Algunos conceptos de Ricardo Auer y la contraofensiva norteamericana

Fuente: Infobae
Política

 

Algunos conceptos de Ricardo Auer y la contraofensiva norteamericana

Por Ricardo Auer

La confrontación entre Washington Beijing transita el ámbito de la denominada guerra irrestricta o híbrida; es decir no tiene límites en cuanto su campo de acción.

En su fase actual se desarrolla, en la esfera pública, de modo diplomáticamente amable, combinando cooperación táctica con mutuos desafíos; pero en el lado oscuro de las cosas, se combate, no militarmente, pero sí en todos los espacios: tecnológicosfinancieros, y fundamentalmente en el campo doctrinario, actualizando permanentemente la concepción estratégica y el relato simbólico, en pos de asegurar el poder propio para la nueva etapa del mundo.

Además, desde esas doctrinas, se intenta captar y sumar a otros países para sus respectivas esferas de influencias o bloques propios.

Se observa actualmente que EEUU está preparando el lanzamiento oficial de un “Nuevo Consenso de Washington”, en orden a recuperar su ansiada y averiada hegemonía. Esto significa una actualización de su proyecto nacional, de carácter bipartidista, explícito o implícito, que muestre al resto del mundo la solidez con que los EEUU piensa encarar su futuro, que, en democracia, puede ser conducido por un partido u otro, con un presidente u otro.

Es que, para los norteamericanos, los rusos o los chinos, el poder nacional comienza y se perfecciona cuando se aplica el lema: “Primero la Patria, después los partidos y por último los hombres”. Temas que casi toda la dirigencia política argentina actual, no entiende o no practica, simplemente, porque la Patria no ha sido su prioridad, como debería ser.

Principios clásicos de la ortodoxia liberal: privatizaciones, disminución de gastos sociales y de impuestos, plena apertura exterior, libertad de movimientos de capital, desregulaciones, control de los sindicatos, todos muy propicios para la globalización del capitalismo financiero. Fue un deificado período, que signó un tiempo en la vida planetaria, pero que sus propias reglas contenían la semilla de su propia destrucción y dejaron la mesa servida a nuevos competidores, con consecuencias destructivas para la mano de obra estadounidense, el vaciamiento de su base industrial, además de permitir el desarrollo armamentístico y tecnológico de China, que creó el actual entorno de fuerte competencia geopolítica y de seguridad.

No sólo eso, también se descontroló el cambio climático y se incrementó fuertemente la desigualdad, aumentando los conflictos sociales, que podrían llegar a poner en riesgo los fundamentos de la democracia. La realidad ha demostrado que toda la teoría liberal del crecimiento inclusivo y del derrame, no funcionó.

¿En qué consiste la nueva doctrina que quiere aplicar EE.UU. y que comenzó a ser llamada “Nuevo Consenso de Washington”? Es un giro copernicano que se dirige en dirección contraria a su anterior. Se centra en una fuerte intervención estratégica estatal y en la inversión pública.

Descree de la anteriormente deseable “interdependencia mundial”: esto podría explicar parcialmente la guerra en Ucrania, por el proceso de reconfiguración del poder hacia el interior de sus propios territorios, que desencadena el desacople geopolítico, e impulsa una estela de fronteras fuertemente disputadas y a veces en llamas.

El antecedente inmediato de Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EEUU, el arquitecto de la política exterior norteamericana, y de la búsqueda de un consenso mínimo para lograr una posición coherente a largo plazo para enfrentar el desafío que plantea China, lo inició Trump, con la adhesión mayoritaria de los Republicanos. Su posición “nacionalista”, pese a sus exabruptos y extravagancia, ha sido adoptada e instalada por Biden y el Partido Demócrata. “Make America Great Again” (MAGA) se ha impuesto en la agenda interna, pese a que hay infinidad de otros temas y matices, que separan a unos y otros. También coinciden en que el Estado tendrá un papel clave para defender los intereses nacionales dentro de esa agenda. La nueva industrialización no necesitará otra Guerra Civil, como ocurrió en los años 1861-65, pero exige la reestructuración de la globalización y los términos del intercambio comercial.

 

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