De Napolés a Pamplona, hoy nos fuimos a Europa

Fuente: Radio Gráfica
Deportes

Por Carlos Aira

 

Estas Apiladas Deportivas tienen una característica singular. Vamos a dejar el deporte argentino para meternos en el fútbol europeo, algo qué no hacemos. ¿Por qué? Porque hay razones para analizar. Razones del corazón; pero también, del marco en el cual está inmerso el fútbol en el mundo global del entretenimiento, el espectáculo, los valores de mercado y las apuestas.

El jueves pasado, el Napoli se consagró campeón de Italia luego de 33 años. Napoli no solo es sinónimo de Diego Armando Maradona. Si escarbamos un poco, la simbiosis entre entre aquella tierra y la nuestra es demasiado cercana. «Ver Napoles e doppo morire«, dice el refrán popular. A los pies del Vesubio, Nápoles es intensa, mediterránea y pasional. La construcción social de nuestro país está atravesada por la inmigración europea del siglo 20. Fue tan fuerte la inmigración napolitana – y su zona de influencia – que quedó impregnada en el habla porteña. Los Tanos, aféresis de napolitanos, para describir a cualquier italiano o descendiente. En 2005, un estudio realizado por el Conicet buscó destrabar una curiosidad filológica: ¿De dónde surge el acento y entonación porteña, babel del sur del mundo? Luego de meses de trabajo los científicos llegaron a una conclusión: los porteños hablan el español con una entonación más cercana a la de los napolitanos que a la de cualquier otra lengua. Incluso el castellano español o de otras latitudes continentales.

Pero en el título del Napoli está Diego. Siempre está Diego. El héroe de las causas más nobles.  En junio de 1984 llegó a la turbulenta Nápoles. En la temporada 1983/84, los celestes se habían salvado del descenso en la última fecha. En su primer partido viajó hacia Verona. Una bandera esperaba a los jugadores e hinchas del sur: “Bienvenidos a Italia, africanos“.  Diego se puso el traje de superhéroe. Ese que siempre le sentó tan cómodo. Nada volvió a ser igual al pie del Vesubio.  Campeón 1986/87 y 1989/90. San Genaro y Diego. Diego Armando Maradona. El hombre que cambió la correlación de fuerzas sur-norte. El capitán celeste campeón 1986/87 y 1989/90. El que no se hizo el distraído cuando puteó a los cleptómanos de la FIFA en la final de Italia 1990. El que pagó tamaña osadía.

Por eso, en el interminable festejo napolitano, Diego sigue y seguirá estando siempre presente. En las banderas, camisetas, murales y en el canto eterno de esa tierra napolitana, tan lejana pero a su vez tan nuestra: O mamma mamma mamma o mamma mamma mamma sai perche’ mi batte il corazon? Ho visto Maradona Ho visto Maradona eh, mamma’, innamorato son

Napoli se consagró campeón y a los argentinos se nos escapó un lagrimón.

 

MIENTRAS TANTO EN ESPAÑA…

 

Este fin de semana hubo final de Copa del Rey. Una final extraña. De esas que no quiere el mercado. De un lado, Real Madrid y sus estrellas; del otro, los vascos del Club Atlético Osasuna. Una de las empresas más grandes del mundo deportivo del entretenimiento y espectáculo ante un club que no se ha transformado en Sociedad Anónima Deportiva, que en los últimos 10 años fue castigado sistemáticamente por la Liga Profesional Española y que tiene uno de los presupuestos más bajos de la Liga Española.

¿Cuál es el mayor capital de Osasuna? Un orgullo inclaudicable; hijo de una identidad.

Osasuna. Salud, en euskera. Esa lengua indescifrable que se asemeja a los hachazos de los aizkolaris. El club mantuvo su nombre aun en tiempos de franquismo y lenguas regionales prohibidas. El orgullo de tener uno de los mejores sistemas de juveniles del fútbol español. La cantera de El Tajonar. En 1992, cuando por cédula real, los clubes españoles se vieron obligados a convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas, Osasuna mostró los avales y libres deudas para continuar su camino como institución de sus socios.

Entre 2004 y 2007, con un presupuesto acotado, Osasuna acarició la gloria. Peleó campeonatos, derrotó a los gigantes de España, fue finalista de la Copa del Rey, cayendo en la final ante Betis. En 2007 fue semifinalista de Copa UEFA, cayendo en forma muy ajustada ante Sevilla.

Lo que vino después fue complicado. Osasuna no era un buen ejemplo para el sistema de negocios de la Liga Profesional encabezada por Javier Tebas. En silencio, La Liga inició un trabajo de demolición. Se persiguió a los hinchas por cuestiones políticas. La directiva cometió errores que terminaron siendo determinantes. Si existía flexibilidad económica para las Sociedades Anónimas Deportivas, La Liga no perdonó a Osasuna. En 2014, luego de 14 temporadas, el equipo perdió la categoría.

