Argentina, 14 de junio de 2023
Carta abierta a la Embajadora británica Kirsty Hayes
Nos dirigimos a usted, y por su intermedio al gobierno y a la corona del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, para comunicarle que el pueblo argentino no se ha rendido en su reivindicación de soberanía sobre las Islas Malvinas e islas adyacentes, que consideramos que la Causa de Malvinas es la causa justa del pueblo argentino y que no descansamos ni descansaremos en la defensa de la integridad nacional de nuestro país.
En cada ciudad, pequeños municipios y parajes de la República Argentina hay al menos una placa en homenaje a nuestros héroes en Malvinas; los veteranos de guerra reciben el apoyo, cariño y reconocimiento de la ciudadanía en todos los rincones del país, los jóvenes se tatúan el contorno de nuestras islas, en las canchas de fútbol y en innumerables movilizaciones y encuentros populares nuestro pueblo deja en claro el carácter usurpador y colonialista del gobierno al que usted representa.
No queremos dejar de mencionar que cada vez que usted habla de “paz”, “hermandad”, “autodeterminación” u organiza actos y acciones en ese sentido, lo entendemos como uno más de sus artilugios para el engaño y la provocación: nunca la hemos escuchado pedir perdón –en nombre de su gobierno y de su corona– por el cobarde y criminal hundimiento del ARA Crucero General Belgrano, el 2 de mayo de 1982, ataque realizado fuera de la zona de exclusión y que dejó el saldo de 323 héroes argentinos caídos.
El pueblo argentino y sus patriotas aprovecharemos cualquier oportunidad para recuperar nuestros territorios usurpados. Usted lo sabe. Su gobierno lo sabe. El Imperio lo sabe. Si lo hicimos una vez, lo podremos hacer de nuevo. Es parte de nuestra historia bajar de ese mástil la bandera del usurpador británico y enarbolar la misma que le juramos a Belgrano, aquella que flameó en los mástiles de San Martín para cruzar los Andes. Volver a Malvinas, más allá de los resultados en cada batalla, forma parte de nuestra historia.
Argentina recuperó las islas para su soberanía el 2 de abril de 1982 y ejerció el derecho a la integridad territorial. El 1º de mayo de ese año, su gobierno volvió a atacarnos e inició la guerra, cuya batalla concluyó el 14 de junio. Durante 74 días, Argentina recuperó y defendió el ejercicio pleno de la soberanía sobre los territorios
usurpados por Inglaterra que había ocupado entonces, de manera violenta, el 3 de enero de 1833.
La recuperación de Malvinas contó con el apoyo y la solidaridad de los pueblos y naciones de América Latina, África y Asia, especialmente del pueblo hermano del Perú y los más de veinte mil voluntarios bolivianos y de otras naciones que se ofrecieron para combatir junto a nuestros soldados. Más de doscientos mil civiles argentinos se anotaron para pelear en las islas y conocida la noticia de la recuperación, el pueblo llenó las plazas de todo el país y ya no las abandonó: cada vez que camine por nuestras calles sepa que la voluntad del pueblo argentino –cuando decide defender su patria– es imparable y hay muestras de eso a lo largo de doscientos años.
Estamos claros: aún permanecen vigentes los acuerdos de Madrid I y II y las garantías a las inversiones británicas. Pero cuando decimos que aquí nadie se ha rendido, lo decimos en serio. Esas rúbricas que tanto daño nos hacen –vigas maestras de la desmalvinización– nada tienen que ver con el río que corre por las venas de la Patria. Malvinas es un presente en las escuelas, en los lugares de trabajo, en las brigadas, destacamentos, puertos y cuarteles, en los barrios de las ciudades y en el campo.
¿A cuántos héroes de Malvinas se les hirvió la sangre al ver bajar nuestro Pabellón aquel 14 de junio? ¿Cuántos nos han transmitido la voluntad de no rendirnos? Usted, Kirsty Hayes, lo sabe; Inglaterra lo sabe, por eso se prepara y por eso transforma Malvinas todos los días en una base militar, por eso apunta sus cañones al pecho de nuestro pueblo. ¿Ha escuchado alguna vez el grito de “¡Volveremos!”?, si aún no lo hizo, no conoce nuestro país. Es imposible quitarle a la Argentina la dignidad con la que manifestamos la necesidad de regresar a Malvinas cada vez que hablamos de las islas.
Ante la invasión rusa en Ucrania, el avance de la OTAN en esa región y la profundización de la guerra, los malvineros sabemos que debemos ir a nuestro encuentro. Ante la situación económica y social de la Argentina, hay una huella para recorrer y para apostar a favor de nuestro pueblo. Los patriotas queremos los frutos de la pesca en las arcas nacionales, las tierras y la pista de aterrizaje de Joe Lewis, el petróleo de la British, la propia
determinación de cómo encarar el desarrollo de nuestra minería, el control de nuestros ríos, el dominio pleno de todos nuestros mares, el desarrollo de nuestra Antártida, la garantía sanitaria y tecnológica, y la decisión soberana sobre la usurera y fraudulenta deuda externa.
Los patriotas queremos un sistema de defensa nacional con presupuesto adecuado para estas necesidades; la defensa nacional con una parte de nuestro territorio en manos del gobierno al que usted representa es tan necesaria como la Salud, la Educación y el trabajo que falta.
A usted, a Inglaterra y a quienes trabajan por la sumisión nacional les decimos: a 41 años del 14 de junio de 1982, no duerman tranquilos. Aprendimos del heroísmo de nuestros caídos y de los que regresaron de la Gesta. La causa de Malvinas es la causa justa del pueblo argentino. Con el sable de San Martín, el uniforme de Belgrano y nuestra voluntad histórica, en un futuro cada vez más próximo, bajaremos otra vez del mástil de Puerto Argentino la bandera del usurpador y haremos flamear la nuestra. Por eso decimos que volveremos y entonces no dejaremos que ningún inglés, ni usted, ni ninguno de sus socios, nos pongan el sello en nuestros pasaportes.
Quienes firman esta carta son hombres y mujeres de estas tierras. No todos pensamos igual, pero cuando se trata de Malvinas el pueblo y la patria caminan juntos. Lo aprendimos ante las invasiones de su reino en 1806 y 1807.
Kirsty Hayes, sabemos que usted, su gobierno y su corona lo saben, pero no queremos dejar de remarcarlo: conocemos la huella y transitamos el sendero para que la próxima vez que volvamos a Malvinas sea definitiva y cumpliremos así con el mandato de nuestros padres fundadores, de ver una patria libre de todo dominio extranjero, sin amo viejo ni amo nuevo.