La Jueza María Eugenia Capuchetti, quien tiene la causa por el atentado de magnicidio a la Vice Presidenta Cristina Kirchner, ha tomado una decisión que perturba los cánones jurídicos de la ética, de la investigación transparente y ha entrado en el laberinto de la perversidad política tomando partido por lo peor de la escoria ideológica.
Los esbirros del intento de asesinato aquel primero de septiembre, están entre rejas porque son la porción descartable de la máquina de vomitar odio.
Pero los reales articuladores, aquellos y aquellas que armonizaron el pacto criminoso, son justamente los que la Jueza Capuchetti se niega a investigar. No castigó a los que mintieron bajo juramento, no siguió la ruta del dinero de los que financiaron el atentado y menos aún de los actores intelectuales del magnicidio frustrado.
Diputado Milman
Según la ex mandataria, “Capuchetti paralizó y boicoteó la investigación”, y esto tiene asidero porque permitió la pérdida de pruebas que a esta altura resultan irrecuperables. Escandalosa y desleal la postura de la Jueza que se niega a darle luz a la oscura trama que posiblemente tenga a Patricia Bulrich como su principal articuladora.
Carolina Gómez Mónaco
Todo el entorno de Macri está involucrado de una manera u otra en la danza macabra donde baila lo peor que parió la política de la democracia. Desde el “Toto” Caputo, “el mago de las finanzas” que financió a través de sus familiares a la horda de asesinos que perpetró el delito, pasando por Milman, responsable de inteligencia del macrismo, y siguiendo por Gómez Mónaco, una Mis que se enreda en la bizarra pero macabra tela araña de la corrupción entre empleados estatales, panelistas de TV, diputados pidiendo la pena de muerte para la Vice Presidenta y hasta una extraña vecina…
Capuchetti avergüenza a la inteligencia mientras agudiza la perversión y el terrorismo.