EL LUNFARDO, EL LENGUAJE NEOCOLONIAL Y EL INCLUSIVO  

Cultura

EL LUNFARDO, EL LENGUAJE NEOCOLONIAL Y EL INCLUSIVO

 

 

 

EL NEOCOLONIALISMO LINGÜÍSTICO

 

Las palabras, sobre todas provenientes del inglés del imperio norteamericano, como

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que utilizamos diariamente sin sorprendernos es una introducción e intromisión  a nuestro idioma a medida que se fue afianzando la colonización mental de los habitantes. Esto comenzó a suceder con más énfasis a partir de la guerra fría y se afianzó recientemente con la llamada globalización.

 

Bordelois manifestó que «Como lingüista y ciudadana, me interesaría saber si, como lo intuyo, la Argentina no es, dentro del Mercosur, el país más permeable a la influencia estadounidense, no sólo por el número de palabras adoptadas, sino por las actitudes culturales asimilacionistas, que llegan a la adopción de fiestas como la San Valentín y Halloween».

 

EL LUNFARDO

 

Eduardo  Stilman, en “Antología del Verso Lunfardo”, manifiesta que las expresiones excluidas del diccionario académico no es más que el argot  profesional de los delincuentes o como Borges decía: la tecnología de la furca y la ganzúa”. Lunfardos se llamaban a sí mismo, a fines del siglo XIX, los ladrones de Buenos aires y el nombre sirvió para designar su jerga.

Así el reloj es “bobo” por la facilidad con que es robado, el revólver, “bufoso”, por el ruido que hace y “piojosa” la cabeza. Otros de los disimulos del lunfardo es hablar al vesre, que consiste en hablar al revés: gotán, nami, potién…

El lunfardo penetró profundamente en el habla popular. Los vehículos principales de esta transfusión fueron el sainete, el tango y el conventillo. El trabajador y el malandra, la obrera y la prostituta, el inmigrante y el criollo, pusieron en contactos virtudes y defectos. En boca de “decentes”, el lunfardo se enriqueció muchas veces de significado y poesía…

 

 

EL LENGUAJE INCLUSIVO

 

 

El lenguaje inclusivo proviene del activismo femenino a partir de 1960 y está basado en las ideas de equidad y de igualdad de género. Es un cambio propuesto desde arriba por eso va a costar que se generalice si es que un día sucede.

Antes de ser inclusivo, es más un lenguaje incisivo que provoca a la expansión de los límites del idioma. Pretende dejar de ser sexista y avanza también hacia las entrañas de la diversidad de género.

La lengua se presentaba como “neutral” mientras avanzaba rotundamente hacia los varones y obviando claramente a las mujeres.

Delia Suardíaz, según Emmanuel Theumer, “fue la primera mujer en 1973 quien analizó la ausencia de las mujeres en diversos usos sexistas de la lengua castellana y apostó a la necesidad de un cambio lingüístico. Esta apuesta política quizás ha sido la menos comprendida por quienes critican al “todes” con extrañezas, sonrisas apáticas y  reacciones pueriles y muchas veces con agresiones desmesuradas.

No se trata tanto de lograr una nueva versión acabada de la lengua castellana como de introducir fisuras a las convenciones lingüísticas mediante las cuales versiones recalcitrantes del género perviven y se actualizan. Antes que inclusivo este es un lenguaje incisivo. Como tal, incita a la sucesiva expansión de los límites con los que vamos a comprender la inclusión”.  

 

 

 

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