Los pueblos que no tienen memoria también no tienen futuro porque están supeditados a caer en el mismo pozo varias veces. La pérdida, para los juninenses, de los trenes de pasajeros les produjo falta de calidad de vida, fue oneroso para sus bolsillos, quedaron rehenes de empresas especuladoras de transporte carretero, sin hablar del desguace de los talleres ferroviarios con sus consecuencias nefastas para las familias, comercios e industrias.

Un estudio sociológico profundo deberá dar un diagnóstico del pensamiento y sobre todo del accionar de los juninenses que seguramente no será de los más benévolos y la historia, tal vez, no tendrá piedad con sus decisiones.

Los dirigentes políticos, las entidades intermedias y las organizaciones sociales, en Junín, con un puñado de rarísimas excepciones, con su inocuidad (inacción en la mesa de café)  han paralizado a esa masa de pueblo que sufrió el descalabro ferroviario y la confundieron de tal manera que desviaron y atomizaron su memoria.

La NO defensa de los ferrocarriles es inaceptable, o propio de un pensamiento de un país bananero y la venta o la entrega de su patrimonio es decididamente delictivo.

Emilio Lito Morano