Escribe Héctor Pellizzi

El Tero vive en el arte que el viento trae en remolinos

Opinión

El poeta, compositor, guitarrero, voz entrañable, folklorista de alma, periodista y licenciado callejero sin carnet, Juan Carlos Ghioni, al que sus amigos, allegados y seguidores llamaban “El Tero”, falleció  el 20 de junio de 2016, a los 68 años, víctima de un paro cardíaco, tan inesperado como injusto. (Ismael Canaparo)

Al Tero lo vemos, cerrando los ojos, con una guitarra, una canción y un poema. Siempre está en las charlas de los amigos de su tiempo, pero no solamente en lo literario, también en el vuelo a vela, en el automovilismo y en el periodismo que llegó a incursionar en un diario que se llamó Mundo Nuevo.

Las pláticas con Ghioni tenían un nivel envidiable. No eran charlas de café para pasar el tiempo, porque había enseñanza crítica de sus estudios de los grandes músicos y poetas que él admiraba, como Atahualpa Yupanqui y Alfredo Zitarrosa, entre otros..

Era un hombre preocupado por lo social y lo manifestaba en su arte. Lo afectó mucho la irrupción de la derecha salvaje y auguraba días aciagos como una profecía, que más tarde se hizo realidad y que no llegó a ver…

El Tero vive en sus versos, en sus libros, en sus videos, vivirá en la memoria que su amigos prometieron divulgar y ampliar a las nuevas generaciones…

Su obra plasmada en libros

“Corazón de fulería” (Sonetos lunfardescos, en 1991), “Territorial” (Poemas, 1996), “Luna madre” (2001), “A mí me fajó Rivero” (poemas lunfardescos, 2007)) y “De hijos y canciones” (poemas, 2009).

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