adquisición del goleador. En la tarde del viernes 11 de marzo de 1932, dos días antes del comienzo del certamen, Micheli citó a Liberti en el cine Spléndid de San Fernando. Un maletín con casi 40.000 pesos selló la transferencia. Asombro. La prensa intentó explicar lo aún desconocido:

El pase de Bernabé superó cualquier lógica. Caras y Caretas realizó un cálculo del dinero invertido. El dólar cotizaba 3, 88 pesos o sea, una inversión de 9005 dólares. Con ese dinero se podían comprar 11 autos Opel, de cuatro cilindros y asientos regulables, 514 trajes derechos o cruzados de casimir inglés, 516.000 kilos de trigo o 693.000 kilos de maíz o 362.000 de lino en el Mercado Central de Frutos, 175.000 atados de cigarrillos Condal sin nicotina. 5.600 pares de zapatos para colegiales en casa Harold’s, 14.000 discos de repertorio popular de la RCA Víctor, un año de alquiler para 11 habitaciones en el City Hotel, 70.000 entradas populares para ver en acción al gran Bernabé.

El mortero de Rufino

Bernabé Ferreira fue sensación desde su primer partido riverplatense. La tarde del debut marcó dos goles a Chacarita juniors. Una semana después, ante Tigre, anotó otro par de goles. Por la tercera fecha, River visitó a Argentinos juniors en San Martín 2115. El fenómeno Bernabé comenzó a sentirse. La dirigencia local amplió la tribuna.  hinchas pugnaron en forma titánica por una entrada. Partido cerrado y sin goles, pero al final anotó Bernabé.