Allí comenzó el trabajo de desmembramiento institucional. El mal ejemplo de un club orgulloso de sus modos y formas.  Osasuna perdió gran parte del terreno de El Tajonar. Tampoco podía llevar adelante contrataciones. El 7 de junio de 2015, fue uno de los días más importantes en la historia de Osasuna. Ultima fecha del campeonato de Segunda División. Si el equipo perdía en Sabadell, descendía Segunda B. Era el final del club. Desaparecería como desaparecieron muchos clubes tradicionales del fútbol español. Por ejemplo,  Málaga, Salamanca, Extremadura, Badajoz o Logroñes. Claro, ellos habían desaparecido por deudas empresariales. Osasuna era el final del modelo Club de los Socios.

El orgullo de la tierra. A los 39 del segundo tiempo, Sabadell convierte el 2 a 1. El descenso era una realidad. En tiempo de descuento, Javier Flaño igualó para Osasuna y no solo mantuvo la categoría: ese gol fue la salvación del club. La hinchada de Osasuna – Los Indar Gorri (Fuerza Roja) – cantan al ritmo de No me arrepiento de este amor, una canción que describe ese momento: “La gente nunca van a entender / Porque nunca lo vivió / Salvarse en el último minuto / de la desaparición / El orgullo de Iruña (Pamplona, en castellano) / Nunca se puede acabar / Cada vez que este equipo salta al campo del Sadar / De local o visitante yo sigo a todas partes / Indar Gorri siempre anima hasta el final”. 

 

 

En abril de 2016, Antxón Otaño, socio compromisario de Osasuna, visitó Abrí la Cancha. Explicó con detalles la situación de un club comprometido por la presión de La Liga y el modelo empresarial salvaje:

Nos han hecho vender todo el patrimonio del club y tal por endeudarse pagando fichas muy altas. Un club chico con el presupuesto de Osasuna no se puede permitir esos contratos. Entonces el endeudamiento aumenta, aumenta, aumenta, aumenta, y al final la pelota es tan grande que ya no se puede salvar. La única manera que tuvimos para salvarnos cambiar la deuda por la propiedad del estadio y todos los campos de entrenamiento. Pero la conversión en sociedad anónima deportiva no es nada bueno, porque a pesar de todo nosotros como socios elegimos nuestros socios compromisarios [N. del R.: representantes de socios en la dirección del club.]. Actualmente, a pesar de que estamos en una malísima situación, nosotros seguimos siendo por nuestros representantes en las reuniones con la junta directiva los que decidimos como hinchas del club si queremos que se aprueben los presupuestos, que el dinero vaya para un lado, que el dinero vaya para la cantera, que el dinero vaya para la fundación del club o para lo que sea. Pero desde el momento que aparece la sociedad anónima deportiva el hincha simplemente es un instrumento que quiere el club para que aliente o para que asista al campo. Nada más. Mientras el club sea de los hinchas el club siempre se preocupará de los hinchas, pero cuando el club deja de ser de ellos ya jamás el club se preocupará de ellos.”

En junio de 2016, Osasuna regresó a Primera. Volvió a Segunda en una temporada para regresar a a Primera en 2019. Ya era otro club. El trabajo de los socios recompuso su situación patrimonial. Los socios del club le habían torcido – con lucha y en silencio – el brazo a la Liga Profesional. En septiembre de 2020, en Abrí la Cancha entrevistamos a Abel Díaz, otro socio compromisario del club navarro, por un tema singular: los socios decidieron que el nuevo estadio de Osasuna tenga una tribuna para ver el partido de pie. Como las viejas tribunas populares. Algo que no existe en ningún estadio español hace un cuarto de siglo.

Lo importante es que Osasuna sigue siendo un club de socios. Gracias a esto se pudo hacer este sistema participativo: elegir el proyecto y discutirlo. En el futbol español en caso que no seas socio, el dueño elige su proyecto, no pregunta a los aficionados, contrata a su amigo contratista, comisiones y todo el asco que se vive en el futbol europeo. El problema de las SAD no son solo los resultados. Valencia está en manos de un singapurés que hace y deshace a gusto o  Elche, que fue comprado por el argentino Cristian Bragarnik. Lo que sucede en esa SAD es de cuidado: se desprendió de los jugadores que le dieron el ascenso para traer futbolistas representados por él”, explicó el hincha de Osasuna en Abrí la Cancha.

El equipo navarro disputó la final de Copa del Rey ante Real Madrid con solo tres jugadores extranjeros. El mayor fichaje en la historia del club es el croata Ante Budumir, y no llega a los 10 millones de euros. La asimetría económica entre ambos equipos no se vio dentro del campo de juego. Real Madrid ganó 2 a 1 y terminó haciendo tiempo. En las tribunas, Osasuna ganó por goleada.

¿Por cual razón la transmisión oficial para el continente – atiborrada de publicidades de casas de apuestas – obvió toda la información anteriormente citada? Sencillo: si se explica que Osasuna, un club de socios, le plantó cara al gigante del entretenimiento y el espectáculo del fútbol, el fútbol podría regresar a un estadío indeseado. Un David Vs. Goliat se debe dar cada tanto. Estas finales son un mal ejemplo: el público global – supuestamente – desea finales entre los grandes valores de mercado.

Mientras tanto, el fútbol nos regala estas historias maravillosas. Por eso la obligación de difundirlas.

 

Periodista / Abrí la Cancha

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