Lejos está aquella sociedad que acompañaba a una ciudad que se erigía alrededor de la gran empresa metalúrgica a cielo abierto que eran los talleres del ferrocarril  y las empresas creadas alrededor del gigante ferroviario como  Matiazzi, Corti, Cirigliano, Perkusic, Galván, Tassara, Morillo, Muscariello y tantas otras que colocaban a Junín en el eje de una ciudad industrial.

Como toda sociedad, en su esencia productiva, nacen los genuinos representantes deportivos y culturales, las instituciones barriales y la solidaridad de los que están construyendo el futuro.

Así fue que Junín dio grandes atletas olímpicos entre los que podemos recordar a Miguel Lonegro (Alemania 1936)  y Juan Casey (Canadá 1976), Walter Bauzá y Julio César Gómez (Los Ángeles 1984), Manuel Etchepare, Juan Fusé y Emilio Malchiodi (Londres 1948), Luis Fernando Riera (Finlandia 1952, Australia 1956 y Roma 1960), José Luis Pagella (Moscú 1980. No pudo competir por el boicot de EE UU a Rusia), Mario Omar Guillotti (México 1968, Nacido en Chacabuco y adoptado por Junín).

Atilio García, la gloria del fútbol uruguayo

Esa ciudad que caminaba al compás de las chimeneas, con pleno empleo, sin inseguridad que festejaban los vecinos tomando mate en las veredas de los barrios, fue glorificada por extraordinarios futbolistas que se destacaron en la escena nacional e internacional, como Atilio García, la gloria del fútbol uruguayo, Luis Artime, máximo goleador con el rey de copas, en Atlanta, en River, en Palmeiras y Nacional de Montevideo, Horacio Barrionuevo (nuestro “mejor que Maradona”), Bernabé Ferreyra, el mortero de Rufino, ferroviario en Junín, Mario Ricci, el del último gol en el viejo Gasómetro,

Luis Artime

Agustín Coso, el primer jugador en marcar 100 goles en Vélez Sarfield, Heber Pérez, aquel del Huracán del 59’ e ídolo de Sarmiento de Junín y tantos e innumerables jugadores que se destacaron en una sociedad donde también la educación y la cultura era un privilegio, que vio nacer músicos y artistas que trabajaron, en su mayoría en la industria, como Omar Decarre, Tito Tipaldi, David Ferro, Héctor López, Arturo Viora, Ruben Lencina, Raúl Ledesma,

Armando Álvarez. en el Centro Cultural Dante Balestro

y otros como Juan Mazzadi que fue el primero que paseó su piano con el Sexteto Mayor por la isla de Japón, Armando Álvarez, excepcional pianista, Ruben Aguilera, maestro, músico y arreglador de cantores internacionales, Juanjo Domínguez, virtuoso de la guitarra, Beto Mesa, mártir y titiritero, Ruben Liggera, poeta, Lalyta Almirón, Aída Cipelli y Cholita Martignon, Lidia Inés Larrañaga, Mirta Rivarola,  Liliana Salino, Imelde Sans, además, entre otras mujeres destacadas, se vieron los primeros pasos por las veredas de Junín de Eva Maria Duarte…

Poetas y escritores del grupo «Siembra»

En fin, el tiempo y las mediocres dirigencias fueron licuando en todo el territorio argentino a la educación, a la cultura, al trabajo genuino y hasta el amor por la patria. Y la sociedad de Junín pasó también por esa licuadora, hoy lo banal, lo fútil, lo insustancial es visto como condecoraciones de éxitos. Se vanaglorian de no haber leído un libro en toda su vida, están de acuerdo que las universidades en las zonas periférica hay que cerrarlas porque los pobres no van a la universidad, no está mal pegarles a los jubilados por revoltosos, a los discapacitados porque muchos “se hacen” y los niños down son imbéciles “mogólicos”-

Ruben Aguilera

Una sociedad que piensa que tener satélites en el espacio es como tener heladeras orbitando y es  mejor regalárselos a los franceses. Una sociedad que desprecia la ciencia y la tecnología y no le importa “un bledo”, es una sociedad que alcanzó su más alto grado de estupidez, es decir torpeza NOTABLE en comprender las cosas.

Por eso, por estos días el representante más genuino de la sociedad juninense es un tal Ojeda (van variando con el correr del tiempo) que según las crónicas locales lo definen como “el diputado que estudió en el Normal y la UNNOBA y votó el recorte en Educación”.

Este tal Ojeda lo hace porque a esta sociedad no le importa y no quiere saber que ya no será obligatorio por parte del Estado nacional, invertir el 6% del PBI en financiamiento de la educación, con incrementos progresivos en Ciencia y Tecnología hasta alcanzar el 1% del PBI en 2032; además de otorgar un 0,2% de los gastos del presupuesto educativo para la educación técnico-profesional.

Ojeda con el patético «gordo Dan»  y el otro, que parece reirse de los estúpidos 

Este tal Ojeda lo hace porque no tiene miedo que lo vayan a buscar como hacía la dictadura de Videla con los diputados de aquella época y porque además, hay una sociedad que lo defiende enarbolando los blasones de la estupidez.

Nota de la Redacción:

Por suerte, en la sociedad, todavía hay focos de resistencia e inteligencia artesanal que a medida que se vayan cerrando los ciclos irán creciendo en volumen hasta «hacer tronar el escarmiento».