Diario La Verdad: “Crónica de una muerte anunciada”
En las empresas periodísticas no faltan ocasiones en que el periodista debe defender su libertad frente a la propia empresa en que trabaja, cuando en nombre de intereses económicos los empresarios pretenden imponer a los y las comunicadoras exigencias indebidas, como el silencio intencional o la interpretación amañada de los hechos.
Un claro ejemplo son los dueños del matutino La Verdad de Junín (B) que iniciaron un furibundo ataque a los Trabajadores de Prensa que se habían organizado y denunciado, en el año 2009, el desguace de la empresa y la eliminación de 104 puestos de trabajo.
Folleto distribuído por el Sindicato en defensa de los puestos de trabajo
La acción del sindicato fue rápida y enérgica en defensa de los trabajadores, a quienes en reuniones y asambleas se los puso al tanto de la estrategia patronal, de vender sus propiedades, eliminar las radios AM y FM, imprimir el diario fuera de Junín, donde originalmente se imprimía L’Osservatore Romano, utilizando el Seminario Diocesano Santo Cura de Arns en una suerte de voluntarismo religioso y dejando en Junín un plantón de tres o cuatro trabajadores entre periodistas y armadores. Los días de semana el matutino saldría online. Esa era la estrategia del Arzobispado que los trabajadores organizados denunciaron e hicieron saber en los idos de 2009.
No fue falta de aviso para caer en la trampa que hoy es una realidad, y una vez más, la historia se repite como una miserable farsa si recordamos una de las tantas versiones del poema de Bertolt Brecht:
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo no era católico.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que pudiera decir algo».
Lo cierto es, que la curia, para realizar la “tarea sucia” importó un siniestro personaje, que se decía biógrafo del Papa Francisco, que además de echar a la cúpula del Sindicato con total impunidad denunció de forma miserable a ciudadanos juninenes ante la pasividad y la omisión de las entidades intermedias que hicieron gala de extrema cobardía.
Registro de lo ataques de la Dirección del diario a las instituciones de Junín
De los trabajadores pocos fueron los que se opusieron, algunos Secretarios Generales, entre ellos Chacho Pece, Héctor Azil, Andrés Mansilla, bancarios, metalúrgicos y algún otro que ahora no recuerdo, de las más de 40 organizaciones. Ningún partido político y en especial los justicialistas que no honraron los preceptos fundacionales del peronismo. Ni hablar de la Cámpora que arrió sus banderas con una dirigencia impresentable.
Pero la tristeza emergió desde adentro cuando la falta de conciencia de clase se hizo luz y esto se puede graficar en la actitud de un compañero que se acercó al gremio para dejar de pagar la cuota sindical aduciendo que no precisaba del Gremio porque a él lo defendía el Contador de la Empresa. Meses después, el propio Contador era echado a través de una infamia despreciable…
El siniestro Director del diario y el Intendente Mario Meoni quien «sacó la cara» por el Sindicato
Hoy una escueta misiva llega a las oficinas del Sindicato:
“…deja de salir el diario papel los días de semana, solo saldrá los sábados y domingos, echan a todos, se imprime en otro lado, indemnizan también a los obreros gráficos…”
La noticia llegó justamente cuando la sociedad discute ignominias: si las Malvinas son o nos son Argentina, si la justicia social sirve o no sirve para nada, si se puede o no vender niños como se vende un kg de sandía… Hemos retrocedido como sociedad y hemos perdido parte de la batalla cultural cuando escuchamos a un dirigente hablar de “vecinos” y no de pueblo, cuando se acepta que le rebajen el salario, cuando se acepta trabajar en “negro”, inclusive dentro del Estado.
Oscar Alberto Carreras, Secretario General de APENOBA
La situación del diario La Verdad es la crónica de una muerte anunciada, donde la justicia no estuvo al margen de la degradación de los puestos trabajos y de las familias que fueron quedando en la calle a partir de una denuncia de oficio, cosa rara porque jamás apelan a esta tipo de denuncias. Lo trágico, que fue contra una organización de trabajadores y tuvieron judicializado al gremio durante cuatro años, tiempo suficiente para descabezar sus principales dirigentes, atomizar y pulverizar al Sindicato.
Gabriel Forte, Oscar Carreras y Hernán Masicot dirigentes de APENOBA
En el juicio oral la fiscal Vanina Lisazo, en quien recayó el caso luego de la denuncia del entonces funcionario Esteban Pedernera, dijo delante de juez que todo no había pasado de un ardid, que todo fue una trampa y que no tenía pruebas de la acusación de estafa.
La justicia le dio la razón a los trabajadores y la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo – Sala VI- resolvió, en sentencia definitiva N° 71378, “ordenar al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación que inscriba a la ASOCIACION DE PERIODISTAS DEL NOROESTE BONAERENSE (APENOBA) en el Registro Especial de asociaciones sindicales simplemente inscriptas y se publiquen sin cargo en el Boletín Oficial sus estatutos…”.
Comisión fundadora el Sindicato
De todas maneras la dirección del diario La Verdad cumplió su objetivo: destruir al Sindicato de Prensa que a su vez le permitió echar a los trabajadores y desguazar la empresa nacida el 24 de noviembre de 1917.