En su libro “¡Libertad o Muerte! Historia de la Revolución Haitiana”, Juan Francisco Martínez Peria ofrece una lectura crítica y profunda de la revolución. El autor reconstruye la historia de un pueblo que no solo venció al colonialismo, sino que también rompió con los fundamentos del racismo moderno. Una obra esencial para comprender el impacto y la resistencia histórica de los pueblos afrodescendientes.

La revolución haitiana encuentra en la obra de Juan Francisco Martínez Peria, “¡Libertad o Muerte! Historia de la Revolución Haitiana”, un análisis profundo y necesario. El autor es abogado, doctor en historia, docente en la UBA y en la Universidad Madres de Plaza de Mayo. Además de acercarnos una lectura excepcional de este acontecimiento, es un estudioso de Jean Louis Vastey, revolucionario e intelectual haitiano cuya obra resulta indispensable para comprender la relación de Haití con Francia a través de la dependencia económica.
La revolución haitiana fue la primera revolución de las Américas y el Caribe, y la única llevada a cabo por ex esclavizados. Sin embargo, la historiografía no le hace justicia a la magnitud de tal proceso. En el libro que aquí presentamos, el autor realiza un recorrido muy detallado en diálogo con otros estudiosos, pero otorgándole lo que podríamos llamar justicia reparativa. A diferencia de las lecturas marxistas tradicionales, Martínez Peria destaca este hito como un proceso autónomo de la revolución francesa.
Tras un breve período de ocupación española sin un eje claro de conquista, Francia se estableció en lo que denominó Saint Domingue. A partir del Tratado de Ryswick de 1697, España reconoció el territorio como posesión legítima de la Corona francesa. Martínez Peria analiza la estructuración social y económica basada en el tráfico de esclavizados, iniciado en 1660, que convirtió a Haití en la colonia más redituable. Para mediados del siglo XVIII, ya era la más rica de Francia y del “Nuevo Mundo”. En 1789, el 90% de su población, unas 480.000 personas, eran esclavizados.
La esclavitud en Haití fue feroz. En palabras del autor: “Un dispositivo técnico cuyo único objetivo era maximizar la extracción de plus-trabajo (…) y cuya legitimación se basaba en el racismo”. Sin embargo, como todo sector oprimido, los esclavizados resistieron de múltiples formas, generando su propia contracultura y una cosmovisión centrada en la libertad.
Tras diversos focos de insurrección en 1791 estalló el proceso definitivo hacia la independencia. La tan proclamada libertad, igualdad y fraternidad de la revolución francesa no incluía a las colonias ni a los esclavizados que sostenían su riqueza. Martínez Peria detalla con precisión fechas, líderes del levantamiento y marcos normativos, hasta llegar al Decreto de Libertad General del 29 de agosto de 1793, que puso fin formal a la esclavitud. Este decreto, sin embargo, buscaba mantener regulado el trabajo en los campos, lo que generó nuevos conflictos entre los antiguos amos y los ex-esclavizados.
Fueron Toussaint Louverture y su ejército de 20.000 negros quienes impulsaron la etapa final del proceso, logrando el dominio de toda la isla en 1801. Se fue conformando así un nuevo orden social, cultural y multirracial. Según Martínez Peria: “Los propios negros rompieron con el discurso racista que los inferiorizaba (…) lo importante es que ser negro ya no significaba ser un paria (…) sino un ser humano con derechos naturales como los demás”.
Toussaint no sólo revitalizó la economía, sino que reorganizó el poder judicial, fundó escuelas y buscó mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. En mayo de 1803, los líderes de la isla se reunieron para combatir el regreso del ejército francés, que intentaba reinstaurar la esclavitud. En un gesto profundamente simbólico, cambiaron la inscripción de la bandera: de “República Francesa” a “¡Libertad o Muerte!”. La independencia se declaró el 1 de enero de 1804, sentando las bases de la equidad racial en su misma constitución.
El libro de Martínez Peria resulta indispensable para comenzar a darle la relevancia histórica que merece la revolución haitiana. A su vez, es una muestra clara de cómo opera el colonialismo económico desde hace siglos y del alto precio que deben pagar los pueblos liberados. Las consecuencias de este proceso aún pesan sobre Haití.
Desde hace décadas, Haití es el país más empobrecido de la región. No sólo es injusto desconocer su proceso original de independencia, sino que es imposible comprender los crímenes que hoy enfrentan sus habitantes sin tener en cuenta la larga tradición colonialista y racista que aún intenta socavarlos. Revisitar la revolución haitiana no sólo ayuda a entender su impacto en las independencias americanas, sino que también permite cuestionar cómo las dinámicas coloniales siguen marcando el presente

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