Cada generación de juninenses es titular y a la vez responsable de su herencia histórica, en todas sus hechos y dimensiones, sobre todo cuando se trata de acontecimientos que trascendieron el marco local.
En el caso de la epopeya que protagonizó Luis Ángel Firpo, esa responsabilidad ha sido ignorada acumulando una deuda gigantesca en mora con el pasado, el presente y en perspectiva, con el futuro donde las generaciones venideras no sentirán la emoción que se siente cuando se enteran que provienen de un camino jalonado por estos grandes exponentes del espíritu de grandeza de su tierra natal.
Una reparación inicial de esta omisión acumulada parece adecuada y factible en la actualidad: colocar una réplica de la Estatua que identifica su tumba en la Recoleta al lado del monolito modesto citado en el loable artículo publicado por La Voz. El gran Firpo lo merece largamente hace un siglo.
Benito Gorgonio de Miguel