11 de julio el Día del Bandoneón en Argentina

Cultura

Desde el 2005, y en reconocimiento al nacimiento del gran bandoneonista, Aníbal «Pichuco» Troilo, se celebra el 11 de julio el Día del Bandoneón en Argentina.
Músico intuitivo y autodidacta, Troilo logró evolucionar a medida que pasaban los años y se terminó convirtiendo en una figura de referencia y un clásico eterno del tango.
Bandoneonista, compositor, director y arreglador, fue la figura central de la época de oro del tango, una parte central de la noche porteña, dirigió desde 1937 su orquesta típica, con la que debutó el 1 de julio de ese año en la boite Marabú. En su orquesta se lucieron grandes músicos como Orlando Goñi, David Díaz, Astor Piazzolla, Ernesto Baffa, Raúl Garello, Osvaldo Berlingieri y José Colángelo, entre otros. Por su orquesta pasaron voces del tango, desde Fiorentino y Alberto Marino hasta Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Nelly Vázquez y Tito Reyes que lograron creaciones únicas.

Bandoneones juninenses a través de la historia

Lalo Rasia

Bandeononista Oscar Farias junto a Amelita Baltar (Foto Héctor Pellizzi)

Maestro Aurelio RodrÍguez

Osvaldo Gaitán

Pocho Lucas

Carlos Buono junto a Poly Magallanes

 

En el recuerdo Francisco Bocha López, Bonono, Tito Tipaldi

 

Che bandoneón!

Homero Manzi

El duende de tu son, che bandoneón,
se apiada del dolor de los demás,
y al estrujar tu fueye dormilón
se arrima al corazón que sufre más.
Estercita y Mimí como Ninón,
dejando sus destinos de percal
vistieron al final mortajas de rayón,
al eco funeral de tu canción.

Bandoneón,
hoy es noche de fandango
y puedo confesarte la verdad,
copa a copa, pena a pena, tango a tango,
embalado en la locura
del alcohol y la amargura.
Bandoneón,
para qué nombrarla tanto,
no ves que está de olvido el corazón
y ella vuelve noche a noche como un canto
en las gotas de tu llanto,
¡che bandoneón!

Tu canto es el amor que no se dio
y el cielo que soñamos una vez,
y el fraternal amigo que se hundió
cinchando en la tormenta de un querer.
Y esas ganas tremendas de llorar
que a veces nos inundan sin razón,
y el trago de licor que obliga a recordar
si el alma está en «orsai», che bandoneón.

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