Ferreira se convirtió en sinónimo de emoción. Domingo 10 de abril. En recoleta, River, recibió a los profesores pincharatas. Se vendieron más entradas que la capacidad del estadio20,000 permitía. Nunca había sucedido algo así en Tagle y Alvear. Hasta Bernabé, River estaba lejos de Boca o San Lorenzo en las preferencias populares. Todo había cambiado. River goleó y Ferreyra señaló dos goles, uno de ellos, La Nación, lo calificó señor golazo.
Buenos Aires bajo el embrujo de dos deportistas excepcionales. Bernabé y Vito Dumas, el navegante Solitario, quien atravesó el Atlántico uniendo el sur francés con nuestra Capital a bordo del Legh, una humilde embarcación a vela. Si Dumas era exponente del coraje criollo, Bernabé fue un espectáculo inédito. Su presencia atrajo multitudes deseosa de sentir el escalofrío trepidante que generaba el mortero cada vez que avanzaba y los arqueros iniciaban sus súplicas. Goles y más goles. Ferro y Quilmes fueron sus siguientes víctimas. Nueve tantos en seis partidos.
Séptima fecha, River visitó a Platense. En Manuel Pedraza y Crámer se sumaron los tablones necesarios para cobijar a la mayor cantidad de hinchas posible. Los calamares habían contratado a Paulino Ferreyra, porque el duelo entre hermanos debía ser parte del show. Una hora antes del partido se agotaron las entradas. La multitud padeció un apretujamiento inhumano, pero Bernabé no defraudó. River ganó cuatro a cero con tres goles del mortero, uno de ellos memorable: Rodolfo devoto perdió la pelota en el círculo central. Ferreyra recogió el tiento y remato tan fuerte que Sebastián Gualco no atinó a arrojarse. La pelota hizo un ruido atronador cuando golpeó el poste izquierdo antes de meterse.
Con el olfato popular, Crítica dispuso un premio singular: una medalla de oro al arquero que resistiera un partido invicto al goleador de los mil apodos: Balazos, El Mortero de Rufino, Berta 42. Para todos los periodistas, Bernabé era medio equipo de River: Bernabé Ferreyra era fundamental para el cuadro. Su remate codicioso y preciso convergerá en el instante adecuado, si la suerte no le impide, irá a la Red adversaria, una, dos, tres veces. Este y no otro es el secreto de River Plate.
Octava fecha. River venció dos a cero a Gimnasia con gol de Bernabé. Una semana después los millonarios visitaron a Basualdo 436. Tarde lluviosa sobre Villa Luro. Vélez inauguró una gran tribuna sobre la calle Pizarro, pero fue insuficiente para tanta expectativa. Faltando media hora para el inicio del partido, una muchedumbre venció los portones y generó una avalancha que pudo ser catastrófica. Vélez ganaba con gol de Salvador Merari, hasta que un esperado taponazo de Bernabé igual el partido.
Todo fue Bernabé- El hombre más mentado de la patria. El propio goleador deslizó el secreto de su éxito: el forward debe tener ojos pegados al arco y estar atento a sus incidentes. Yo siempre pido rapidez porque cuando menos tiempo se pierde en una jugada más probabilidades de éxito. Los arqueros fueron sus víctimas necesarias. Eduardo Alterio aceptó tener miedo ante la fortaleza de su remate. A veces pienso que va a matar a alguno. Hay que estar en el arco y ponerle la mano a la pelota cuando la impulsa Ferreyra. Pibona deslizó que el goleador conocía su arma y no siempre la empleaba: «cuando se alzaba frente al guardavalla nunca le tira fuerte, sabe que un pelotazo en la cara o en el estómago puede tener consecuencias fatales, y opta por tirar a un rincón deliberadamente. Contra nosotros perdió dos goles por cuidarme y de eso estoy agradecido».
Quién podría frenar a Bernabé. Ángel Bossio, la maravilla elástica de Talleres, nada pudo hacer ante un remate cruzado del goleador. En la fecha siguiente, Bernabé le metió tres a Lanús. 18 goles en 11 partidos. «El hombre no sabrá de firuletes académicos ni de picardías malandrinescas. Él se cuida sus extremidades inferiores que valen una fortuna y tira al arco. ¿Qué no acierta? Paciencia y mala suerte. Si perfora la Red, mejor. Eso fue lo que hizo Bernabé esta tarde».
Domingo 29 de mayo de 1932. River el visitó a Racing. Duelo de invictos. La expectativa fue inmensa. Parecía empate sin goles hasta que Bernabé perforó la cortina metálica con un derechazo fulminante. Desde ese momento, la fama de Bernabé fue imposible de medir. Doce arqueros de reconocída eficacia, doce arqueros entre los qué hay de todo, pelo y marca:
