El fútbol confiscado por las políticas ultraliberales

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La Copa del Mundo de fútbol empieza en Qatar en un par de semanas: un país donde no se juega al fútbol, donde no hay libertad política y que, con la corrupta complicidad del ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, y de quien dirigía la UEFA, el ex jugador de futbol francés Michel Platini, consiguió que la FIFA lo designara como sede del mundial de 2022.

Nicolas Sarkozy y Michel Platini

Se han escrito y filmado y se escribirán y filmarán decenas de libros y documentales sobre esta obra maestra del liberalismo más actual que consiste en hacer de la emoción humana un gran negocio. El fútbol ha sido confiscado por las instancias deportivas y políticas ultraliberales.

El mundial de Qatar es la obra más acabada y delirante de este sistema que no conoce límites.

El emirato gasífero compró los votos necesarios para su designación durante un almuerzo que se celebró en el Palacio presidencial francés tres semanas antes de que la FIFA eligiera a Qatar, el 23 de noviembre de 2010. En el almuerzo estaban Nicolas Sarkozy, Michel Platini y el príncipe heredero y futuro emir de Qatar, Tamim ben Hamad al-Thani. A Sarkozy y la FIFA no les importó que Qatar fuera el reino de todos los abusos, de los escándalos, de la destrucción del medio ambiente, de la corrupción, la persecución de los homosexuales y el esclavismo: se lo dieron igual. ¿A cambio de qué?

Numerosas investigaciones periodísticas publicadas o difundidas en las últimas semanas (France Télévisions, Mediapart, Radio France) prueban que Sarkozy lo hizo a cambio de que Qatar comprara el equipo de futbol de su amigo Sébastien Bazin, el PSG, y también que adquiriera lo que en ese entonces eran los invendibles aviones de guerra Rafale.

Detenido e interrogado, Platini le dijo a la policía: “fue un almuerzo en el cual no estaba cómodo como presidente de la UEFA. Había cierta confusión con, especialmente, problemas éticos”. Platini votó a favor de Qatar.

El Mundial 2022 es un despropósito climático, social, político y deportivo pactado a través del corredor del tráfico de influencias y los intereses políticos-industriales y financieros. 6.500 migrantes murieron en Qatar durante la construcción de los estadios. Como en el mundial que se celebró en la Argentina en 1978, cientos de personas jugarán al futbol sobre un terreno lleno de cadáveres y sobre la tumba de enormes ilusiones puras que el liberalismo fermentó con la estrechez de sus valores.

Pisotear la memoria, colonizar y destruir la causa climática y sobornar a las dirigencias políticas y deportivas para construir con las pasiones humanas una imagen distinta, son tres episodios de una misma farsa: testimonios abruptos de la ferocidad moderna

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