Escribe Ricardo Auer

Escenarios actualizados tras el giro de EEUU

Opinión

Escenarios actualizados tras el giro de EEUU

La administración Biden busca liderar el proceso de “descarbonización” y de “digitalización” de la producción mundial para contener a China

El presidente Joe BidenEl presidente Joe Biden

La nueva estrategia (el giro no liberal) de EEUU para contener a China va mucho más allá del simple objetivo de recuperar empleos locales, perdidos durante la globalización;

el núcleo duro de la estrategia apunta a liderar el proceso de “descarbonización” y de “digitalización” de la producción mundial, con decidido control de las cadenas de valor y de insumos, a ser anclados, preferentemente, dentro de sus fronteras, en consonancia con el escenario de guerra irrestricta, propia del siglo XXI.

Si bien su centro de gravedad pasa por incrementar el poder nacional también se recuesta en la política doméstica, en términos del valor de los salarios de sus trabajadores. Los empleos más sofisticados o de mayor valor agregado, siempre tendrán los mejores ingresos y la sumatoria de ellos se computa en términos de poder nacional, como sería el caso de producciones robotizadas de alta tecnología, que si bien no son grandes creadoras de empleo directo, son una fuente importante de empleo indirecto (por el efecto multiplicador) con puestos de trabajo a cargo de mano de obra semi-calificada en los sectores de la construcción, metalúrgica, guardias de seguridad, cocineros, sanidad, etc.

Se calcula que agregar un trabajo calificado adicional en el sector transable (comercializable internacionalmente) genera 2,5 trabajos en bienes y servicios locales. La nueva estrategia de “descarbonizar” la economía producirá una masiva producción industrial, radicada principalmente en territorio propio por razones de “seguridad nacional”, aunque algunas partes se construyan fuera de su territorio. Una gran flota de vehículos eléctricos necesita la construcción masiva de baterías, que, por ser muy pesadas y peligrosas para su transporte, deben se producidas localmente.

La elección de la estrategia “descarbonizadora” por parte de EEUU (y también por China), tiene una razón: de acuerdo a la lógica de maximizar las ganancias, propia de la ideología pura del libre mercado, las empresas solas nunca podrían eliminar o mitigar el cambio climático; en consecuencia, los gobiernos deben intervenir de forma novedosa ya que los impuestos a los combustibles fósiles (siempre criticables políticamente) y los bonos “verdes”, no han mostrado buenos resultados concretos.

Comienza así la etapa de subsidiar la energía verde, atendiendo la lógica de las curvas de aprendizaje: a mayor producción, menores costos unitarios, tal como ha sido el caso de los paneles solares. A los efectos de bajar costos, será necesario descentralizar ciertas etapas de los procesos de producción, pero de modo tal que cualquier crisis, local o global, no implique riesgos graves para EEUU, es decir la descentralización debe ser evaluada con claros criterios de “seguridad nacional”.

La letra chica del “Green New Deal” norteamericano prevé la aplicación de penalidades a los países que no cumplan con sus obligaciones climáticas (proteccionismo ambiental). Por el lado chino, se pretende llegar al 2030 con un 40% de producción eléctrica de fuentes renovables (nuclear y otras). Las estrategias industriales de transición ecológica no sólo deben entenderse para combatir la degradación ambiental, sino también como herramientas del juego geopolítico industrial.

Como la geopolítica y los alineamientos estratégicos de las naciones se han vuelto prioritarios frente a las eficiencias económicas empresariales, la provisión de los insumos críticos constituye el gran tema: níquel, litio y cobalto son utilizados en las baterías; elementos de tierras raras (neodimio, samario), son esenciales para los imanes de las turbinas eólicas y los motores eléctricos.

Hay pocos países productores: el cobalto proviene de la República Democrática del Congo, el níquel de Indonesia, China domina en grafito y en las tierras raras. Los grandes players (China, Europa y EEUU) se han lanzado a una importante carrera para apropiarse de estos insumos críticos, tanto en África como en Suramérica, lo cual los pone en una situación desafiante.

Si estos países dispusiesen de un fuerte poder nacional de negociación obtendrían una inmejorable oportunidad para su propio desarrollo; pero si como se está viendo, su poder de negociación se encuentra totalmente disperso en pequeñas provincias, gobiernos corruptos, pueblos luchando con la pobreza y alienados de sus clases políticas, el panorama no es muy propicio para aprovechar esta oportunidad tan especial.

Una vez más se cumplirá el axioma imperial que dividiendo se reina (se fijan las reglas y los precios de las commodities). Además, como el conflicto geopolítico entre los grandes players se mete dentro de las políticas de los países, cabe esperar más divisiones internas (grieta) en los países proveedores de materias prima y entre esos mismos países, en lugar de unirse para disponer de mayor poder de fuego en las negociaciones, como lo ha hecho la OPEP.

Si de alguna manera se lograra poder de negociación, la misma competencia entre los grandes players hará subir los precios, lo cual dejará a muchos afuera de la carrera de acceso a los insumos críticos; se eliminarían competidores y se concentrará nuevamente el mercado de producción entre los grandes, tal como ocurrió con el acaparamiento de vacunas durante la pandemia del COVID. Eso llevará a la necesidad de desarrollar la industria del recupero de los insumos críticos dentro del concepto de “economía circular”, procesos bastantes contaminantes que quedarán para ser realizados en los países periféricos.

