Hay una realidad dolorosa: la política no comprende al deporte como una herramienta de constitución social y nacional.
Por Carlos Aira
Existen excepciones provinciales y municipales, pero en trazo grueso los políticos y sus asesores están comprendiendo al deporte como un engranaje del mundo del entretenimiento y el espectáculo. El dinero público financia la pirámide deportiva, que son los atletas de elite con dimensión mediática redituable. La base de la pirámide son los más de 15.000 clubes de barrio de nuestro país, constituidos por miles de familias asociadas, verdaderos constructores de una inmensa base deportiva nacional. Salvo excepciones, estos clubes se encuentran desamparados por la falta de aplicación de las leyes del deporte.
Los polideportivos tampoco son la solución per sé. Para colmo, se usan para un barrido o un fregado. Días atrás una intendenta declaró: “Estamos combatiendo la inseguridad inaugurando un polideportivo“. En Rosario se inauguraron decenas de polideportivos o playones que hoy están tomados por los narcos. Sin una comunidad que se apropie del espacio, sin cimientos fuertes, el playón es tan solo cemento y un cartel. No es un tema de instalaciones sino que se hace con esas instalaciones. Ahí volvemos al problema central: no hay políticas para el deporte.
La pose y la postura. El periodista y escritor Osvaldo Jara, uno de los mayores especialistas en políticas deportivas en nuestro país, señaló días atrás en Abrí la Cancha: “Los candidatos van a los clubes, entregan conitos y pecheras y luego se van. Nunca comprendieron la verdadera dimensión de nuestros clubes y la importancia del deporte. Están pasando las décadas, ya no los años, y nuestros dirigentes no están tomando registro de todo esto”.
Jara sintetizó en Radio Gráfica: “Muchas veces la política no dimensiona las necesidades de los barrios. Se inauguran los polideportivos y parece solucionado el problema. El tema es la organización. ¿Cuantos consejos municipales existen en la provincia de Buenos Aires? Me sobran los dedos de la mano. ¡Es parte de la Ley del Deporte!”.
Si las políticas deportivas estarán atravesadas por la lógica de construcción del deporte olímpico o las cabezas de los gerentes de las empresas de comunicación, estamos ante un problema sin salida. “Si las políticas deportivas se van a seguir midiendo por la cantidad de medallas que obtiene el alto rendimiento, estamos en un problema“; expresó Jara en Abrí la Cancha, quién agregó: “En octubre se realizan los Juegos Panamericanos. En Lima 2019, Argentina terminó quinta en el medallero. Si en estos Juegos finalizamos cuartos, se hablará de éxito. Si terminamos sextos, de fracaso. La realidad es que no podemos dimensionar políticas deportivas a través de la cantidad de medallas porque así estaríamos pensando al deporte desde el financiamiento de un pequeño grupo de deportistas de elite sin importar que pasa hacia abajo“.
No estamos comenzando desde cero. Existen los cimientos de una Argentina que comprendió al deporte como política de Estado a través de su comunidad. Organizar y alentar a una base deportiva. Luego llegará el orgullo nacional a través del alto rendimiento. Primero la organización y luego la industria cultural. Esto habría que recordárselo a nuestros dirigentes porque pareciera que no les interesa.