La moto sierra mutiló al carnaval

Fuente: Sur Capitalino
Cultura

La moto sierra mutiló el carnaval

la dicatadura que decepó la democracia y que se inició en 1976 bajo el fusil de Videla, prohibió los carnavales a sangre y a fuego, a torturas y fusilamientos, pero no pudo acabar con el  espíritu murguero del Río de la Plata. Cuarenta años después la ametralladora fue sustituida por la moto sierra con resultados similares.

Nos es dificil saber los motivos: las murgas son populares, disruptivas, tienen identidad de pueblo. La murga es poesía, es romance… En fin, la murga incomodaa los poderosos.

Una nota en Sur Capitalino, con el título RECORTAN EL CARNAVAL de Mateo Lezcano que se puede ver completa en: https://www.surcapitalino.com.ar/seccion/culturas/comuna-4/recortan-hasta-el-carnaval, denuncia como “El Gobierno de la Ciudad decidió reducir la cantidad de corsos callejeros. Como parte de la campaña del “orden” y con el argumento de que no se corten las calles, dejó solo ocho sedes para 130 murgas.

En la Comuna 4 quedó uno, en Pompeya. Las formaciones murgueras están en alerta y resisten con corsos por afuera del circuito oficial y eventos en asociaciones y clubes”.

“El Carnaval porteño tiene un área propia dentro del Ministerio de Cultura y hasta ahora, aún en la gestión PRO, se había garantizado la normal realización de los corsos en los principales barrios, los fines de semana de febrero. La primera restricción llegó con la salida de la pandemia, que obligó a reducir sedes y achicar los espectáculos. Ahora, fue la llegada de Jorge Macri a la Jefatura de Gobierno la que achuró la cifra de esquinas en las que se montarían los operativos para las noches carnavaleras”.


“Así, llegamos a este febrero únicamente con 8 corsos callejeros, casi tres veces menos que el año pasado, que habían sido 22. Todo esto, para las más de 130 murgas que tiene la Ciudad y que se van rotando en las diez noches que dura (si acompaña el tiempo) toda la actividad”.


«Además de la escasa cifra de 8 corsos para 48 barrios de este 2024, no hay un criterio uniforme en la división y, como se repite en tantas políticas públicas, el sur se ve ciertamente discriminado en relación con la zona norte. La Comuna 4, a pesar de la histórica tradición murguera de La Boca y Barracas y los antecedentes de otros años, tiene representación tan solo en Pompeya (Caseros y Avenida La Plata»

Las murgas en alerta


“Las murgas relativizan la diferencia sur-norte en cuanto a las sedes y prefieren poner el rechazo en la medida en sí de restringir los corsos y sus argumentos. Al igual que los sloganes de la campaña, el Gobierno de la Ciudad presentó la medida desde la idea de “orden” y enfatizó en que de esa manera habría menos calles cortadas, a pesar de que los corsos se organizan con un horario de inicio y cierre, y contempla desvíos, perjudicando lo menos posible al tránsito. Así, recalcaron la importancia de que se dé “una buena convivencia con los vecinos”, como si fuera una celebración ajena a ellos, y a pesar de que no hubo en los años anteriores reportes de incidentes mayoritarios en el evento que acoge a miles de personas por noche.

Para Facundo Carman de “Los Amantes de La Boca”, hay “desconocimiento” en creer que el Carnaval tiene que ver con los cortes de calle. “Iguala algo que tiene más de 180 años de cultura popular con un corte de calle, cuando es simplemente un desvío”, manifiesta.

Uno de los perjudicados por la medida fue el Espacio Cultural “La Homero Manzi”, espacio de Boedo que montaba desde 1999 su corso en Avenida Belgrano y acogía a muchas murgas boquenses. La Ciudad se lo impidió para este 2024 y elles hablan de “censura”. “El Carnaval es del barrio y del pueblo que está unido”, aseguraron, y llamaron a defender este espacio “porque no vamos a permitir que nos roben la fiesta popular ni los escenarios donde las murgas alzan sus voces”.


La murga “Bombo, Platillo y Elegancia”, asimismo, planteó que el Carnaval es “la fiesta popular más grande, antigua e histórica de la Ciudad”, y que el Gobierno ha buscado “darle nuevamente la espalda al pueblo” con la decisión.

A pesar de todo y acostumbradas a su larga tradición, las murgas se prepararon y se pusieron su uniforme de resistencia, el de cada formación. No pelean con armas, sino con su identidad, sus bailes, sus canciones y fundamentalmente, su alegría. A los que se la quieren quitar.

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