Otros insumos críticos también estarán en juego. Las centrales nucleares de EEUU reciben uranio enriquecido ruso. EEUU restringe la exportación o venta de ciertos tipos de chips a Rusia y a China, por su uso militar. Europa, y Alemania en particular, recibió un fuerte impacto negativo en su competitividad debido a las restricciones de acceso al gas ruso, más barato (voladura del gasoducto NordStream II).

Se abre un gran espectro de negociaciones de todos los puntos críticos que afectan a los puntos vulnerables de unos y otros. Nada puede ser asegurado. Seguirá la incertidumbre estratégica. Era imperioso para los EEUU realizar este giro estratégico, siendo funcional para anticiparse a cualquier escenario crítico. En resumen, se trata de responder a amenazas externas: el cambio climático y el desafío (militar) de China. Prepararse para lo peor es un modo de evitarlo. Si vis pacem, para bellum.

La concentración de las industrias estratégicas en territorio propio también está justificada porque la experiencia indica que los ambientes tipo “clusters” son los más propicios para avanzar rápido en la innovación de determinadas tecnologías y para mitigar los riesgos de fuga de tecnologías críticas para la seguridad nacional y la economía.

Más aún cuando hay financiamiento abundante y barato, de origen estatal. Esto se logra poniendo a todas las empresas privadas en cercanía. El mejor ejemplo fue el Silicon Valley, para la informática; Londres y New York, para las finanzas, Los Ángeles, para el entretenimiento masivo.

Es probable que EEUU agrupará a los productores de electrónica avanzada y de Inteligencia Artificial (IA), tal como lo hace China en la ciudad de Shenzhen, donde nació Huawei, o Bangalore en India. EEUU quiere también exportar productos avanzados y está dispuesto a subsidiarlos porque subsidiar las exportaciones de productos manufacturados (con valor agregado) aumenta la productividad, debido a la necesidad de competir globalmente. El mejor ejemplo fue el recorrido transitado por China en las tres últimas décadas.

La estrategia de EEUU tiene implicancias serias para sus adversarios, pero también para sus aliados y sus socios. Se ve claramente en Europa. Alemania se desindustrializa; el motor económico de Europa se está estancando y el panorama político del continente se vuelve más conflictivo socialmente.

Por primera vez en 40 años, Alemania tiene un balance externo deficitario y su economía entró en recesión; las encuestas muestran que tanto las empresas como los consumidores son profundamente escépticos sobre el futuro. Alemania tiene mucha industria siglo XX (químicos, automóviles, maquinarias) y poca del siglo XXI. Sólo 4 de los 100 artículos científicos más citados sobre IA en 2022 eran alemanes, comparados con 68 de EEUU y 27 de China.

Las empresas alemanas quieren desplazarse hacia EEUU aprovechando las facilidades de fondos baratos y abundantes. Todo ello impactará sobre el resto de Europa, ya que Alemania está muy vinculado económicamente como inversor y descentralizador de su producción, especialmente en Europa Central.

La fórmula que convirtió a Alemania en la potencia industrial de Europa (mano de obra altamente calificada, empresas innovadoras y energía barata) se está derrumbando. Sufre un desbalance demográfico que dejará a sus empresas sin los ingenieros, científicos y otros trabajadores altamente calificados que necesitan para seguir siendo competitivos en el mercado global. En unos 15 años, casi un 30% de ellos alcanzará la edad de jubilación, no sustituible por la inmigración externa.

Errores estratégicos como eliminar la energía (verde) nuclear y el no acceso al (barato) gas ruso, han terminado por definir su declive relativo. Nótese que la situación se complica también porque los empresarios chinos se están retirando de Occidente y concentrando en Asia, África y Suramérica, es decir en los prometedores mercados para su producción y proveedores de insumos críticos.

La situación de debilidad continental europea es tal que hasta Comisión de la UE, presidida por la globalista Von der Leyen se permite incorporar a la lobbista norteamericana, Fiona Scott Morton, para el cargo de “Economista Jefe de Competencia”, cargo clave, responsable de garantizar el cumplimiento de las normas antimonopolio y de competencia de la UE y de aprobar fusiones y adquisiciones.

Washington ya no negocia con la UE, simplemente ocupa directamente un puesto estratégico de control de los engranajes del poder. Ese cargo siempre estuvo reservado exclusivamente para ciudadanos de la UE, pero en los procedimientos de febrero de 2023 (COM/2023/10427) desapareció “mágicamente” ese requisito.

Para que la sumisión europea a EEUU sea más evidente, en Alemania, la ministra de RREE, Annalena Baerbock, del partido Verde, nombró a la activista norteamericana de Greenpeace, Jennifer Morgan, como Secretaria de Estado, quien el año pasado visitara Argentina. En los pequeños detalles se vislumbra la realidad. La idea de un liderazgo independiente de la UE en el contexto global parece encaminarse a la nada misma. El nuevo escenario se mueve hacia el bipolarismo. Al menos en Occidente.

Seguir Leyendo :
Opinión
Más Leídas