El problema del peronismo es su degradación ideológica
Por Héctor Amichetti
Chaco fue Territorio Nacional hasta que -en 1952- un gobierno peronista la convirtió en Provincia y tuvo la Constitución más avanzada de todo el país, incorporando la doble votación, que establecía elección de representantes de los partidos políticos, pero también de las organizaciones libres del pueblo en cada comicio provincial, un paso importante hacia la democracia participativa.
Su primer Gobernador fue Felipe Gallardo, un laburante derrocado por la fusiladora en el ’55.
Más cerca en el tiempo, Salta tuvo un gran Gobernador peronista: Miguel Ragone, llegó a ese cargo por voluntad de la mayoría del pueblo humilde y trabajador de la provincia, porque él era eso, humilde y trabajador, es por eso que la aristocracia local no lo toleraba y contribuyó a su destitución. Gobernó menos de un año y medio, luego la dictadura lo secuestró y aún está desaparecido.
Durante varias décadas, todos los que pudimos visitar San Luis, valoramos la gestión de los hermanos Rodríguez Saá; justicia social convertida en «realidad efectiva», obra pública, viviendas, parque industrial, educación, cultura y comunicación a muy alto nivel.
El peronismo gobernó ininterrumpidamente San Luis desde la recuperación de la democracia en 1983 hasta el 2023, con excepción del período 2011/2015, gestión de Claudio Poggi, actual gobernador.
Poggi fue un joven radical de Franja Morada, pero su carrera política la forjó con los Rodríguez Saá, hasta que un día renegó y se volvió liberal, mientras los hermanos se dividían violando la «ley primera», señal de ideales en decadencia.
En Salta el justicialismo fue gobierno desde diciembre de 1995 hasta diciembre de 2019 (24 años seguidos), a partir de entonces gobierna Gustavo Sáenz, otro político que hizo carrera con los peronistas liberales salteños, abrazando luego una renovación provincialista que reniega abiertamente de cualquier proyecto nacional.
En Chaco el Partido Justicialista gobernó ininterrumpidamente durante 16 años (2007 a 2023), luego volvieron los radicales mientras el peronismo se dividía.
En la provincia de Jujuy, el Justicialismo gobernó desde la recuperación de la democracia en 1983 hasta diciembre de 2015, cunado ganó el impresentable de Morales enfrentando a un archipiélago de agrupamientos peronistas cada uno haciendo su propio juego.
Cuando pierden valor los ideales que sustentan a una fuerza política, afloran las divisiones y predominan las ambiciones personales de los dirigentes.
El ejercicio formal de la democracia que practicamos desde el fin de la dictadura genocida hasta nuestros días, ese que solo nos quiere como protagonistas el día de la elección, ha provocado un clima de insastifacción creciente.
En el marco de esa insastifacción democrática, gran parte de la dirigencia política de nuestro movimiento reemplaza idealismo por pragmatismo, solo vale en política hacer lo que es posible dentro de los límites que nos impone un poder que no es democrático.
La dirigencia está más cerca o directamente es parte del empresariado, tomando distancia del pueblo humilde y trabajador, la decadencia política en el peronismo es derrota segura.
Problema que no tiene el oportunismo liberal.
Con el pragmatismo liberal avanzando en todos los rincones del país, el poder fáctico de las corporaciones y quienes desde el norte extranjero bendicen a nuestro territorio, festejan el alejamiento argentino y peronista de un proyecto de nación con integración continental.
En este escenario crítico no hay lugar para otra cosa que no sea reavivar los principios fundacionales que hace 80 años dieron odigen al peronismo, adecuarlos a éste tiempo pero sin negociarlos bajo la teoría del posibilismo.
«Serás lo que debas ser o no serás nada», dijo alguna vez el padre de nuestra patria… revolucionarios agregó más de un siglo después Evita.
No hay liderazgo capaz de suplantar una construcción que debe renacer bien desde abajo y organizadamente, no hay tácticas electorales que puedan reemplazar la estrategia de reconstrucción de un gran movimiento nacional y popular para conquistar poder y así superar definitivamente el prolongado lamento de las derrotas en las urnas.
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