LA ARGENTINIDAD QUEDÓ GUACHA
Y allí anda… entre arrepentidos anónimos y resentidos públicos, unos gritando por la patria en grupos a la marchanta que quien sabe cuánto aguanten, entre orfandad y garrotazos.
Otros en la soledad de la culpa y todos, con miedo de la paupérrima mesa de navidad e infeliz año nuevo con pronóstico de nubarrones y tormentos económicos. Y todos, traicio-abandonados por sus dirigencias, muy opíparas cenando juntas.
Mucho cuidado, tanta tristeza, tanto llanto contenido… promete el tronar del escarmiento, con la cabeza de los dirigentes y la de todos los acomodados oportunistas agraciados por el dedo de turno.
Después no me digan que no les dije.
Soy Enrique Box, el Ovejo Negro.
PD.: A todos los vedettes sin plumas de los pasillos del poder, entiérrenlos con un cacho de alfombra roja, escupida por los vecinos