LA GRIETA Y LA RAJADURA

Por Héctor Pellizzi

Se había rajado la pared del patio, entonces Don Juan preparó la mezcla, tapó la rajadura, le pasó el fratacho y la pintó del mismo color.

-¿Viste? me dijo, quedó igual que antes, lisita, ni se nota… ¡Como nueva!

Muchos años más tarde en la playa de Gaibú, una pequeña bahía donde la montaña entra en el mar, se rajó una piedra por la erosión del agua, se abrió una grieta y se dislocó.

Se podría haber unido con cemento para que ninguna de las partes se caiga y produzca un accidente pero el agua volvería a dejar en descubierto la grieta con su insistencia de ir y venir. Allí pude diferenciar entre una rajadura y una grieta. La primera se pudo subsanar sin mayores problemas y la pared volvió a la normalidad, la segunda era muy difícil de enmendar porque la piedra al dislocarse quedó en dos partes desiguales, en diferente ángulo con relación a la posición original y aunque se pueda unir con algún material, nunca será la misma piedra, se notará la diferencia entre una parte y otra.

Cuando se habla políticamente de acabar con la grieta se está frente a una falacia, aunque se diga con buenas intenciones se confunde la grieta con la rajadura. La hendidura se produce por diferentes problemas pero jamás por problemas estructurales de fondo.  Hubo grieta entre originarios y conquistadores, entre criollos y españoles, entre unitarios y federales, entre peronistas y anti peronistas, porque ambos lados expresaban un modelo de territorio, de país diferente e irreconciliable por la característica de sus estándares.

La antinomia de desarrollo económico y timba financiera, de gobierno popular y de gobierno pro colonialista donde predominan los CEOs y las multinacionales como rectores de políticas económicas y sociales, son separados por modelos diferentes de país y se tornan irreconciliables. La grieta no se enmienda como la rajadura, ni siquiera se profundiza, se ensancha hasta que una pierda de vista a la otra.