La última caravana, un texto de Héctor Pellizzi

Cultura

LA ÚLTIMA CARAVANA

 

Meditó por largas semanas y esa misma noche decidió esconderse detrás de la sierra de los “chimangos”. Sería una tarea muy difícil, pero no dudó llevar con él, a toda su raza. Para llegar al valle deberían atravesar primero el río de Los Plátanos. Ancho, lleno de piedras y remolinos. Después, enfrentarse a una floresta cerrada por árboles espinosos. Oscura y húmeda. No había otra alternativa, no podía repetir la ingenuidad de su abuelo que murió perforado de balas cuando estaba descansando en pleno día a orillas de una laguna. Ni descuidarse como lo hizo su padre y fue víctima de la furia asesina de sus enemigos.

De noche, en el silencio más absoluto, comenzaron una larga y sufrida marcha. Muchos se enfermaron y quedaron en el camino. Fundamentalmente los viejos. Depredadores de todo tipo infernaban los senderos desconocidos. Solamente su voz de mando infundía ánimos. Solamente sus gestos decididos emanaban rayos de esperanzas.

Al cabo de varias semanas llegaron a los bordes del valle. Descendieron exhaustos, hambrientos y heridos. Una semana más tarde, todavía sentían la fatiga de la travesía. El lugar conocido como la Garganta de Dios era calmo y deslumbrante. Inmensamente verde. Árboles bajos, de copas anchas, se diseminaban a lo largo de las márgenes de un río que nacía en las sierras. Sin dudas era un oasis en medio de un país en guerra.

Cerca del final de ese mismo año, escucharon rumores que hombres fuertemente armados pretendían invadir el valle y exterminar toda la raza. Él no entendía por qué tanta saña, tanta ambición, tanta sed criminal… De ser así, tendría que seguir huyendo, esta vez para las montañas, donde el frío y el hambre los esperaban sin miramientos.

No tuvieron tiempo de preparar la caravana. Una horda fuertemente pertrechada realizó un ataque fulminante. Y uno por uno fueron descuartizados.

Cuando los cazadores regresaron al pueblo con más de cincuenta ciervos, la multitud que los esperaba organizó la mayor celebración de los últimos años.

Esa noche, todos se emborracharon.

 

 

Héctor Pellizzi  – Junín de Buenos Aires –

Autor del libro «La última caravana»

 

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