Escribe Héctor Pellizzi

«El Pibe Cabeza»: la muerte del pistolero más querido

Historia

«El Pibe Cabeza»: la muerte del pistolero más querido

Roberto Gordillo nació en Colón, provincia de Buenos Aires, el 9 de junio de 1910. Fue uno de los siete hijos de Segundo Gordillo y de Gregoria Lagarda. Estos nombres fueron corroborados por Romina Elizabeth Gordillo, nieta de Jesús Gordillo, hermano del Pibe Cabeza, ya que muchos periodistas lo identifican con el nombre de Rogelio. Rogelio era uno de los tantos pseudónimo, así como el de Juan Romano. También estos datos se pueden encontrar en el prontuario número 2698 de la sección Robos y Hurtos de la Policía Federal.

Segundo Gordillo fue un viejo luchador del partido Socialista. Varias veces preso y apaleado por sus ideas políticas, llevaron al “Pibe Cabeza” a manifestar cierto rencor hacia la policía. Un episodio es determinante para su entrada al palco de su rauda saga delictiva: en 1926, después de la muerte de su padre, Doña Gregoria se traslada con su prole a Gral. Pico, La Pampa. Roberto trabó relación con una chica dos años menor que él. El padre, con otras aspiraciones económicas, se opuso al romance de su hija con Gordillo, en ese entonces de profesión peluquero.

 

Decidieron huir juntos del pueblo. Dos días después sus padres denunciaron el caso ante la policía. El 8 de febrero de 1928, el joven peluquero fue detenido y acusado de rapto y violación de domicilio. Diferentes versiones agregan más rasgos de violencia diciendo que Gordillo baleó a la madre de su novia. El Pibe Cabeza apareció, entonces, en el imaginario popular como la víctima de una injusticia. El que cayó en el crimen, el que fue perseguido y reprimido por la policía después de haber sufrido arbitrariedades por parte del poder.

Pasó largos meses privado de la libertad. Entre rejas, se relacionó con Felipe Cherrubia (a) «La Chancha». Al salir de la cárcel el destino le jugó otra mala pasada, grande fue la decepción al corroborar que su novia la habían casado con un estanciero. Posteriormente entabló relación con la banda de Antonio Moreno, donde hizo amistad con el que sería su lugarteniente hasta su muerte, Antonio Caprioli (a) «El vivo». Después conoció al «Negro» Motta, a Oscar el “Nene” Martínez, a los hermanos Alfredo y Daniel Ritondale, a Nicolás Castrogiovanni y a Angel Aguiló, entre otros.

La banda comienza a operar en varías provincias, que sería una de las características para entorpecer el accionar de la policía. Asaltaron la Administración de Mataderos Municipales y la Comapañia Nobleza de Tabacos. En Villa María hicieron lo mismo con la compañía de Electricidad y se llevan 6000 pesos.

En Venado Tuerto mataron a un comerciante que se resistió al atraco. También realizan asaltos en Casilda y en la Tesorería de la Facultad de medicina de Rosario. Luego golpean en la localidad de Amstrong. Siempre se vestían de traje y utilizaban modernos autos para huir.

El golpe que «marcó» la historia del “Pibe Cabeza” fue el asalto a la joyería de Arturo Guglielmi, ubicada en Maipú 1135, en Rosario. La banda se llevó cerca de 60 mil pesos en alhajas, una barra de oro y 1500 pesos en efectivo.

El comienzo del fin fue el 21 de enero de 1937. El moderno vehículo en que se movilizaban atropella al canillita Ubelindo González de 12 años de edad. Un cabo de la policía santafesina presencia el accidente y se acerca al lugar. Gordillo quiso darle dinero al canillita debido a que no había sufrido lesiones graves, pero el uniformado insiste que vayan todos al Hospital y luego a la Comisaría.

La banda raptó al policía y al canillita. Cambiaron de auto mediante el secuestro de una pareja. Varios kilómetros adelante liberaron al canillita y al automovilista. El Cabo Santos Contreras fue ejecutado. La mujer raptada es liberada luego de varios días. La banda no se propaso con ella, y pudo revelar datos que posteriormente sirvieron para lograr la captura del Pibe Cabeza. El poderío de fuego de la banda era demoledor. Tenían tres ametralladoras Thompson, dos pistolas de gran calibre y dos Whinchester.

Los policías de todas las provincias comenzaron una feroz persecución. Roberto Gordillo pasó a ser el delincuente Nº 1 más buscado del país.
La muerte de Contreras nunca fue olvidada por sus colegas de armas. El que mataba a un uniformado no tenía geografía de escape. El honor de la fuerza estaba en juego.

Algunos biográfo dicen que la banda se escondió en una chacra de Lincoln. Otros que se dirigió a Colón, y luego a Junín.  Caprioli no quería ir a la Capital porque le temía a la Policía Federal. Pensaba que era mejor refugiarse en La Pampa. La intención de Gordillo no era robar, sino visitar a María Romano, una joven de no más de 19 años que vivía en una casa de la calle Artigas en Mataderos y que esperaba una hija de él. Finalmente la banda se divide y Caprioli acompañó al “Pibe Cabeza” a Buenos Aires.

En su edición del 10 de Febrero de 1937 el diario La Nación presentaba una destacadísima cobertura de la muerte de Roberto Gordillo por parte de una comisión policial que lo descubrió, informante mediante que aportó el dato,  cuando viajaba en un colectivo de la línea 49, del que se bajó junto a su lagarteniente, el “Vivo” Caprioli, escondiéndose luego detrás de un árbol donde fue ultimado. Todo esto en medio del festejo de carnaval en el barrio de Mataderos, era el martes 9 de febrero de 1937.

La comisión policial estaba integrada por H. Fassio, D. Russo, C. Morales, y C. Antequera.  El tiroteo fue intenso. El “Pibe Cabeza” se parapetó detrás de un árbol con dos revólveres y respondió el fuego cruzado tirando con ambas manos. Recibió un balazo, que ingresó por la axila derecha provocándole la muerte. Murió abrazado al árbol. Caprioli, herido en un brazo y en la pierna izquierda, se sube a un colectivo de la línea 45, pone el arma en la nuca al chofer y lo obligó a cambiar el recorrido.

En la Morgue Judicial, dentro de un frasco de formol, el Estado conserva de forma macabra la cabeza de Roberto Gordillo y en el Museo de la Policía Federal se exhiben las seis medallitas de la Virgen María que el asaltante tenía puestas al morir.

Héctor Pellizzi

 

Fuentes: Semanario Colón Doce – Diario La Nación- Blog Golpea que te van abrir – Diario Clarín-  

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