Una trava comunista en el acto de Milei.

Opinión

Una trava comunista en el acto de Milei.

Crónica sobre el populismo de derecha.

11 de agosto de 2023

Por Mariposa Trash

Llegamos a las 17:45 a la puerta del Movistar Arena. Había varias cuadras de fila. Estaba acompañada de Vico, un amigo peronista al que le copó la idea de ir al acto de la Libertad Avanza. Fuí montadisima, con un vestido de rayas amarillo y negro (los colores de la bandera anarcocapitalista), unos lentes de sol, una boina y una peluca. Llamativa pero casual, no quería que se dieran cuenta de que soy una trava.

Éramos las únicas dos personas trans a la vista en esa masa de gente que lo iba a ver hablar al peluca. La fila estaba integrada principalmente por incels, algunos criptobros con corbatas y anillos, abuelas, pubertarios acompañados de sus madres cincuentonas y algún que otro freak: otakus, un chabón con una motosierra de mentira, un spiderman, un libertario disfrazado de león y dos o tres gauchos. Casi no había gente blanca, de ojos azules, gente “hegemónica”o evidentemente concheta (a excepción de los criptobros)

Con Vico pasamos la fila y fuimos hasta el “Milei móvil”: un auto con la cara de Milei al que tenías que ir para sacar tus entradas. Pasando por Corrientes había camionetas con parlantes que hacían resonar spots del partido y micros con libertarios del interior de Buenos Aires. Para volver al Movistar Arena tuvimos que pasar entre un grupo de personas amontonadas. Remeras de Milei, bombos, banderas y trompetas. Si entrecerrabas un poco los ojos casi parecía una mini marcha del peronismo. Solo que sin choris y con cantos libertarios y otros más propios de la antipolítica (que se vayan todos, que no quede ni uno solo). Muy distinto a lo que podés llegar a encontrarte en una marcha del PRO, más ordenada, menos “sucia”, más antipopular en sus formas. El ambiente era festivo y la primera conclusión a la que llegué es que el movimiento de Milei es peronismo para gorilas.Un intento de mística popular por derecha.

Caminamos más de 3 cuadras hasta llegar al final de la fila. En el medio hubo un vecino que puso la internacional desde su casa, a todo volumen. Tuve que contenerme para no cantarla y quedar expuesta. Fué difícil pero lo logré, hasta me compré un pin del “anti communist social club” para mantenerme en personaje. Vico, mi amigo, se compró uno con la cara deBolsonaro. Esperamos una hora y media. Capaz fue la incomodidad de pasar tanto tiempo de pie, con esa mezcla extraña de manija y cansancio que tienen las colas de eventos masivos, pero la gente estaba rara. Estaban todos muy en la suya y el clima de festejo se había apagado. Parecía una sala de espera en la que todos se miran mal, con desconfianza. Cada tanto pasaba algún manija cantando la casta tiene miedo o el loco de la motosierra gritando mo to sierra, mo to sierra, mo to sierra pero no mucho más.

En la fila una señora, que estaba a cargo de 3 pubertarios de entre 12 y 15 años, nos preguntó ¿saben cuando habla él? Por contexto entendimos que cuando decia “el” se refería a Javier Milei. Le contestamos que no sabíamos. Me llamó la atención que ella (y varias personas que estaban esperando a entrar) se refirieran a Milei simplemente como “él,” y que todos por contexto entendiéramos que no estaban hablando de Marra, de Benegas Lynch o de algún otro. Ahí entendí algo fundamental del movimiento libertario, que confirmé cuando ví el acto. Una segunda conclusión. La mayoría no había ido por un sentido de pertenencia al partido, estaban ahí por una identificación con Milei. La emoción estaba concentrada en él, era un cantante solista, un rockstar.

Después de la hora y media de espera pudimos finalmente ingresar. Junto a nosotros entraron los de la agrupación libertaria “Julio argentino Roca”. Los de seguridad nos pidieron las entradas, casi no nos revisaron las mochilas. Mostramos nuestros tickets y nos dijeron por allá, piso 3, salida 37 señalando una de las entradas al estadio. Subimos las escaleras y antes de entrar pasé por el baño. Había una mina custodiando la entrada al baño con una sonrisa y un spray con alcohol desinfectante. La puta madre acá cagué, se va a dar cuenta que soy una piba trans y me va hacer pasar al otro baño lleno de chabones rancios pensé. Pero no, me dijo pasá, ese está desocupado y hasta me dijo linda. Se sintió bien que me tratara así, zafé, no se dió cuenta. Hice pis, me saqué una foto con Vico en los baños y seguimos con lo importante: el acto de Milei.

Entramos por la puerta 37, una persona del staff nos indicó las gradas desocupadas. Nos podíamos sentar donde quisieramos, no había numeración. Según mi ojímetro, en el Movistar Arena habían unas 11 mil personas, porque el lugar estaba repleto pero había sectores vacíos. Además, en la entrada había un contador que te decía cuánta gente había y que también señalaba la capacidad limitada del Movistar Arena: 14.571 personas. Y no estaba lleno. Por lo cual eso que repiten algunos medios de que había más de 15 mil personas es imposible.

