1956: LA GRAN HUELGA METALÚRGICA

Gremiales

En septiembre de 1955 la llamada “Revolución Libertadora” derrocó a Perón. Desde ese mismo momento y a pesar de la confusión política, la resistencia obrera fue creciendo.

 

En noviembre de 1956 un gran conflicto en el gremio más poderoso, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) sacudió el país durante más de cuarenta días.

Los trabajadores respondieron con huelgas muy combativas, sabotajes y reuniones clandestinas que erosionaron la legitimidad del gobierno dictatorial. La huelga que llevaron adelante los metalúrgicos entre noviembre y diciembre del 56 fue un símbolo de la “Resistencia”, convirtiéndose en un “caso testigo”.

 

Al realizarse la convocatoria a las convenciones paritarias en la UOM comenzó un rico proceso que, desde abajo, promovió el surgimiento de una nueva camada de luchadores que se organizaron para defender sus conquistas gremiales: muchos de ellos desplazaron a los “libres”, agentes de la patronal y el gobierno. En los plenarios de la UOM se destacaron nuevos peronistas combativos y comenzó a sobresalir la figura de un dirigente peronista, Augusto Timoteo Vandor, “el Lobo”.

Augusto Timoteo Vandor

La política de disciplinamiento obrero y erradicación del peronismo había fracasado. Esto se evidenció en la conformación de las comisiones que negociaron salarios en 1956 en donde la amplia mayoría de los cuerpos de delegados estaba compuesta por peronistas. A su vez, estas discusiones salariales llevaron a que se produjeran numerosas medidas de fuerza, las cuales quebraron el tope de haberes sugeridos y contribuyeron a la reorganización sindical.

De este proceso emergió una nueva camada de activistas sindicales con una postura más intransigente y combativa (acompañados por ciertos dirigentes que venían del periodo anterior: Andrés Framini, Augusto Vandor, Amado Olmos, Paulino Niembro, José Alonso, Eleuterio Cardozo) Los nuevos eran liderazgos forjados en la lucha de base de carácter democrático y espontáneo, y llevaron estas nuevas prácticas a sus gremios, lo que propició una mayor democratización y participación, a la vez que mayor identificación entre bases y liderazgos.

 

Vandor y Andrés Framini (1962)

40 días de huelga metalúrgica

En 1955 la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) tenía 130.000 afiliados “la resistencia comenzó en diciembre del 55 con un conflicto en la fabrica CATITA con Jose Rucci a la cabeza, por el despido de varios delegados”

Juan Perón y José Rucci

Entre otras cosas, buscaban quitarle poder a las Comisiones Internas, que justo en ese momento se estaban eligiendo, consolidando una nueva camada de dirigentes jóvenes combativos.

El 13 de noviembre de 1956, el congreso de delegados metalúrgicos convocó a un paro inicial de 24 horas que luego se fue extendiendo. Los dirigentes más importantes eran Abdala Baluch y Augusto Timoteo Vandor que fue despedido y detenido.

Abdala Baluch

Durante el Congreso, Vandor realizó una maniobra para provocar a la dictadura y las tropas militares intentaron desalojar la reunión. La bronca se generalizó y se proclamó el paro por tiempo indeterminado. Los delegados trotkistas (con presencia en Carma, Ferrum, Siat, Tamet, Phillips), no estaban de acuerdo con una huelga indefinida, pero ya declarada, se pusieron a la cabeza de su organización y Nahuel Moreno se convirtió en un hombre de referencia dentro del Comité Nacional de Huelga.

Nahuel Moreno

La medida duró 40 días generando gran impacto social. El ejército y la policía reprimieron ferozmente. Las demandas de lo trabajadores se centraron cada vez más en la libertad de los presos políticos- que en diciembre eran más de 400- y la reincorporación de los despedidos.

El paro fue de inmediato declarado ilegal. No solo se despedía a los huelguistas sino también se los encarcelaba. A fines de noviembre eran más de cuatrocientos los obreros presos y seguían las detenciones.

El gobierno militar distribuyó volantes a lo largo de la huelga, donde se exhortaba a los comerciantes de Avellaneda y Lanús a no abrirles crédito a los huelguistas. Tanques y tropas patrullaron las calles, y la mayor parte de las plantas fueron ocupadas por el ejército.

El gobierno denuncia un complot

Acosado por todos los flancos, el gobierno a través de la Secretaría de Prensa de la Presidencia, denunció el 19 de diciembre de 1956, un supuesto complot dirigido desde Venezuela por Perón, y transmitido a la Argentina por Eduardo Colom desde Uruguay.

Perón y su chofer y colaborador, Isaac Gilaberte en el comedor del departamento en Venezuela

Como demostración de la existencia de la conspiración se señalaban el paro de los metalúrgicos, la huelga del Frigorífico La Negra, colocación de durmientes en las vías del ferrocarril, ocho bombas que habían estallado en el Gran Buenos Aires, el incendio en Siam Di Tella y el paro en el Frigorífico Municipal. Obviamente no existía ningún complot especial contra el gobierno, lo que existía era un incremento de la resistencia contra las políticas que emanaban del poder.

José Ignacio Rucci, delegado del gremio metalúrgico escribió en el diario Palabra Argentina, un artículo donde expresó, lo que sin duda, era el juicio general de la clase trabajadora peronista: “La Argentina parece ignorar que vivimos actualmente dentro de una civilización metalúrgica, bien lejos ya, por cierto, de la economía pastoril y semicolonial que conocieron nuestros inmediatos antepasados.

Hoy todavía, anacrónicamente, se empeñan en imponernos unas decenas de familias oligárquicas, que quieren parar, con la defensa de sus mezquinos intereses, las fuerzas históricas del país, el desarrollo técnico argentino y la marcha de la nación hacia una civilización industrial”.

 

Recopilación histórica: Héctor Pellizzi

Fuentes: Aldo Duzdevich – Claudia Ferri

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