MÁXIMO KIRCHNER: UN CUADRO POLÍTICO

Opinión

MÁXIMO KIRCHNER: UN CUADRO POLÍTICO

 

 

 

 

Por Nicolás Fiorentino

Los diputados y diputadas de La Cámpora apenas habían asumido sus bancas cuando vieron llegar a Máximo Kirchner al Congreso, recién desembarcado en Buenos Aires tras casi una década de controlar la organización desde Río Gallegos.

Esa generación, nacida y criada en el poder, alimentada a base de festejos y dueña de un derrotero invicto de frustraciones, esa tarde enfrentó por primera vez la aspereza de volverse oposición.

Esperaban una arenga de resistencia pero recibieron una hoja de ruta sobre el camino de salida y cómo recorrerlo. Máximo les habló del futuro. 

—No vamos a reconstruir lo que fue; vamos a construir lo que viene— les dijo. 

Luana Volnovich, que no tenía trato personal con él, se escondió para llorar. Fernanda Raverta tomó esa frase y la hizo remera para su militancia en Mar del Plata.

Faltaban pocos días para la Navidad de 2015, Mauricio Macri ya era presidente, Cambiemos se preparaba para gobernar 20 años y los analistas repetían que el kirchnerismo era una experiencia acabada y Cristina Fernández de Kirchner, un cadáver político. Pero el hijo de Néstor y Cristina veía un escenario distinto. “Si (Patricia) Bullrich volvió al Gobierno -agitó-, ¿cómo no vamos a volver nosotros?.”

Cinco años y medio después de esa reunión, aquella figura casi mitológica para sus seguidores y caricaturizada por sus detractores, es uno de los hombres más poderosos de la Argentina.

 Tiene silla propia en la mesa chica del Gobierno, es amo de llaves del Congreso, presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados y del PJ bonaerense. Es el hombre de consulta de los empresarios más refractarios al modelo K y jefe de una agrupación que ya no solo tensiona en los territorios: gobierna municipios, administra la caja más suntuosa y sensible de la Argentina y hasta firma los DNI.

Quienes durante años compraron la imagen del haragán heredero del poder, esa pintura de un mini Chávez adicto a los videojuegos al mando de un grupo de jóvenes urticantes dispuestos a cualquier cosa por un contrato y un carguito, hoy lo escuchan,  lo respetan y lo definen con dos palabras: un cuadro.

La nota completa en: http://revistaanfibia.com/cronica/maximo-kirchner/

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