Entrar en las páginas de Eisejuaz es sumergirse en un libro excepcional. Sara Gallardo salió, con esta novela, de su zona de confort, y si bien desarrolla tópicos de sus obras anteriores (lo religioso siempre está presente), sobre todo, el silencio. En Eisejuaz el silencio es un protagonista más. La espera del mensaje de Dios, después de mensajes un tanto inciertos, casi de esos que se quieren ver hasta en las piedras, y el silencio que este guarda, llevan a nuestro protagonista a tomar el mismo camino. El de callar, no decir.

Gabo Forte

Todo en medio de un paisaje desolado por la falta de lluvias, dónde el trabajo y la tierra tienen dueño, y el pueblo indigena (matacos) sufre la explotación de los gringos, además de los prejuicios sobre sus condiciones: para el blanco son borrachos, vagos, humanos de segunda.
Entrar a la obra de Sara Gallardo por Eisejuaz quizá no sea lo recomendable, es una obra compleja, dotada de un lenguaje particular, y que ubica al libro entre las obras que no se parecen a nada de lo escrito hasta ese momento.
Aunque atreverse a entrar en ese universo es lo más parecido que se podrá estar de un descubrimiento literario