Abajo, en la platea, los libertarios se amontonaban frente al escenario vacío con globos blancos que decían MILEI 2023. En las pantallas pasaban videos del candidato de gira por el interior con el Milei móvil. La playlist del acto incluyó temas de los ramones, de the clash, de ataque 77, de ACDC y de los guns, entre otros. Mucho rock, con intentos tímidos de pogo, welcome to the jungle baby. Incluso sonaron canciones asociadas a la protesta contra el neoliberalismo (como señor cobranza y el mono relojero de kapanga) y en un momento apareció Marra entre el público, subido a los hombros de otra persona, gritando y cantando con el resto de los libertarios.

En las gradas tuvimos que esperar otro rato largo a que el acto empezará. Se hicieron las 21:00 hs y nos agarró hambre. Le preguntamos a un pibe que tenía unos nachos con queso donde los había comprado y a cuanto.

– En el puesto de comida, están a 1.000 pesos

– Uhh

– Si, si me preguntás un poco carelis pero bueno, son 2 dolares jaja

El pibe se sentó y Vico y yo nos reímos de su comentario. Los niños que cantaban la casta tiene miedo en la fila acompañados de su madre, el dolarman de los nachos, el chabón de la motosierra (que ahora estaba en la platea, efervecido entre los suyos alzando el arma de cartón), el evento estaba siendo todo lo que esperábamos pero faltaba lo fundamental, el acto.

Vico se va a comprar los nachos y el pibe de los dólares me intenta chamuyar. Me pregunta si sé cuando habla el. Tercera persona en el día que me habla de Milei como “el”, un dios casi. Mucha mística. Ni idea le digo. Aparece en el escenario Benegas Lynch, un intelectual de la derecha y da unas palabras a modo de apertura. Su tesis: Milei ya ganó, gane o no gane las elecciones, logró poner en agenda temas impensados en la política argentina. Da las gracias y se va. Pensé que ahí empezaría el acto pero no, la espera sigue por unos minutos.

Y de pronto el movistar arena se calla. En las pantallas aparecen fragmentos de Milei en el congreso. Las luces generales se apagan, el estadio queda a oscuras y cerca del escenario se encienden unos reflectores. Ahora sí, empezaba el acto. Vico vuelve con dos panchos, justo a tiempo. Hay una canción épica de fondo, esa que usan a veces los youtubers. Parece sacada del Skyrim. La gente aplaude, grita, canta y de vuelta silencio. Algunos levantan sus celulares con la linterna prendida. Las pantallas cambian y ahora muestran a una especie de guerrero celta con un cuerno que hace dos notas sostenidas. Un llamado a la guerra. Las luces se descontrolan y empiezan a apuntar a todos lados. ¿Cuánta plata gastaron en esto? Me siento en un acto de Donald Trump, solo que más absurdo, más berreta. Y se pone mejor: los monitores ahora muestran videos de bombas, edificios en demolición, más bombas, mucha destrucción, se escuchan los bombos y las trompetas de la platea hasta que hay un último cambio en las pantallas: aparece un león digital corriendo por unos breves segundos. El león ruge y empieza a sonar “Panic Show”, de la renga. Tenía entendido que el cantante de la banda había desautorizado a la Libertad Avanza de usar el tema en sus actos. Pero ni idea, empezó el tema y eso indicaba algo: era el momento estelar del Peluca. Sin embargo en el escenario estaban todos menos él. Estaba Villarruel, Marra, Benegas Lynch y hasta la hermana de Javier. ¿Dónde estaba Milei? En la otra punta del mini estadio la gente se empieza a amontonar y le digo a Vico:

– ¿No está ahí?

– No boluda, ¿cómo va a estar ahí, entre el público?

– Siii boludo, mirá.

– Eligió muy mal la entrada.

– No va a llegar.

– Mirá, mirá, está nadando entre la gente.

– Ahora mínimo lo tienen que levantar con una máquina.

– Y que vuele a lo jesucristo superstar hasta el escenario.

– Mal.

Ahí estaba “el”. El peluca. El loco. Javier Milei, a metros nuestros, una figurita chiquitita entre otras, gritando junto a otras. Furioso, igual que en la tele, iluminado por la luz de muchos celulares que lo filmaban.

