Del poemario “Los poetas nunca mueren de viejos”
Seres alados
trazan contracurvas
sobre pilas de Rembrandts
pianos de cola
manadas de lobos
puentes oscuros
rostros apenas esbozados;
el eco recién extraviado
de un galope…
La que se fue
audazmente sola
sacude la melena.
Desconté una señal
y me equivoqué;
el tren detuvo su marcha
y supe que mis ojos son su brillo.
Sobre mi mesa
una fuente de fideos de arroz
y fragmentos del mapa del mundo interior.
¿En la bruma?
Todo lo perdido
casi tanto
como todo lo visto
desde que tengo memoria
desde que el azul del mar
se rindió a mis pies.
Del poemario “El cielo por la mirilla”.
II
Anoche soñé otra vez con vos.
Me espiabas mientras escribía
unas líneas en un papel, que se
estremecía por el viento nocturno.
Estábamos en un desierto rojo.
Yo apenas te miraba de reojo,
y me dejaba espiar en silencio.
Era por tu presencia radiante en la
noche que me nacían las palabras.
Tengo ese poema guardado para vos.