Comenzó la guerra “en serio”

Fuente: EDUARDO J. VIOR
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No importa que 2.000 mercenarios enviados por EEUU y Europa cayeran bajo el fuego Ruso en las heladas estepas de Ucrania.

Tampoco los 100 mil ucranianos abatidos, de los cuales 60 mil eran militares. Y menos aún, los seis mil soldados rusos y medio centenar de militares de alto rango que dejaron sus vidas en una guerra impredecible.

“Esto fue un precalentamiento”, asegura el ministro de Defensa Serguei Shoigú de la Federación Rusa, quien a su vez, informó que está previsto convocar a 300.000 reservistas que ya hayan servido y tengan experiencia de combate.

La movilización parcial no afectará a estudiantes ni universitarios. Lo mismo se aplica a los reclutas, quienes continuarán haciendo el servicio militar en territorio ruso, especificó Shoigu. Los reservistas serán instruidos en nuevas técnicas, tecnologías y en las experiencias obtenidas en Ucrania, antes de que se los envíe a guarnecer el territorio que ahora se incorpora a la ex URSS.

Todos los líderes políticos rusos, empezando por Genadi Zyuganov, el presidente del Partido Comunista de Rusia, venían impulsando la celebración de referendos que incorporen los territorios de Lugansk, Donetsk, Zhaporiya y Jerson a la Federación Rusa.

Ahora bien, al dar este paso crucial, Rusia cambia completamente el carácter del conflicto, ya que una vez que las cuatro provincias voten su incorporación a Rusia, bombardear estos territorios equivaldrá a bombardear la Plaza Roja de Moscú. Y no sólo eso, una vez realizada la adhesión, los rusos no podrán dar marcha atrás en ninguna negociación diplomática.

Esto cambiará las cosas considerablemente, y además es una señal de que cualquier diálogo con Kiev se cierra definitivamente.

Rusia prevé tener que librar la guerra contra Occidente al mismo tiempo en Ucrania, el sur del Cáucaso (Armenia) y Asia Central. Esta previsión implica también que en el interior del país se acabó la laxitud de los últimos años.

 

Un país movilizado requiere disciplina y control social.
Por otra parte el hundimiento de la economía europea y el alza de las tasas de interés en EE.UU. han canalizado hacia Washington enormes masas de dinero que no encuentran dónde invertirse por falta de demanda. La tentación de prolongar indefinidamente la guerra y ampliarla geográfica y sectorialmente es, entonces, muy grande.

Esto tiene asidero si se derrumba la economía europea, la industria norteamericana perdería una demanda que su propio mercado tampoco puede satisfacer, la única rama industrial que podría desarrollarse sería la militar. Pero, para hacerlo, necesita guerras. Por eso, es posible que adelante una guerra interminable que asegure la inversión productiva de los trillones de dólares que están fluyendo hacia EE.UU.

La guerra entre Rusia y la OTAN tiene hasta ahora cinco vencedores y dos perdedores. Rusia está venciendo, porque ocupó el 20% del territorio ucraniano, se sobrepuso a las sanciones occidentales, recompuso sus reservas externas, redujo al mínimo las pérdidas de su economía y está conquistando nuevos mercados.

China, en tanto, está llenando sus depósitos y tanques con petróleo y gas ruso que compra con el 30% de descuento. India está ganando fortunas comprando petróleo ruso y revendiéndolo refinado y más caro a Europa. Irán, por su parte, está cobrando suculentos peajes por el pasaje de petróleo ruso hacia India y vendiendo miles de drones a Rusia, que los emplea con éxito en Ucrania.

Estados Unidos, finalmente, ha liquidado la competencia europea, ha subido las tasas de interés, mejorando la cotización del dólar, y ha conseguido el aval de su Congreso para multimillonarias inversiones en la industria armamentista. Los grandes perdedores son, a todas luces, Europa (sobre todo Alemania), que está sufriendo pérdidas por aumento en los costos de la energía de las que no se va a recuperar por muchos años, y Ucrania, destinada indefectiblemente a desaparecer.

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