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Tardó un montón en llegar al escenario. Sonó 3 veces la canción de la renga. Cuando estaba por llegar, algo incómodo sucedió. Estaba pasando algo que ni Vico, ni yo, ni los que estábamos de este lado de las gradas podíamos ver, porque sucedía debajo nuestro, en ese sector de la platea al que no teníamos acceso visual. Lo único que vimos fue el desenlace de la situación: un par de personas cagandose a trompadas, una que sale corriendo, dos que les siguen detrás, varios curiosos. ¿Qué pasó? Nunca lo sabré, en las notas que leí del acto no se menciona esto. Quizá alguien no supo expresar su afecto al peluca o tal vez alguien intentó robar un celular y recibió mano dura. De todas formas las miradas rápidamente se concentraron en el escenario. Había subido el león. Corrió de un extremo al otro, agitando mucho las manos y gritando. Mientras, un fotógrafo que lo seguía detrás filmandolo, se tropezó, cayendose y tirando el atril. Era Santiago Oria, un cineasta del equipo publicitario de la campaña. Milei vió la situación pero no reaccionó, the show must go on así que Marra se acerca y ayuda a Oria a levantarse. Mucho éxtasis, descontrol, el público empezó a cantar que se vayan todos, que no quede ni uno solo mientras Milei les daba manija. Fue shockeante, políticos anti pueblo y militantes convencidos de la derecha más rancia cantando coplas del cancionero popular. Tercera conclusión: estamos en una época en la que el descontento con el sistema capitalista no está unido propiamente a salidas y fantasías anticapitalistas. Revuelta no significa revolución y el poder de las nuevas derechas es el poder del fascismo: capitalizar la bronca ante una crisis sistémica y convencer al pueblo de que el problema es el de al lado, el que roba, el zurdito, el migrante, el distinto, pero nunca el de arriba: el poder económico.

Milei era un rockstar y las 10 mil personas del movistar arena sus fans, sus swifties. Envuelto en una campera de cuero negra y con su pelo despeinado se acercó a la mesita con el micrófono, puteó a unos supuestos bots que habían mandado para sabotear el evento y arrancó su discurso cantando el ya repetido tema de La Renga. Eso sí, con la letra alterada, quizá por motivos de Copyright.

Hola a todos! Yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida. Volvió la casta sin entender. Panic show a plena luz del día. Por favor no huyan de mí, yo soy el rey de un mundo perdido. Soy el rey, te devorare. Toda la casta es de mi apetito

Después gritó un par de veces VIVA LA LIBERTAD CARAJO! a lo que su público respondía con un VIVA! alzando el puño derecho. Me sentí en un acto nazi. Era una trava comunista migrante en un acto de Hitler. Aunque tengo que admitirlo, más que miedo me causó gracia, era todo muy bizarro.

Milei agradeció a su hermana (la guía espiritual de la Libertad Avanza) y dió un discurso en el que las únicas propuestas claras eran 2 consignas. El que las hace, las paga y hacer la casta reviente y sino, que reviente TODO. Definitivamente hay algo con ver las cosas volar por los aires, una pasión destructiva. En fin, que la decadencia argentina empezó en 1916, con Hipolito Yrigoyen (primer líder electo por voto popular), que empeoró con el colectivismo y todo eso que ya sabemos de sus discursos. Disparó contra los periodistas, contra los políticos, contra el peso argentino, mostró simpatías por Menem, por Macri, tiró flores al movimiento libertario y dió un ultimatum: por los avances del colectivismo, puede que esta sea nuestra última oportunidad refiriéndose a las elecciones de este año. Fue un discurso breve pero verborrágico. Terminó con esa frase de Benegas Lynch que le encanta repetir a los libertarios (irónicamente la mayoría homofóbicos, machistas y no muy respetuosos con el proyecto de vida del otro). El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada. Una frase larga que varios del público repetían de memoria. El acto cerró con un VIVA LA LIBERTAD CARAJO y la respuesta del público, VIVA.

Después de Milei no habló nadie más. El panic show terminó con una foto grupal, muchos papelitos volando por el estadio y en los parlantes la bersuit. “Se viene el estallido”.

Salimos del lugar cerca de las 23 hs. Las «masas» libertarias empezaron a esparcirse en lacalle. Le tiré a Vico de comer una pizza en Kentucky y me dijo que sí, había promo en Morfy, la app. Estaba cansada pero orgullosa por mi peak performance, nadie se había dado cuenta de que había una trava marxista empobrecedora colada en el acto. Me cagué de risa comentando el evento con Vico. Había sido divertido: las luces, la música, todo muy espectacular. Aunque había una cuarta conclusión, una cuarta ficha que me cayó comiendo la muzza al lado de un grupo de libertarios, que estaban en otra mesa, uno con tatuajes nazis en el cuello. Estamos en una cuerda floja en la que ya no nos podemos balancear. Quizá me equivoque pero mientras nosotros hacemos talleres de reiki, yoga, vamos al analista y nos resignamos a solo votar el mal menor, exigiendo lo mínimo posible porque “esto es lo que hay”, ellos se organizan, radicalizan su pensamiento y capitalizan el malestar y el descontento lógico que existe en todos los que sentimos que hay algo mal en el funcionamiento del mundo. El amor no vence al odio y hay que recuperar el deseo rabioso de cambiar las cosas. No le regalemos la bronca al fascismo.

 

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