Emilio Jáuregui: mártir del periodismo y bandera revolucionaria

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Emilio Jáuregui, nacido en Buenos Aires el 26 de febrero de 1940, proviene de una familia de alta alcurnia, que se remonta a los orígenes de la nación argentina, puesto que era descendiente de Cornelio Saavedra, de Vicente López y Planes (autor del Himno Nacional Argentino) y de Federico Pinedo. El padre de Emilio era diplomático y parecía que éste seguiría el mismo camino tras graduarse como bachiller en Ciencias en París. Pero Emilio, como afirma el poeta Andrés Rivera en un libro homenaje, eligió cortar con su clase de origen, con la previsible comodidad de una vida burguesa y abrazó los ideales revolucionarios y la lucha por los más humildes y desposeídos.

Así, Jáuregui comenzó a formarse en el marxismo e ingresó al PC (Partido Comunista), al tiempo que se ganaba la vida como periodista y llegó a ser Secretario General de la Federación Nacional de Sindicatos de Prensa.

Emilio con su pequeña hija Mariana Eva

A mediados de la década de 1960, su vida dio un vuelco: rompió   con el anquilosado PC que hacía tiempo había abandonado todo proyecto de transformación revolucionaria y visitó (y se fascinó con) la Cuba castrista, China, Vietnam del Norte y Checoslovaquia. En junio de 1966, al producirse el golpe de Onganía, fue desplazado del Sindicato de Prensa y profundizó su militancia revolucionaria. Comenzó a acercarse a los sectores de izquierda del peronismo nucleados en la CGTA (aquellos que detestaban a Vandor) y a participar en la publicación “Cristianismo y Revolución” (otros autores marcan su participación en Vanguardia Comunista, una escisión del PC). Por otro lado, Jáuregui se casó con Ana María Nicodemi con la que tuvo a su hija Mariana Eva (que tenía 8 meses cuando su padre fue vilmente asesinado).

Como vimos anteriormente, para junio de 1969, la Argentina era un polvorín. En ese contexto, la visita del magnate David Rockefeller -enviado por el presidente norteamericano Richard Nixon- no hizo más que echar nafta al fuego. Cabe recordar que Rockefeller era el gobernador del estado de Nueva York, prominente figura del Partido Republicano y dueño, en la Argentina, de la cadena de supermercados Minimax.

La visita fue ampliamente repudiada: por ejemplo, un famoso poeta denunció los viajes de “Cristóbal Rockefeller”, el periódico de la CGTA (dirigido por Rodolfo Walsh) publicó en su portada “Malvenido Mister Rockefeller” y la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, organizó una muestra en repudio. Una de las obras exhibidas era una rata vestida con una bandera norteamericana con la leyenda “haga patria mate a la rata”. Por otro lado, el día anterior a la llegada del norteamericano, fueron incendiados, de manera simultánea, 17 supermercados Minimax y 8 quedaron totalmente destruidos, produciéndose pérdidas millonarias.

El 27 de junio los sectores combativos del peronismo organizaron una manifestación contra Rockefeller y Jáuregui, marchó, contento, sin saberlo, hacia su muerte.

En el libro Héroes. Historias de la Argentina revolucionaria, Ernesto Jauretche y Gregorio Levenson, afirman que Jáuregui “estaba marcado” por la policía, que lo estaban buscando, por eso le advirtieron que no fuese a la manifestación pero no hizo caso. A las 19 horas, se calzó su campera oscura, pasó por la verdulería de San Luis y Larrea y se incorporó a las columnas que marchaban hacia Plaza Once. A las 20.10, informaba la prensa, Jáuregui fue perseguido por personas que se desprendieron de las columnas que marchaban (es decir, infiltrados), y en Tucumán y Anchorena fue acorralado y acribillado a balazos. Incluso se hizo un inexpugnable cordón policial para evitar que sea atendido. Jáuregui murió desangrado en plena calle. Sus restos fueron velados en la sede de la CGTA (Paseo Colón al 700). Al día siguiente, el diario Clarín informó, lacónicamente, “Un muerto y un herido grave en los incidentes de anoche”.

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