Por Eduado Felipe Luis Vallese

23 de agosto de 1962: La patria se estremece, secuestraron a Vallese

Felipe Vallese fue el primer desaparecido peronista. Obrero, Delegado metalúrgico y militante de la Juventud Peronista.

 

Trechos del libro VALLESE X VALLESE de Felipe Vallese (h)

 

Eran las 23 y 18 hs, mi papá estaba atrasado para el horario del trabajo por eso llama a la fábrica TEA-SRL y avisa que llegará unos minutos tarde. Hacía frio. Le prestó un gabán a Italo que se iba a buscar a Rosa para hacerle el novio en plaza Irlanda y sale con su campera de cuero rumbo a calle Canalejas.

Felipe Vallese (h)

Alfredo Coronel, se encontraba en la equina del bar de Trelles y Canalejas charlando con Gabriel Brenan, un muchacho que ese año hacía la colimba, cuando vio pasar un automóvil Fiat 1100 de color claro que al llegar a la esquina de calle Trelles dio vuelta en “U” y cuando iba a retomar la calle Canalejas se detuvo en esa esquina. De él se bajó una persona de aproximadamente 1,80 de estatura, morocho, robusto, de grandes bigotes, de cabello oscuro y lacio, de unos cuarenta y cinco años y señaló en dirección por donde venía caminado mi padre, es decir por Canalejas.

Un Chevrolet que estaba en la otra esquina, en calle Donato Álvarez y que era de color oscuro, hizo señas de luces, mientras una Estanciera “IKA” de color verde o tal vez grisáceo estaba estacionada en Canalejas 1776. Coronel, en su testimonio, dice que no sabe como pero aparecieron repentinamente al menos 8 hombres que lucharon para apresarlo, mientras mi papá pedía ayuda a los gritos, resiste lo más que puede, se aferra a un árbol pero lo golpean ferozmente a juzgar por los rastros de sangre dejados en las baldosas de la vereda.


“Tenía una herida en la nuca” comentaría después un albañil que hacía unos trabajos en la comisaría de San Martín. Brenan supone que los secuestradores se bajaron de la Estanciera y de un Chevrolet de color negro que estaba en las inmediaciones, uno de los que atrapó a mi padre había estado con tres personas más dentro del bar de Manuel Alonso aproximadamente a las 20 horas, seguramente haciendo inteligencia. El Propio Manuel Alonso en su testimonio dice que pasadas la 23, horas en que suele cerrar, entró al bar el “Moncho”, que vivía en las inmediaciones y le pide un revolver “porque están secuestrando una persona ahí”.

Alonso no tenía ningún revolver y por pura curiosidad salió rápidamente de su comercio en el momento en que la Estanciera IKA se alejaba por la calle Canaleja rumbo a Donato Álvarez. Entre los vecinos allí reunidos estaba Vega quien llamó desde el teléfono del bar a la Seccional 50° dando a conocer lo que había ocurrido.
El Chevrolet, cuatro puertas, modelo 1947, de color gris plomo, que de noche parecía negro era de propiedad de Carlos Ibañez, quien el día 27 de julio fue preso acusado de contrabando junto y su auto con patente N° 345 457, secuestrado por orden del Juez Bregazzi fue llevado a la Seccional 9° de la Policía Federal donde debiera haber estado estacionado todo el tiempo mientras estuvo detenido.


En realidad, por dicho de algunos testigos, entre ellos María Esther Pazo de Ibañez y Gladis Magdalena Buela, fue el auto que participó de los operativos policiales entre el 24 de agosto y la primera semana de septiembre. Al obtener la libertad al cabo de 11 días le fue devuelto chocado en la parte delantera. Prueba irrefutable de la participación y complicidad de la Policía Federal en el secuestro de mi padre.


Gabriel Brenan comentó minutos después a los amigos sentados en rueda dentro del bar que: “Con Coronel cruzamos la calle, reconocí a Felipe, pero cuando nos acercamos un individuo armado nos apuntó y nos gritó ‘el asunto no es con ustedes’ e inmediatamente la Estanciera partió velozmente con Vallese en su interior y detrás, el auto negro. Tomaron por Donato Álvarez hacia Neuquén”.
En el mismo instante que a golpes lo querían desprender del árbol e introducirlo a la Estanciera, los parroquianos del otro bar, conocido como “El Sol”, ubicado en la esquina de Donato Álvarez y Canalejas, salieron alertados por lo desesperados gritos de socorro, y luego, casi inmediatamente, vieron pasar a la Estanciera “ a gran velocidad hacia Neuquén”.


Ocho meses después del secuestro, Alfredo Coronel pidió ampliar su declaración en el Juzgado de instrucción del Dr. Horacio Rebori, diciendo que a mediados del mes de abril de 1963 a la tardecita y cuando se dirigía a su trabajo, al llegar a la esquina de las calles Méndez de Andes y Trelles fue interceptado por dos personas de civil que lo amenazaron diciéndole “quedate en el molde o te pegamos un tiro como a Vallese”. Asustado, cuando los sujetos se fueron, entró al bar de Canalejas y Trelles quedándose en el interior para luego volver a su domicilio y minutos después se dirigió a la Seccional 50 de la Policía Federal, en cuya dependencia formuló la denuncia. Las autoridades colocaron en la puerta de su casa “vigilancia”. Días después se encontraba en la vereda de su casa en calle Terrero 651 cuando escuchó varios tiros y de pronto apareció un automóvil de marca Kaiser Carabela, color negro sin patente ocupado por varias personas, inclusive una mujer, llegaron hasta Terrero y Canalejas y se perdieron de vista por una cortada denominada Calsen.

Era evidente la presión que ejercían sobre los testigos del secuestro de mi padre.

 

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