Botasso, Bossio, Pardiez, Gualco, Scandome, Curtí, Alterio entre otros han caído vencidos por el cañonazo de Bernabé. Ni uno solo ha podido, hasta la fecha, impedir que la tromba que River posee en su línea de ataque no lo perfore. Partido tras partido, Balazo va quemando redes ante el esfuerzo infructuoso de los cuidadores de palos. Más de una vez, y como el domingo, cuando el score permanecía lógicamente sin abrirse, supo conquistar su tantito dominical.
A River, si le pusieron Sportivo Ferreyra, nadie podía enojarse.
Finalizado el partido, Bernabé se dirigió hacia la estación Pacífico. Allí tomó el tren con destino Rufino. El goleador no vivía en Buenos Aires. En la semana se encontraba en Junín o en su pago natal. Un cronista de Crítica viajó hacia Rufino. No encontró a la fiera sino al «Ñato». El hombre que se divertía cazando perdices y eternas partidas de truco. Que paseaba feliz con su novia, una morocha que lo enamoró una noche de carnaval, cuando ella quiso tirarle agua de un balde de metal y terminó provocándole una ventana en la sonrisa.
En la 13ª fecha River recibió a Huracán. El arquero quemero era Cándido De Nicola. Pesaba 25 kilos mojado y era reconocido por sus gruesas rodilleras. De Nicola tuvo una actitud formidable. Bernabé lo probó desde todos lados y no pudo derrotarlo. El partido fue suspendido faltando 17 minutos por falta de luz. Los reos de gorras se preguntaban si aquel arquero de pinta enfermiza sería el primero que la Fiera no derrotaría.
Pero la racha de Bernabé se cortó efectivamente, en el cemento de Avellaneda. 26 de junio de 1932. Independiente goleó cinco a cero a River. Luego de 16 partidos, Brernabé Ferreyra no batía la meta rival. Comenzó la polémica por la medalla de Crítica, Néstor Sangiovanni se hizo poseedor al premio, pero aún restaba jugarse los minutos faltantes de River -Huracán. El encuentro se completó el miércoles 13 de julio con una manganeta. De Nicola no defendió la meta de su equipo. Crítica terminó premiando ambos arqueros. Las medallas fueron entregadas en la fría tarde del domingo 24 de julio.
En Avellaneda se enfrentaron Independiente y Huracán. Un periodista del diario reunió ambos arqueros en el círculo central. De Nicola, vestido con chaquetilla azul de Jockey, no pudo con la emoción: profundamente agradecido. Sólo hice lo que pude. Sangiovanni, ricota blanca y rostro pétreo, tan sólo atinó decir: bueno, está muy bien. Gracias, el partido va a comenzar. Bernabé logró que De Nicola y Sangiovanni sean eternos al no recibir sus goles.
Pero en aquel 1932 Bernabé tuvo unas lagunas. Tres partidos consecutivos sin goles. Sin sus conquista, River perdió ante Ferro y  Quilmes. Si los goles de Bernabé, ¿qué pasaría con River Plate?
Vento es plata , plata es money. Cuando a un millonario se le acaba el money, se queda pato y en la miseria. Al millonario que me refiero -ricachos, moderno y deportista – se le está acabando los golazos dominicales de Balazo Ferreyra que definían casi siempre la situación y esa falta de Bernabé están mermando, domingo tras domingo, sus puntos en el campeonato. Desde que la Fiera no moja su golcito reglamentario, River ha perdido. Con derrotas, una tras otras como botón de chaleco, ha permitido que los diablitos rojos de Avellaneda lo hayan desalojado de la planta alta, donde venían corriendo con gran ventaja. Por lo que se ve, cuando Ferreyra no hace gol, nadie es capaz de hacerlo y como Balazo no moja hace algunos partidos, cabe preguntarse¿ a los millonarios se le acabó el vento?
Finalmente, River se consagró campeón. Los 43 goles de Bernabé fueron determinantes dentro y fuera del campo de juego: en 1931, el fútbol profesional vendió un promedio de 6.552 entradas por partido, en 1932 fueron 8.121 localidades. Bernabé forjó algo tan grande, como desconocido. Ante la falta de palabras, Monsieur Perichón pretendió explicar lo inédito: como no existe el diccionario de la lengua palabra que traduzca su situación, en honor al gran Bernabé habría que inventarla para él.
