MALENA Y EL FANTASMA DE LA CANCIÓN
Malena
Lucio mandó al taxista a parar en la puerta de “El Gran Guindado”, un bar ubicado en Acevedo y Libertador, frente al zoológico. Cuando metió la mano en el bolsillo interior del saco para pagar, junto al billete de 10 pesos se le pegó un papel de carta.
Ya sentado en la mesa del fondo contra la vidriera, que tenía más luz por el farol de la calle, comenzó a leer la misiva que tiempo atrás le entregara un amigo y que él olvidara.
“Querido Lucio: Te mando esta poesía por intermedio de Luís. Es mi necesidad desde este lejano país compartir contigo mis sentimientos.
Estábamos en un cabaret del barrio La Bixiga festejando mi cumpleaños con el Ñato, Pablito y Luis, que ya te va a contar…
En un momento determinado desde la penumbra del escenario me envolvió una voz perfumada que sabía a yuyo del suburbio… Una voz diferente, sabes, como una sombra que me hizo recordar al fuelle del gordo. Me impresionaron sus labios apretados en un gesto de abandono como aquella princesa de mis cuentos infantiles. Me conmovió el tono oscuro y quebrado de su canción.
Me sorprendió ver mis manos temblando trastornadas aferradas a la copa de vino. Me emocionaron sus ojos de olvido y me sobrecogió su tristeza como si por sus venas corriera un bandoneón.
Lucio, me he enamorado como las criaturas abandonadas de sus tangos. Ella canta como jamás he escuchado a nadie ¡Tenés que ver! Sus fantasmas me inspiran las fantasías más locas. Su pena es una flor que me enternece… Pone en sus versos tanto sentimiento que hizo explotar mi amor. Ella se llama Malena y yo ya no seré el mismo.”
PD. Fijate si te agrada la letra.
Al acabar de leer el verso, Lucio suspiró profundamente y comenzó a tararear una melodía…
Del libro CUENTANGOS de Héctor Pellizzi