Remedios de Escalada: El trajinar de una lápida – 1797 -1823-
La sepultura de remedios de escalada es una de las más antiguas del cementerio de la recoleta. Su fallecimiento se produjo en 1823, un año después de la inauguración del lugar.
Tras un corto noviazgo, Remedios contrajo matrimonio el 12 de noviembre de 1812 con José de San Martín. La ceremonia tuvo como testigos al general Carlos de Alvear y su mujer María del Carmen Sáenz de la Quintanilla. A fines de 1814, la joven se trasladó a Mendoza para reunirse con su esposo, por entonces gobernador de Cuyo. En aquellas tierras, Remedios colaboró con la organización del Ejército de los Andes, y promovió la entrega de joyas personales para contribuir al equipamiento de las fuerzas, gesto en el que la acompañaron las damas mendocinas, en octubre de 1815. Un año después, en agosto de 1816, nació Mercedes Tomasa, su única hija.
Cuando para Navidad de ese mismo año, San Martín sugirió la idea de dotar de una bandera al ejército, Remedios junto con sus amigas se encargaron de hacerla, en apenas unos días. La partida de San Martín hacia Chile y la enfermedad que sufría obligaron a remedios a regresar a Buenos Aires. Era tan grave el estado de salud de remedios, de apenas 25 años, que se dispuso llevar un ataúd por si moría en el viaje de regreso a Buenos Aires.
Ella se percató de tan macabra presencia cuando lo divisó sobre el lomo de una mula, en una noche de luna llena durante una de las paradas en el camino. No bien llegó, fue llevada la quinta familiar, en Caseros y Monasterio, actual barrio de Parque de los Patricios. Allí falleció el 3 de agosto de 1823 lejos de San Martín, por quien pidió hasta su último segundo de vida. Murió como una santa, contaría una de sus sobrinas, Trinidad Demaría de Almeyda, que rodeó su lecho en los últimos instantes, pensando en San Martín, que no tardo en llegar algunos meses después.
Cuando el general llegó le encargó al ingeniero francés Felipe Bertrés que grabara una lápida, que aún se conserva y que reza «aquí yase doña Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín». A comienzos del siglo XX, un señor pasó por la tumba de remedios de escalada y comentó que era demasiado común y corriente para los restos que contenía, por lo que decidió remodelarla. Desde ese momento, la sepultura contó con una columna central y una lámpara, frente al sepulcro, un grupo escultórico representaba a un granadero, el libertador, acompañado por una niña su hija, Mercedes, a partir de la remodelación, la lápida grabada por Bertrés quedó apoyada en el monumento que estaba su lado.
Un médico que pasaba por allí preguntó si podía llevársela y se lo permitieron sin reparo. Cuando falleció, sus bienes se dieron a remate, y la losa, que había estado guardada en su casa hasta sus últimos días, pasó a manos de otro hombre. Pero alli no acaba el derrotero de la lápida. Ante los apremios económico que sufría, este hombre llamó a la familia Escalada con la intención de devolverla a cambio de algún dinero. No habrá sido menor la sorpresa que se llevó cuando uno de los Escalada le dijo usted es el destinatario natural y por eso debe conservarla.
Como no pudo venderla, decidió enviarla a la casa de remates y antigüedades Naon. Su dueño, Juan Carlos Naon, con el fin de adquirirla el mismo le dio instrucciones a su personal para que levantaran la base del remate. Finalmente la compró, y la donó al museo histórico de Luján. Así estuvo hasta 1972 año que fue restituida a la recoleta, puesto que se entendió que debía permanecer donde el libertador lo había decidido.
Del libro Las mil y una curiosidades del cementerio de la recoleta de Diego M. Zigiotto