El anuncio del uso de yuanes para las importaciones desde China traerán alivio a las reservas del Banco Central y contribuirá a estabilizar la situación cambiaria que agitó a Argentina la semana pasada. El ministro de Economía Sergio Massa advierte a EE.UU. con que ampliará el swap si Washington no habilita los desembolsos del FMI. Por otro lado, el gobierno estableció nueva reglas para acceder a los dólares bursátiles que afectan sólo a traders y agentes de bolsa –no a ahorristas–.
Respiran las reservas
En medio de la escalada de los dólares paralelos de la semana pasada, Massa decidió, previo aviso al Fondo Monetario Internacional (FMI), transgredir la prohibición de intervenir en el mercado de cambios para evitar una escalada mayor.
Esto lo hizo mediante la intervención de la mesa de dinero del Banco Central (BCRA), esta es una medida abiertamente prohibida en el acuerdo entre Argentina y el organismo multilateral de crédito.
En simultáneo, el ministro cerró un acuerdo todavía más trascendente en materia financiera y comercial, dejar de usar dólares en el comercio externo con China y pasar a utilizar yuanes, lo que implica un ahorro superior a los mil millones de dólares en reservas.
A través de este convenio, en mayo se van a reemplazar 1.070 millones de dólares que se iban a pagar en divisa estadounidense por yuanes, ya que son importaciones de China, aseguró el titular de Hacienda. Desde mayo habrá 790 millones de dólares que dejan de importarse en la moneda norteamericana y pasan a traerse en yuanes.
El acuerdo también permite detectar operaciones de triangulación en las que se utilizaban una modalidad para pagar más barato en China lo que se pagaba más caro en Argentina. Esto con la activación del swap, según señaló el ministro Massa, también tendrá un control más estricto.
El swap es un canje de monedas en que la Argentina deposita pesos en China a cambio de recibir yuanes en el BCRA. Se trata de esta forma de una modalidad para ampliar las reservas de divisas extranjeras del Banco Central, incrementando el total de las mismas.
Los yuanes que utilice Argentina deberán ser devueltos por el BCRA a su homólogo chino junto al pago de una tasa de interés calculada en base a la tasa interbancaria de Shangai (Shibor), más alta de las de los organismos internacionales, pero menor a la que el país podría obtener hoy en día en el mercado. En noviembre del año pasado, el “swap” fue “activado” y se utilizaron 5000 millones de dólares del acuerdo para fortalecer las reservas de libre disponibilidad en dólares del BCRA.
El impacto geopolítico y la estrategia de Massa con el FMI
Estados Unidos sigue de cerca la medida que, directa en indirectamente, podría afectar sus intereses en la región.
Esto es porque si la experiencia de Argentina resulta exitosa no solo para proteger las reservas internacionales del país en un momento de crisis económica, sino para ampliar el intercambio sin necesidad de endeudamiento en dólares a tasas altas, podría convertirse en un ejemplo a seguir por otros países, dentro y fuera de Latinoamérica.
Y esto representa un riesgo a mediano y largo plazo para Estados Unidos: La potencia norteamericana en decadencia sigue dominando el frente financiero en la guerra de influencia que tiene con China, mientras que los asiáticos parecen haber ganado el frente comercial.
Los organismos internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial, etc.) siguen siendo controlados por EE.UU. pero si cada vez más países se vuelcan a acuerdos financieros con la potencia en ascenso del lejano oriente, la influencia mundial de Washington se verá notablemente mermada en las próximas décadas.
Esta batalla internacional también juega su capítulo propio en nuestro país: El anuncio de la activación del swap con China se produce en la antesala del desembarco de una misión del equipo económico argentino encabezado por el viceministro Gabriel Rubinstein en Washington para acelerar el adelanto de los desembolsos del FMI programados para el resto del año.
No es solo una señal al Fondo para que habilite un desembolso de 12 mil millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG), sino que se permita el uso de estos como reserva de libre disponibilidad, como demanda no sólo Massa sino también la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
EE.UU. ataba el giro de esos desembolsos al ordenamiento del gobierno en el marco de la crisis cambiaria y la interna del Frente de Todos. Pero pese a que la situación se encaminó (en ambos aspectos), la Casa Blanca no destraba las negociaciones.
Así que Massa, por lo bajo, agita un audaz Plan B que hizo temblar las oficinas de la administración demócrata de Joe Biden.
Cuando terminó la presentación del swap con China a los medios, Massa se quedó en su despacho con el embajador de China en la Argentina, Zou Xiaoli y los presidentes de dos de los bancos más poderosos del gigante asiático, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) y el Banco de China (BOC).
Y con ellos dialogó la posibilidad de profundizar la medida anunciada, esto es el uso efectivo de los yuanes que aporta China, casi duplicando el actual swap de 5 mil millones de dólares, llevándolo a 9 mil millones. Una cifra muy similar a los desembolsos del FMI que Massa negocia que le anticipe el organismo.
El embajador chino, además de respaldar la ampliación del swap de yuanes «convertibles», anunció la posibilidad de ampliar el fondeo para infraestructura que el ministro de Economía negocia con China.
De concretarse, la ampliación del swap se haría efectiva en junio, mismo mes que el tigrense pretende recibir los fondos frescos del FMI.
La información llegó casi de inmediato al Departamento de Estado de EE.UU., que ya entendió que el avance de China en la región se convirtió en una realidad impostergable más que una mera preocupación futura.
La estrategia de Massa se traduce en una forma de apurar a Estados Unidos con un mensaje claro: si no están dispuestos a ayudar a la región, su competidor internacional lo hará.
Y el mensaje parece haber quedado claro en la Casa Blanca, desde donde el líder del Frente Renovador podría recibir buenas noticias.
Señal de que en Estados Unidos comprenden la situación es que el principal asesor político de Biden, el consejero en Seguridad Nacional, Jake Sullivan, el pasado jueves en una charla en Washington en el Brookings Institution fue muy crítico con la burocracia de los organismos multilaterales que controla Washington -como el FMI y el Banco Mundial– y advirtió sobre el espacio que esa demora abre a la más ágil diplomacia económica de China.