EL HORRIBLE ASESINATO DE MARÍA LUZ, UNA JOVEN DE VIAMONTE DE 24 AÑOS

DDHH

EL HORRIBLE ASESINATO DE MARÍA LUZ, UNA JOVEN DE GENERAL VIAMONTE DE 24 AÑOS

 

 

 

Creo que la horrible muerte que tuvo María Luz Mujica es necesario contarla aunque no sea de Junín. Es de General Viamonte de nuestra región; su madre Sara Oliveiro, «Lita», venía a acompañarnos en las rondas que los jueves dábamos en la plaza.

Madres de Plaza de Mayo de Junín (B)

 

Cuando llegó la noticia de la muerte de su hija María Luz fuimos de Junín a Viamonte; también fueron las madres de Buenos Aires, Junto con el cura tercermundista Capitanio y Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz a acompañarla en su dolor. María Luz tenía veinticuatro años y estaba por recibirse de médica. La secuestraron en una plaza en Córdoba.

Pérez Esquevel y Madres de Plaza de Mayo

La compañera María Luz cada vez gritaba más. Me largo a llorar y viene el guardia y me pregunta qué pasa y le digo que a dos o tres metros míos se está muriendo una compañera a quien yo quería mucho y me deja levantar e ir a atenderla. Se quejaba mucho y teníamos que darla vuelta cada media hora, luego cada veinte minutos, luego cada diez y luego continuamente. Como a las cinco ya estaba totalmente transfigurada, hinchada. Era una compañera que siempre sufrió de los riñones  y allí no había atención suficiente, solo calmantes y desinfectantes.  Gritaba continuamente y decía, «boluda, sos un perejil, boluda». Y luego, «Basta, Luis, basta». Luis era quien la torturó y lo de perejil es lo que le decía por el nivel. Les contábamos que estábamos en el río con su mamá. Que a los hombres malos ya los habíamos echado y hablaba delirando sobre el río, el agua, su madre, el día, etcétera. Por momentos recuperaba la lucidez y se daba cuenta que todo era mentira, nos puteaba y luego seguía delirando, luego volvía «No me mientan, Gringa, no me mientas». seguía delirando.

María Luz

María Luz tuvo una regresión total, recuerdo que entonces ya había venido Miguel y ella le pedía a su compañero que la besara, Miguel la besó como si fuera el compañero. Luego la acunábamos, pensaba que era una bebita y así dos horas cantándole canciones de cuna mientras se moría. Por momentos ella decía fuerza, valor, coraje y deliraba repitiendo esas palabras constantemente. Le movíamos las piernas a cada rato, haciendo la bicicleta, tenía un terrible olor a podrido en la vagina por la infección de la tortura. No se puede relatar lo horrible muerte de esta compañera. En pocas horas desfigurarse y los dolores terribles y la regresión a la infancia y caminar hacia la muerte acunada y nosotros cantándole el «arrorró». Todavía me parece que lo escuchara. Como a las ocho de la mañana llegó  inteligencia y dijeron que se la llevaban. Nosotros dijimos que no, que ella se moría, que la dejaran morir entre nosotros. Después de varias idas y venidas y consultas entre ellos, vienen y dicen que se la llevan al Hospital Militar. Nosotros sabíamos que era mentira. Ya les faltaba muy poco para morirse. Recuerdo que vinieron «Fogo» y el «Yanqui» a buscarla; en ese momento ella recuperó el conocimiento, los ojos se le agrandaron por el horror, nos mira y dice: «¡Me mintieron, son los hombres, no dejen que me lleven los hombres!», y se desmayó. Le arrastraron en la frazada hasta la puerta de la cuadra ayudados por «Tita» y yo, que quisimos acompañarla hasta allí. Pensamos que le pegarían un tiro. Esa tarde «Fogo», nos lleva a todos los más antiguos de la cuadra a limpiar autos al galpón, cosa que hacía cada vez que podía para que pudiéramos ver, ya que siempre estábamos tabicadas.

 

Campo de Concentración «La Perla»

Ana y yo salimos llorando,  nos llevaban vendadas hasta el galpón en trencito y Hernández me para y me pregunta por qué lloro y le digo que por María Luz y me dice ¿Por qué si la llevamos al hospital? Le digo que si creen que soy boluda y sigo. Para confirmar, tiempo más adelante, yo pregunto con su ficha: ¿y en esta que pongo? y me dicen QTHF, o sea muerta. Luego «Fogo» me contaría que se la llevaron al galpón, no al de los autos, sino al de las caballerías y la dejaron morir allí. Murió al rato. En verdad nosotras deseamos que muriera cuando la estábamos acunando, queríamos ganar tiempo para que se muera entre nosotros. Ellos, como son «católicos» y no matan sino en ceremonia militar, no le pegaron un tiro, que era lo único que se podía hacer a esa altura por ella. La dejaron morirse solita delirando en el galpón.

Así murió María Luz… Años después, en el sanatorio Junín muere la madre de María Luz, «Lita». Muere delirando. Cree que la médica que la está atendiendo es su hija María Luz…

 

Fragmento del testimonio de Graciela Susana Geuna presentado en Madrid, en la Comisión Argentina de Derechos Humanos, sobreviviente del campo de concentración «La Perla», bajo jurisdicción del Tercer Cuerpo del Ejército, comandado en esa época por el general de división, Luciano Benjamín Menéndez.

 

Del libro EL ORDEN DE LAS TUMBAS,  de Héctor Pellizzi – Junín (B) 2007. Ediciones de las Tres Lagunas

 

 

Seguir Leyendo :
DDHH
Más Leídas