Miles de conjeturas de tejieron alrededor de su remate demoledor. Se dijo que tenía un sobre hueso en peine derecho que actuaba de gatillo. Otro hicieron hincapié en los finos zoquetes de seda que el goleador utilizaba debajo de las medias. Algunos proyectaron una teoría singular. El cuerpo de Bernabé era extraño. El periodista Diego Lucero así lo escribió: «tenía cara ancha y chata, cuello corto, hombros levantados, piernas de conformación curiosa, fina, como patas de tero y unos pies raros, cortos, redondos, casi informes, que parecían muñones. Nadie pudo explicarse como le pegaba la pelota para darle a su disparo tanta potencia».
Carlos Peucelle sostuvo que el remate de Bernabé, con pelota en movimiento, fue el más violento de nuestro fútbol: una tarde, contra ferro, agarró dos pelotas de sobrepique y dejó temblando el travesaño. En la semana me encontré con Grimaldi, el arquero de Ferro y me dijo que animal este tipo te juro que sentí como se movía el travesaño y me asusté. Finalmente, el 12 de marzo de 1972, en la previa de un River- Boca en el monumental, Bernabé deschavó su secreto en el aire de radio Rivadavia: cuando éramos locales en Alvear yTagle, le pedí aal canchero Fidel López que le pusiera dos cámaras a la pelota. Esa pelota la mojaba y pesaba tres o cuatro kilos. Por la violencia de mi Shot, me convenía la pelota pesada».
Los años 30 fueron suyos. Fue el hombre más caro de su tiempo- Cada renovación de contrato fue un suplicio para la dirigencia millonaria. Se había generado un mito a su alrededor. Decía que tenía pretensiones estrafalarias, como exigir coches de último modelo a cambio de goles en partidos vitales. En cada clásico, la tribuna xeneize gritaba: «Bernabé, Bernabé, quiere un auto y no  la ve»
Los viajes a Rufino ya no eran en tren sino en avión: «un amigo llamado Carlos Spinetto vendía vuelos a Mendoza y como la pista de aeroclub de Rufino era muy buena, varias veces me invitó a venir en avión. Pero el avión me lo pagaba yo, y no el club o el banco de la Nación. me costaba mis buenos 60 pesos. Menos mal que de Rufino a Buenos Aires no hay agua, sino hubieran dicho que me mandaban un submarino para llevarme y traerme».
La fam de Bernabé se reflejó en la película El Cañonero de Giles, filmada en 1936, con Luis Sandrini como protagonista. A modo de promoción, Ferreyra y Sandrini dieron juntos una vuelta olímpica en la cancha de la avenida Alvear. El público los ovacionó mientras en los parlantes sonaba el tango la Fiera, con letra de Francisco Laino y música de Miguel Pedula: «muchachos, tengan cuidado que sea próxima la fiera».
Desde su debut de 1932 hasta su retiro en 1939, Bernabé marcó 201 gol en 185 partido con la banda roja. En 1938 y 1939 apenas jugó un puñado de encuentros. Sus piernas maltrechas parecían morcilla, según la curiosa apreciación de su mujer. Lo intentaron frenar en todos modos. Recibió miles de patadas. Nunca un reproche. Una vez le dijo a un defensor para pegar, por lo menos sacate la medalla. Otra tarde lo marcó el durísimo José Scarcella. Pepe el herrero, le pegó sin misericordia. En un momento, Antonio Demare, capitán Racingista, miró a su compañero y con señas pidió que aflojara. Scarcella se acercó el tano y le dijo seguro que que no le voy a dar más, siquiera protesta y tampoco se achica.
En 1936 se casó con Juana Bonetto. Tuvo dos hijos Bernabé y Carlos. En su apogeo instaló un bar en Maipú, entre Corrientes y Sarmiento. No le fue bien. Retirado del fútbol marchó hacia Rufino. Regresó en 1941. Había ganado muchísimo dinero. Pero su economía quedó maltrecha. Desde 1943 trabajó como ordenanza en River Plate. Durante décadas estuvo a cargo de la cancha de pelota paleta.
Como recordó Peucelle. «El ñato sí que no tenía cocodrilos en los bolsillos. Por eso ganó mucho y le quedó muy poco». Siempre tuvo la billetera lista para dar una mano. Hasta en forma de cábala: «entre la legión de pedigüeños se destacaba uno por su originalidad, todos los domingos esperaba a Ferreyra en la estación y conforme lo tiene a tiro, le pide cinco pesos en tono imperativo. El popular footballer, por cábala, gracia, u otra cosa responde al pedido como se tratara de una obligación».

Vivió en San Telmo, en la esquina de Perú y Humberto Primo. Siempre fue hincha de Racing, pero agradecido a River Plate: Bernabé a River él nunca le falló pero River a Bernabé tampoco, recordó su hijo Carlos. El reuma y el cigarrillo lo tuvieron a mal traer en sus últimos años. Bernabé Ferreyra se convirtió leyenda el lunes 22 de mayo de 1972, tenía 63 años.

Del Libro: Héroes en tiempos infames de Carlos Aira

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