En 1919 se publicó por primera vez en traducción al castellano Armenia Arrasada, el testimonio de Aurora Mardiganián, una adolescente que había sobrevivido el el genocidio perpetrado por Turquía contra el pueblo armenio entre 1915 y 1923. La publicación coincidió con el estreno de la película basada en ese testimonio, protagonizada por Aurora y titulada Subasta de Almas.
La película fue rodada en 1919 en California. Era la época del cine mudo. Participaron centenares de extras. Según Eduardo Kozanlián, en los filmes de esa época «se utilizaban materiales de nitrato para filmar. Tiempo y volatilidad, sumados al constante trabajo silencioso del Estado turco para destruir pruebas, hicieron desaparecer el filme, excepto una pequeña parte de 15 minutos…»
Eduardo Kozanlián
UN ESTUDIO ACERCA DEL LIBRO Y PELÍCULA
Por Eduardo Kozanlián
Nos han llegado numerosos testimonios del genocidio perpetrado por el Estado turco contra el pueblo armenio entre 1015 y 1923. Sin embargo, las consecuencias emocionales de los sobrevivientes de este genocidio constituyen crímenes de los cuales no se habla lo suficiente. Aurora Mardiganián es una víctima más de esta violencia sobre el alma y el cuerpo. Hay pocos libros que tratan ese aspecto de un genocidio que no cesa. En castellano contamos con al menos tres publicaciones referidas al tema.
Aurora Mardiganián
El testimonio de Aurora Mardiganián fue publicado por primera vez en 1918 en Estados Unidos y tuvo reimpresiones en inglés; una de ellas en Inglaterra, que a su vez tuvo – solo en 1920 -, luego de la primera edición, al menos once impresiones. La portada esta obra es similar, pero con distinto títulos: Ravished Armenia (Armenia violada) y The Auction of Souls (Subasta de almas). Este cambio posiblemente obedezca al título de la película, con el que fue publicada en varios países, entre ellos Inglaterra, según atestiguan algunos avisos de la época. A partir de entonces, uno y otro título se han utilizado de modo indistinto para referirse tanto al libro como al filme.
En cuanto al libro, su primera versión en castellano – que ya lleva ambos títulos-, se editó en Nueva York en 1919, con dieciséis fotografías del filme, rodado ese mismo año en California, con la participación de centenares de extras. Era la época del cine mudo en que se utilizaban materiales de nitrato para filmar. Tiempo y volatilidad, sumados al constante trabajo silencioso del Estado turco para destruir pruebas, hicieron desaparecer el filme, excepto una pequeña parte que descubrí en Armenia en 1994. Ésta fue resguardada de la destrucción gracias al cineasta y documentalista armenio Iervant Setián (1907 -. 1997), conocido como cine Seto.
Escenas del filme
Desde la primera publicación del libro hasta 1990 hubo varias reimpresiones, entre las que se destaca una holandesa, que se conserva en el Museo – Instituto del Genocidio Armenio (MIGA), en Iereván. En 1990 en Nueva York, Michael Kehyaián reimprimió en facsímil una edición en inglés. Después en 1995, se publicó en Los Ángeles la segunda traducción al armenio de la que yo tenga noticias, realizada por Kourkén Sarkissián, presentada al año siguiente en la misma ciudad. En 1997 Anthony Slide, investigador- entre otros temas – de la historia del cine mudo, reeditó la obra en Estados Unidos con ocho fotos del filme, una introducción de dieciocho páginas y un epílogo de once que analiza el del filme original y una lista de sus subtítulos.
Curiosamente, a estas últimas ediciones les falta el Apéndice de Henry Morgenthau, que sí tiene la editada en castellano en Nueva York en 1919. En la introducción, Slide hace referencia a rumores que están circulando por la comunidad armenio- norteamericana sobre un video que representa el diez por ciento del filme. En esta inferencia me siento tácitamente incluido y trato de atar cabos para entender qué cursos siguió esta información hasta llegar a Slide.
En 2019 Aitor Hernández publicó en España una nueva traducción del libro al castellano, bajo el título Armenia Violada, con una introducción, notas y un epílogo de su autoría. En esta reedición se aprecia un cuidadoso trabajo histórico que contextualiza el relato de Aurora Mardiganián sumando presiones terminológicas, breves reseñas de los genocidas, imágenes de época y un buen manejo de las fuentes. Además Aitor Hernández aborda los contornos del negacionismo, que lamentablemente continua hasta nuestros días, al indagar el rol del Estado español y, por supuesto, las políticas nefastas del estado turco. En el epílogo afirma que “Siendo extraordinarios los horrores que Aurora Mardiganián sufrió y de los que fue testigo, no agotan la descripción del sadismo que los turcos y sus aliados utilizaron para exterminar a los armenios…”
¿Cómo agotar, entonces, – o al menos precisar de la mejor manera posible lo ocurrido entre 1915 y 1923? Seguramente no baste con un libro ni con cientos de ellos; ni con poner el cuerpo ante el dolor de todo un pueblo. Pero cada aporte, cada comentario – por mínimo que parezca- suma a una tarea que ya lleva más de cien años, la del reconocimiento y la reparación del Genocidio Armenio.