Defender la democracia, esa es la cuestión
Cuando en 1978 las Brigadas Rojas Italianas secuestraron y asesinaron al primer ministro Aldo Moro, las fuerzas de seguridad actuaron dentro de la ley, prendieron a los brigadistas sin secuestrar a nadie, no hubo desaparecidos, ni asesinados y después fueron juzgados dentro de la ley y al asesino lo condenaron a 6 cadenas perpetuas.
En Argentina los militares actuaron como verdaderos homicidas, con crueldad y venganza, secuestrando, robando, torturando y matando, sin juicio previo y sin ningún derecho a defensa.
Hoy en nombre del derecho de expresión que les permite la democracia, individuos negacionistas reivindican la dictadura, las torturas, los robos de bebés, las prácticas aberrantes, principalmente de trabajadores y se pasan por el traste a miles de soldados de la patria que murieron bajo las órdenes de un general borracho y sus asesores ebrios.
Son los gusanos, con perdón de los platelmintos, que preparan, cuando la sociedad se duerma, un golpe institucional que ellos llaman “Estado de Excepción” y que no es nada más ni nada menos que la reinstauración de la dictadura esta vez judicial y económica.
–Iluminados por el fuego (Argentina, 2005)
Hubo crímenes perpetrados en democracia entre 1973 y 1976, como es el caso del sindicalista José Rucci, Secretario de la CGT y mano derecha del General Perón, pero el Estado en vez de prender y juzgar a los criminosos, como se hizo con Aldo Moro, mandó a las patotas de López Rega, ministro de Acción Social, a secuestrar y matar salvajemente a quien encontraran en el camino, como hicieron con el periodista Pedro Barraza que cayó perforados por 26 balazos y un escopetazo en la cabeza.
Reivindicar la dictadura y el Estado terrorista después de 40 años de la asunción de Raúl Alfonsín a los estrados de la Casa Rosada es decididamente volver a la mazorca.
Defender a la democracia es ponerle el pecho a las ideas neo nazis y a la descabellada anarquía del capitalismo que se quiere imponer.