Escuchando a uno de los periodistas del programa radial ¿Quién podrá ayudarnos? de Ernesto Telembaun recordé dos artículos que publiqué: “La otra Argentina “ y “La Argentina que no queremos ver”, Jairo Straccia decía:
“Los datos positivos que conviven con la inflación desbocada ha provocado una discusión en el mundo de los economistas ya que en el último trimestre terminó con retracción económica sumado a una terrible sequia, pero así mismo las venta de autos usados aumentó un 2,4%, la construcción 1, 2% arriba, la industria 3,1% más, los empleos en construcción superó el pico del año 2009, la venta de combustibles creció 7% en comparación con un año atrás, al mismo tiempo de ver la incertidumbre ante una inflación en disparada, la falta de dólares y la sensación que se viene una fuerte crisis, pero, increíblemente no se ve en la calle la previa de una hiperinflación y mucho menos un 2001.
La informalidad en la argentina es un universo “negro” no declarado, no solamente del que hace changas, sino del que exporta y no declara, de los que hacen facturas truchas para pagar menos impuestos, del que vende sin factura, del que trabaja en el exterior y deja el dinero afuera y cobra en Paypal…
Qué está pasando una economía que parece que se derrumba pero tiene indicadores de un país que progresa…”, se pregunta Straccia.
Tal vez la respuesta esté en considerar el papel que juegan los monopolios y los oligopolios que imponen precios desorbitados que generan inflación, los gobiernos débiles, políticamente temerosos de enfrentar al “mercado”, no aplicando las leyes y sin lideranza para movilizar a las masas, al pueblo y los trabajadores organizados, que le garantizarían respaldo en la medidas económicas a tomar.
No existe la economía sin el aval de la política, mismo aquellos que quieren dejar todo librado a la economía es producto de una decisión política.
El desaliento a las exportaciones, el incentivo para la importación artificialmente abaratada, la subfacturación en las exportaciones y la sobrefacturación en las importaciones, el mercado negro cambiario, la fuga de capitales, el contrabando y el desaliento a la inversión extranjera, es un claro ejemplo de la política de Martínez de Hoz, quien no tenía un pueblo organizado pero sí un aparato militar imponiendo con el terror sus políticas económicas.
El desconcierto de los economistas, la mayoría de ellos, con raras excepciones como en toda regla, responden a intereses neo colonialistas. Para ellos el desarrollo es algo puramente declamativo y la justicia social y la integración virtuales enemigos.
Fuente de consulta: Telam – ¿Quien podrá ayudarnos?